22 de noviembre. Una noche más, vuelta a la sala Costello, a la cueva. En esta ocasión, la visita estaba relacionada con el último concierto de la gira de 2013 de Nostalghia, grupo español de reciente creación cuyo primer disco ha tenido una excepcional acogida. Y su directo nos dejó el mismo buen sabor de boca que la escucha de sus grabaciones.

 

Puntuales a la cita y publicitados por un buen amigo suyo (aún guardo la tarjeta, mejor no olvidarles), subió al escenario el grupo telonero, Postura. La formación se creó en 2011 y está formada por Gerard Soriano (cantante), Max Sothansky (pianista), Xavi Puig (batería), Ferrán Ferreri (guitarrista) y Marc Turró (bajista). Con naturalidad y con la intención de mover al público que iba llenando la sala, fueron hilando temas con ese sonido tan especial y tan reconocible por cualquier oído. Ese sonido que en ocasiones se atilda de comercial cuando cobra cierto conocimiento popular mientras que suena directo y sin trampa cuando sólo tú eres quien conoce este secreto.  Una mezcla entre funk, pop-rock en español del de siempre (¿por qué cuesta tanto aceptar que a todos nos gusta?) y rumba catalana que sonó francamente bien esa noche. La bola disco que se aloja en el techo de la Costello nos sirvió de guía a los presentes para que fuéramos entrando en calor mientras la banda se despedía con versiones de Elvis, Ray Charles y Platero y Tú. Ahí es nada. Una primera vez en Madrid que ya hubieran querido muchos.

 

Aplaudidos y despedidos los simpáticos Postura, la sala Costello fue creciendo demográficamente. Desde nuestra posición, delante de la mesa de sonido, podían verse hordas (la que el aforo de la pequeña sala permite) de gente que esperaba con expectación la entrada de Nostalghia. Y es que era un concierto muy esperado por todos: se trataba de la despedida de su bajista, italiano él, que volvía a su país, además de ser el último concierto del grupo de la temporada. Desde la salida de su primer trabajo, Nidos de piel, todo han sido alegrías para la formación, que no ha parado de recorrerse la geografía española. Crítica y público han acogido con los brazos abiertos este primer acercamiento al largo y esta afinidad fue visible en la hora que estuvieron sobre el escenario de la Costello. Sus canciones destacan por su poder atmosféricos, la sinceridad de sus letras y la rotundidez de su sonido. Rotundidez que no tiene que ver con la tosquedad. Todo lo contrario. El disco funciona como una perfecta banda sonora, una obra redonda donde cada corte funciona como un capítulo diferente de una misma historia. En el directo estos episodios suenan aún mejor. Ganan en profundidad, potencia, oscurantismo y rock. Una pureza que recuerda al rock de épocas pasadas o al proyectado en la actualidad por grupos italianos como Perturbazione, Marta sui Tubi o Tre Allegri Ragazzi Morti. La fórmula de la grabación al cuadrado y el resultado es superlativo. El público se entregó completamente, absorto en esas atmósferas creadas por Ricardo Barbosa, coreando estribillos y disfrutando de un sonido puro que embrujaba a todo aquel que bajara las escaleras de la sala. Temas como Mienten (disparan), Escriben, oyen, olvidan o ¿Gritamos? hablan por sí solos. Nuestra posición fue privilegiada y pudimos oír de primera mano como se dejaba caer que en 2014 caería nuevo material. Mientras tanto, la banda nos dejó algunas píldoras nuevas que continúan con el mismo estilo y sonido que Nidos de piel. Nos fuimos con muchas ganas de saber como acabará la segunda entrega, pero sabemos que pronto, muy pronto conoceremos más de esta banda. El viernes Nostalghia fue una montaña más cálida, unida y fuerte que nunca.

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