Os seguimos contando todo lo que vivimos en el Tomavistas, que se está convirtiendo en la cita ineludible del inicio de la temporada festivalera. Os resumimos las jornadas del sábado y del domingo


Fotos y texto: Aída Cordero

Llegaba con muchas ganas de ver a Las Odio, me había encantado el disco pero me faltaba recibir su directo. Y me encontré con un torbellino de talento sobre el escenario del Tomavistas. Las Odio tienen frescura y muchas ganas, una energía contagiosa y muchas ganas de comerse el ‘Indiespañol‘, como uno de sus temas. Su próxima cita festivalera será el FIB, no perdáis la oportunidad.

Los Punsetes se daban cita en el escenario principal, aunque les hayas visto muchas veces siempre resulta perturbador ver a Ariadna y su performance basada en el hieratismo absoluto (aunque recuerdo un concierto en el Low en donde, tras un problemilla técnico, vi cómo esbozaba una sonrisa, así que sí, amigos, tiene alma y está viva), esta vez iba ataviada con un vestido tipo Menina, pero con motivos de Mazinger Z (vaya calor estaría pasando). Las siguientes en actuar en el escenario pequeño fueron Mourn, presentando su álbum homónimo.

Por fin llegaba el turno de uno de los gigantes del panorama musical español. No hay palabras que describan lo atronadores que son León Benavente y cómo consiguen que ningún escenario, por grande que sea, se les quede grande. Pude escuchar en directo, por primera vez (para mi) los nuevos temas de su segundo EP, En la selva, que sonaron increíbles. El apoteósis final, con ‘Ser brigada’ tuvo un broche de oro inesperado al saltar al escenario Las Odio e inundar de más energía, si cabe, el escenario. Ojalá una rabiosa colaboración pronto.

Sin ser una fan confesa de The Horrors, el concierto me gustó. Su sonido fue impecable, me llevaron a terrenos desconocidos y lograron atraparme, y no solo por la ambientación que recreaban con el humo y los juegos de luces (que, dicho sea de paso, dificultaron en gran medida mi trabajo como fotógrafa).

Por fin, el momento ansiado del festival, era la tercera vez que veía a Temples (había tenido la oportunidad de verles en el desaparecido SOS 4.8, y en el Mad Cool) pero la primera vez que les fotografiaba. Maravillosos, elegantes, impecables. Su psicodelia repasaba los temas de sus dos discos para terminar con ‘Shelter Song’, las luces se ajustaban perfectamente a las sensaciones que querían transmitir y, en muchas ocasiones, me vi sumida en un dulce trance musical.

Yo creo que me estoy haciendo mayor y, tras Temples, no fui capaz ni de acercarme a escuchar a Delorean… Con lo que me gustan… Al día siguiente, las obligaciones familiares impidieron que pudiera acercarme al festival toda la tarde y solo pude escaparme a ver a Rufus T. Firefly, a quienes aún no había visto en directo con su disco nuevo, Magnolia. En esta ocasión me sale la sinestesia para describir su concierto como una gran paleta de colores brillantes y chillones, sin perder elegancia. Lamentamos de corazón que Egon Soda no pudiera asistir pero, por otra parte, agradecemos a la organización que eligiera a estos titanes como sustitutos a la altura. Tengo muchas ganas de verles en sala.

Y hasta aquí la edición de 2017 del Tomavistas. A juzgar por la asistencia (unas 16.000 personas, según cuenta la organización) y por las caras de satisfacción de la gente, no dudamos de que este festival tendrá una larga vida. De momento ya se ha confirmado que habrá una nueva edición para 2018, y ya estamos deseando (aunque por otro lado me gustaría que la vida no corriera tan rápido…).

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *