El Día de la Marmota es una de esas iniciativas a imitar. Música gratuita, de calidad, en un espacio abierto, durante el día, y para todos los públicos.


No empezó bien el sábado en el apartado meteorológico, la humedad dejó paso a las precipitaciones, y por un momento se llegó a temer por el evento. Falsa alarma, tan solo era un adelanto de lo que suele pasar en primavera, que llueve. Pero vayamos a lo importante, porque en El Día de la Marmota varios grupos adelantaron el próximo equinoccio de marzo. Empecemos por la jornada del sábado.

Viva Suecia durante su actuación.

King Cayman: el rey del escenario, y también el mayor currante sobre él. Es lo que tiene ser una monobanda. Estamos ante un hombre orquesta sí, pero es que además de tocarlo todo, y hacerlo obviamente al mismo tiempo, el resultado es excepcional. Una guitarra Fender, unos platillos, una pandereta y un micrófono es todo lo que necesita este chico para hacer música, algo que sería demasiado básico para un grupo típico, pero que es espectacular cuando lo hace un solo individuo. Además, si hay algo que destaque en King Cayman, es su comportamiento mientras actúa. Parece que está siendo torturado, y no, es puro éxtasis. Su valía va más allá de ser una novedad, demuestra que no hacen falta grandes medios para hacer buena música, que el arte es cuestión de talento. Él lo tiene.

The Lawyers: dejando de lado el nombre de la banda, que nos trae a la mente uno de los peores oficios que se pueden ejercer según las malas lenguas, el grupo murciano es una delicia para los oídos. No pueden ponerse el cartel de grandes innovadores, pero sí que pueden lucir orgullosos el de hacer pop rock noventero con mayúsculas. The Lawyers tienen ese no sé qué que nos traslada directamente a un disco de Los Planetas o al Viaje de Estudios de Lori Meyers. Pero no se quedan ahí, tienen sus propios matices: oscuros, cuasi post punk; que enriquecen sus aparentemente amables directos. En El Día de la Marmota pasaron la prueba del directo con nota, trasladando los detalles sonoros del estudio al directo, y dotándolos de más fuerza. Hay vida más allá del Derecho, The Lawyers son la prueba.

Blam de Lam: de Jaén no solo sale pop, y estos señores músicos son una de las mejores pruebas de ello. Su directo entra directo en la categoría de destacado entre los destacados. Blam de Lam mezclan el kraut, la psicodelia, el garage y sonido espacial como nadie. El truco es ir bien servidos de efectos, y usar el noise shoegazer como pantalla ante todo ese mejunje de géneros históricos. Fueron capaces de congregar a las masas alrededor de las tablas del escenario principal del Día de la Marmota, algo que no muchos pudieron hacer a lo largo del evento. Dualismo va a ser uno de los álbumes de 2016 sin lugar a dudas.

Viva Suecia: los murcianos vienen pegando fuerte y apuntan a ser una banda asidua a todo los carteles festivaleros del verano. Han sabido evolucionar rápido y de forma favorable. Si antes se intuían unas referencias inmejorables en sus formas, ahora Viva Suecia han terminado de asomar la cabeza, demostrando tener una personalidad arrolladora. Lo cierto es que han logrado darle una luminosidad a su música que contrasta a la perfección con la oscuridad de sus orígenes más shoegazers. Los ritmos rápidos fueron los protagonistas de su concierto, y el público no paró de bailar (o lo que sea que hace la gente en los conciertos). Viva Suecia parece que tienen ese toque mágico que les permite componer verdaderos himnos. ¿Permiso o perdón? Arrasen con todo, por favor.

Ramona: cerraron el escenario emergentes a ritmo de Los Ramones. Canciones cortas, sin interrupciones entre una y otra, en fin, una actuación a todo trapo. Con Ramona fue imposible quedarse atrapado en el tiempo, si acaso en los bailes y pogos. Garage, punk y rock de guitarra. No tengo la más mínima duda de que si este trío se pasa por Malasaña, le escupe en la cara -en sentido figurado- a más de una banda de la capital. Por el momento habrá que contentarse por tenerlos por el sur, donde no sobran los grupos con la actitud de Ramona.



Así acabó un sábado en el que la buena música hizo que el mal tiempo cambiara de cara, y que el sol luciera en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo de Sevilla. Llegó el turno de comprobar si el festival había sido lo suficientemente bueno en su primera fecha como para pasar al domingo. Y sí, cuando amanecí era domingo. Los rayos solares caían sobre la capital hispalense, y solo una ligera brisa no terminaba de convertir al día en veraniego. Cosas de la primavera.

Tigres Leones sobre el escenario principal.

Break the Senses: no se equivocaron en La Batuta cuando cuando nos recomendaron a este grupo. Fue una suerte haber escuchado a la banda antes del directo, de otra forma, quizás, no las habría visto. Break the Senses son un trío malagueño (de Vélez) que hacen rock moderno, con unas raíces bien visibles. El primer grupo que se te viene a la cabeza cuando las escuchas es Muse sin lugar a dudas. Tienen ese toque de épica en sus composiciones, que hace que no puedas darte cuenta de que crecieron escuchando a Bellamy. También hay algo de post-hardcore en su música que termina de conformar un cuadro potente y bien armado. Prometen.

Baywaves: tenía ganas de ver a Baywaves tras perdérmelos en el Monkey Week, lo reconozco. La psicodelia es mi género musical favorito, y la explosión que provocó Tame Impala ha tenido efectos muy positivos en la escena. La música de la banda madrileña suena muy influenciada por Kevin Parker, y de forma más concreta por el Innerspeaker, el disco más ácido de los australianos. En directo Baywaves consiguieron sonar mejor que bien, y eso que lo psicodélico se suele atragantar en vivo. Su presencia en el cartel del Primavera Sound está más que justificada si me atengo a su actuación en Sevilla.

Éter: otra ración de ácido de buena calidad. A Éter los venía siguiendo desde hacía tres años, y aunque los vi en El Puerto de Santa María -en la legendaria sala Mondongo- necesitaba una segunda opinión, en un escenario más apropiado. Y no defraudaron, la formación granadina dio buenas dosis de lisergia, y disfruté como un enano contoneándome bajo el sol sevillano. Destacar el genial toque de teclado que tiene su sonido, un instrumento básico para la psicodelia, pero que hacía tiempo que no escuchaba tan bien desarrollado. También se agradece escuchar buenas letras psicodélicas, en castellano, son una rareza. Su próximo LP, Ondas de Calor, los van a poner en órbita, si es que no lo están ya.

El Imperio del Perro: jugaban en casa, tienen un disco recién publicado, y claro, la jugada salió redonda. Sin lugar a dudas fue el concierto con el que la gente más disfrutó. Era fácil que fuesen el grupo con más fans, pero ello no quita que repartieran energía en forma de ondas sonoras. Además de con los temas de su álbum homónimo, se atrevieron con una versión. Fue de Niños Mutantes, y ahí demostraron del todo su calidad por si alguien dudaba. Una banda que lo mismo te interpreta “Buitres” a toda pastilla, que una canción de los granadinos, no puede ser mala ni queriendo. La escena sevillana está de enhorabuena con estos jóvenes. Girarán y girarán.

Tigres Leones: posiblemente el grupo de la lista con mejores antecedentes. La Catastrofía fue uno de los mejores lanzamientos discográficos de 2015, y porqué no decirlo, su presencia en el cartel fue una de las razones que terminaron por empujarme a acudir al Día de la Marmota. No decepcionaron. De inicio, tras el éxtasis provocado por El Imperio del Perro, el público nos dividimos entre los cuatro frikis que nos sabíamos las canciones, y la gran mayoría, que no estaban tan puestos en materia torrebrunesca. Paulatinamente nos fuimos mezclando todos, y el movimiento, como el de unas fichas de dominó cayendo, recorrió los espacios aledaños al escenario principal. A la gente le gustaba lo que estaba sonando. La única pega es que pasó todo muy rápido, pero lo bueno se caracteriza precisamente por eso.

Así acabó El Día de la Marmota, ya convertida en noche a esas horas, con un mensaje claro: la primavera es inminente. Gracias Green Ufos, salió todo bien a la primera, aunque hubiera preferido repetir y no despertarme en lunes.



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