La irrupción de White Bats no pasó desapercibida. La prensa especializada los escuchó venir y Subterfuge los acogió. Cada vez vuelan más alto y más seguros.


Como si de un manantial se tratara, unos sintes empiezan a brotar. Al poco, en el transcurso inicial del cauce, se le unen los que serán sus compañeros instrumentales -guitarras, bajo, batería y percusión- hasta el final, hasta que el la función de repetir surta efecto y el ciclo dé comienzo de nuevo. En un momento temprano surge una voz profunda y grave, con tanta personalidad que se adapta a la instrumentación como si nada, permitiéndose liderarla. White Bats sorprenden por su complejidad cuando uno los analiza minuciosamente, porque de primeras sus canciones penetran en ti como si nada, como si las llevaras escuchando toda la vida. No es pop, no es rock, no es psicodelia y no, tampoco es post punk del puro. Hay ingredientes de todos estos géneros (y de algunos subgéneros más) pero por momentos uno parece escuchar a Animal Collective, en otros a New Order, a veces los últimos Tame Impala asoman la cabeza, otras son The Horrors…  Quizás la constante sea un cierto orden pop, un orden que permite que las canciones pese a su minutaje sean adictivas y accesibles. Todo lo demás es navegar sobre capas de sintetizadores y guitarras guiados por la voz de Jaime Barcaiztegui. Poner etiquetas es absurdo a menos que tengas una fábrica de estas.

Sacar a Barcaiztegui en primer lugar no es desmerecer al resto -en todas las listas ha de haber primeros y segundos- pero resulta evidente que su voz es lo que más llama la atención a la primera escucha, esa  en la que casi nunca estás demasiado concentrado en la música porque has activado tu modo multitarea. Sin embargo hay que citar a sus compañeros y elevarlos al mismo nivel. Las capas, las capas de capas (y así hasta construir una catedral sonora nivelada por secciones) son obra de sus respectivos padres y madres. Porque Barcaiztegui también es responsable de algunos de los sintes al igual que Jake Feijoo, y White Bats sin sintetizadores  serían otra cosa, probablemente peor. Feijoo también es el encargado de rematar los capiteles con su guitarra, tan intermitente como brillante. Paula Ruiz vuela como una mariposa pero pica como una abeja. El bajo, ese instrumento habitualmente defenestrado, tiene aquí una función vital en la sección rítmica, te noquea sin que seas consciente. En último lugar (le tocó) se sitúa Víctor Ferrero a través de una percusión omnipresente a lo largo de todas las canciones ejerciendo de amarre y de faro a la vez.

Poco malo se puede decir de White Bats, quizás lo más obvio es que por el momento tienen poco material, pero nadie le exigió a The Beatles tener tres álbumes para empezar a tocar en The Cavern. White Bats siguen el curso natural de la música y la escasez de canciones lanzadas será paliada en el futuro. Como consuelo no se puede olvidar que este grupo no lanzan canciones cortas, sino que sus composiciones oscilan entre los cuatro y ocho minutos. Casi nada. En Complex Echoes han metido cuatro canciones (con una segunda versión de ‘Daylight, Sunset’) y llegan a los 22 minutos. Un extended play en toda regla. Para los que se queden con ganas de más, aquí está su primera referencia discográfica, un EP homónimo de 2014.

El disco hace honor a su nombre y nos muestra la mejor cara de White Bats, esa cara que se descompone en otras mil  para encandilarte de una forma u otra. En el legendario Playbook de Barney Stinson debía haber algo así seguro. ‘Stockport’, tema de apertura, es el más largo y en él atisbamos toda la luz que la banda es capaz de emitir, con unos sintes punzantes por momentos, con cambios de ritmo constantes que acaban creando una huida hacia delante que parece no tener fin. Una sesión hipnótica de casi siete minutos. Su sucesora, ‘Midnight Is When Life Begins’ es más lenta pero tiene un encanto especial. Es de esas canciones que gana a cada escucha, es de esas canciones que debido a su ritmo te permiten captar los detalles antes, es de esas canciones de las que te enamoras. Cierra con sesión doble, con ‘Daylight, Sunset’ el single, la canción de presentación en sociedad, la ya denostada tarjeta de invitación, lo que hoy vendría siendo una petición de amistad en Facebook. Aquí White Bats han puesto toda la carne en el asador y se nota. La melancolía se entremezcla con explosiones de sonido a todo color (hay psicodelia, ¿veis?) para acabar cerrándola en la cima.

A White Bats hay que tenerlos en el radar, hay que coger su Complex Echoes y no dejar que coja polvo nunca. Tienen algo, aunque solo el tiempo nos dirá el qué.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *