John Grant triunfa en el Cartagena Jazz Festival

A veces nos preguntamos si existe la magia, de ser así debe parecerse a esto. El pasado sábado asistimos al concierto del ex líder de The Czars en el Teatro Circo de Cartagena, donde reside el festival de jazz. Normalmente la gente no suele mirar con buenos ojos la oferta musical de la zona, tal vez es que no se han parado a mirar los nombres que conforman cada año los carteles de los festivales de la ciudad (como ‘La Mar De Músicas’). En esta ocasión, John Grant fue uno de esos nombres imperdibles, que tras su aparición en el Dcode Festival ha vuelto a España con fechas en Bilbao, Madrid, Barcelona y esta única en el sur, podemos sentirnos afortunados.

John es la humildad personificada, ese hombre que no necesita vestirse para la ocasión, ese virtuoso del piano capaz de envolvernos en sus melodías electrónicas que rozan el shoegaze y la psicodelia acompañadas de sus letras que tanto expresan. Con apenas unos minutos de retraso se apagan las luces, da comienzo el espectáculo con una corta intro mientras van apareciendo uno a uno los integrantes, que enlazaría con You Don’t Have To de su último disco (Pale Green Ghosts). Ya estamos acostumbrados al vestuario de dos de sus integrantes, esas características boinas del guitarrista y del segundo teclista que se han convertido en parte de la identidad de la banda.

El comienzo tuvo un claro predominio de este último álbum, con el puesto de la segunda canción a cargo de Vietnam, cuya letra se podría decir que es completamente pesimista (“Your silence is a weapon, It’s like a nuclear bomb…”). Suerte que a partir del tercer corte volveríamos a ese primer disco del 2010 (Queen Of Denmark) que se aleja un poco de esa electrónica predominante y nos recuerda a esos inicios de folk más puro, se trataba de Marz. No hace falta mencionar lo a gusto que se sentía John sobre el escenario, tal era el caso que hasta se atrevió a demostrar sus conocimientos de castellano a un público entregado. Sentándose frente a su teclado anuncia la siguiente canción, It Doesn’t Matter To Him, esa canción que en estudio podemos disfrutar con la colaboración de la cantante Sinead O’Connor.

Llega el momento del hit que da nombre al nuevo disco y tan esperado por los asistentes, Pale Green Ghosts subió las revoluciones del teatro con esos sintetizadores, la potente voz de John  y esa atmósfera de suspense que a nuestro parecer se alargó demasiado. Ese setlist no iba a dejar que nos relajáramos tan rápidamente, pues a continuación venía Black Belt con ese ritmo noventero que invita a levantarse a bailar a cualquiera. Nos habría encantado movernos como en el Dcode, una pena que estuviéramos sentados en butacas.

Situados en el ecuador del espectáculo, volvemos a los instrumentos convencionales con Sigourney Weaver (sentimos curiosidad por saber en qué se inspiraría para esta canción). Cómo era de esperar, el líder de la banda hizo un pequeño parón para presentar a todos los componentes de la banda, mostrando su dominio del idioma y de una forma muy bromista. La segunda parte del show se caracterizó de ser algo más lenta y tranquila, que fue encabezada por Where Dreams Go To Die y precedida por el single GMF, una perfecta combinación que John Grant tuvo el placer de explicarnos a los allí presentes.

Apartando a un lado las melancolías, nos adentramos en Glacier, esa canción con un tono más esperanzador y ese simbólico glaciar capaces de cautivarnos. Tal vez hubiera algún fiel al primer disco en la sala deseando que llegara este momento, pero llegó, Queen Of Denmark empezó a sonar en esta recta final del concierto, y como era de esperar, con sus subidas y bajadas de intensidad tan marcadas que la hacen sencillamente única.

Tras este corte llegó el momento del descanso, (¡Se nos pasó volando!) para volver después con canciones como Sensitive New Age Guy, Chicken Bones y TC and Honeybear. Terminando así un espectáculo de 15 canciones en total, con un líder agradecido, despidiéndose, y tocando una canción perteneciente a su primer trabajo, Caramel.

Seguro que los que ya han visto a John Grant tendrán muy buenas opiniones de él, pero lo que está claro es que merece la pena ponerse el monóculo para sentarse a verlo en lugares como éste. La combinación de los audiovisuales y las sucesiones de luces jugaron un papel determinante en un concierto difícil de olvidar.

Texto y fotografías: Alberto Hernández

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