Después de varios meses de publicación de Luz Abisal, Nostalghia presentaban ese segundo trabajo en una de sus casas, Madrid. Un disco continuador con el sonido y esqueleto de su antecesor pero que, a su vez, ofrece temas de mayor empaque. El directo hizo justicia a la producción.


Viernes noche. Moby Dick hasta los topes. Servidora hizo de Jonás y se coló en el interior de la ballena más conocida de las salas madrileñas (sí, esa donde semanas después televisarían el ‘combate del siglo’). Solo que, en esta ocasión, la barriga del cetáceo contaba con vecinos. Muchos vecinos. Una entrada más que decente en la presentación en Madrid del último disco de Nostalghia, Luz abisal.

Como es habitual en este tipo de conciertos, contaron con unos teloneros de excepción antes de presentarse como plato fuerte. Los elegidos fueron Domador, formación que supo hacer que el público ya congregado antes de la hora final fuera entrando en faena. Calentando motores. Ambiente expectante y el cuarteto salió a escena. En el ambiente se notaba que las apuestas a caballo ganador iban bien encaminadas. Con una intro perfecta para ambientar esa gélida atmósfera que aparecía en Nostalghia (mago Tarkovsky), la atención del público ya estaba conseguida. Fue al siguiente estallido cuando el músculo impuesto en este segundo trabajo se hizo más palpable. Un chispa que encumbró a temas como “Seres Invisibles”, “Vykup” o “Quédate en tu mansión” y que tuvo su recuerdo de trabajos anteriores en canciones habituales para el oyente como “¿Gritamos?” o “Volver”. El concierto, que apenas contó con distracciones (Ricardo se dedica a lo suyo, dejando el vodevil para otro tipo de estilos), se hizo demasiado breve pero, por suerte, fueron generosos en la vuelta a sus bises. “Déjales ser”.

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