Y por fin llegó el Weekend Beach. En su tercera edición, la que tantas expectativas despertaba, llegué a Torre del Mar sin saber muy bien qué esperarme. Estaba claro que el cartel de este año era enorme, con Wiz Khalifa y Skrillex como cabezas de cartel, y que el festival apostaba, una vez más y de manera contundente, por el mestizaje.


Ya el miércoles por la mañana se notaba el ambiente por las cercanías del recinto, donde la gente empezaba a llenar el camping. Había ganas de festival y, esa misma noche, más de 15000 personas se acercaron a la fiesta de bienvenida, donde pude ver como Celtas Cortos y Medina Azahara hacían vibrar al público con sus clásicos y a los malagueños Jarrillo Lata ponernos a bailar con su divertidísimo directo.

Pero el jueves era cuando empezaba el Wiki-Wiki (que así lo llaman los del pueblo) de verdad. Al primero que pude ver aquel día fue a Carlos Sadness, a quien ya había visto días antes en otro festival. Tan agradable como siempre, y enfundado en un kimono, salió con los suyos al calor de la tarde para animarnos con sus temas, como ya viene siendo habitual. Sin embargo, se me quedó un sabor de boca agridulce ya que, sin saber muy bien por qué (el festival iba bastante puntual), le recortaron los últimos 20 minutos de concierto. Llegaron entonces, casi sin pausa, dos de los mejores conciertos del festival: Dorian y Love of Lesbian. Ambos son de esos grupos que, aunque ya hayas visto en directo muchas veces, no defraudan: suenan brutales en vivo. Dorian ofreció un setlist bastante similar al que han hecho en salas con la gira Diez años y un día (aunque creo que más de uno nos quedamos con ganas de que apareciera Santi Balmes a cantar ‘Los amigos que perdí’), con un sonido atronador que acabó en una espectacular lluvia de confeti. Por su parte, Balmes y los suyos nos ofrecieron los temas de El Poeta Halley que tanto están gustando, aliñados con los clásicos que todos conocemos y que, como decía, podría ver en directo una y otra vez. Como siempre, dos directos muy sólidos, muy rodados y con las primeras grandes afluencias de público del festival.

Y con Wiz Khalifa llegó la primera gran locura del festival. Debo decir que no sé prácticamente nada de rap, pero era obvio que no podía perderme a uno de los nombres grandes. Con él llegó el primer gran llenazo del festival, y con ese llenazo mi sorpresa al ver la cantidad de gente que el estadounidense mueve en nuestro país. No es santo de mi devoción, pero está claro que fue un acierto por parte del Weekend Beach.

Fue el viernes cuando se empezó a ver la magnitud real del festival. Con la llegada del fin de semana era evidente que los weekers ya estaban todos allí. Fue un día de mezcla de indie y rock clásico para mí. La tarde la abrieron, bajo un sol de soberana justicia, los chicos de Varry Brava, que protagonizaron uno de los momentos cómicos del festival. Su concierto empezó cuando aún no se habían abierto las puertas y estos pobres murcianos se pensaron que nadie había ido a verlos. Pero no, la cosa se animó en un momento y estos valientes nos dejaron un concierto a resaltar en el que no nos dieron tregua. Muy buen directo y buen ambiente el que nos ofrecieron. Tras ellos iban Miss Caffeina, con el siempre hipnótico Alberto a la cabeza. Con el público ya más caldeado y centrados en los temas de Detroit, fueron poco a poco in crescendo para acabar en todo lo alto en un concierto altamente bailable y recomendable.

Poco después fue el turno de 091. A los granadinos, en este giro inesperado que ha dado su carrera desde el año pasado, se les ve disfrutar como niños sobre el escenario. Un escenario que se iba llenando de gente porque unos minutos después de su concierto aparecería por allí Loquillo. Y qué decir de Loquillo. Pues que sigue siendo el rey. En riguroso negro como siempre y con una presencia aplastante sobre las tablas que para los fotógrafos es una delicia, nos regaló un buen puñado de clásicos del rock n’ roll.

Y este tercer día me recogí pronto. Y me recogí pronto porque lo que venía al día siguiente era de aúpa. Mi último día, ese en el que Skrillex planeaba en el ambiente desde bien temprano, comenzó con Second, que desde bien temprano nos tenía ya saltando como locos. De ahí me fui corriendo a ver a Bebe, quien, como ya había podido ver hace unos meses, tiene un directo extraordinario. La extremeña, más segura que nunca, puso la actitud y la garra en este inicio de tarde del sábado. Y de ahí corriendo otra vez, ahora para ver a Izal. Creo que poco queda que decir a estas alturas sobre los madrileños. A pesar de que no son de los nombres que más me llaman la atención, siempre es una buena experiencia verlos en directo, con un Mikel cada vez más crecido y sólido sobre el escenario. Otro de los llenazos del festival.

A estas horas quedaba todavía un rato para que llegara el tan esperado Skrillex, y me dediqué a ver a dos nombres a los que en principio no pensaba ver, pero que finalmente fueron muy buena elección. Los primeros fueron Ky-Mani Marley (hijo de Bob Marley) y el alemán Gentleman, que andan juntos presentando Conversations, el álbum conjunto que han publicado este año. Los segundos fueron los legendarios Gamma Ray. El panorama en el concierto de los alemanes, estandartes del power metal, era desolador. Apenas las primeras filas estaban ocupadas por un público que se había ido en desbandada al escenario en el que iba a actuar Skrillex.

Y es que ése era el nombre. Ése fue el epicentro de este Weekend Beach. Ése fue el gran llenazo y la locura desatada. Con un sonido atronador desde el primer segundo, el dj desató la locura ante las miles de persona que abarrotaban el recinto. En lo personal me pareció horrible (quizá me hago mayor, pero me cuesta entender cómo se aguantan dos horas de eso), pero está claro que por parte del festival fue un dardo en el centro de la diana. Después de esto me retiré, pero la fiesta siguió hasta el amanecer, cuando un gran número de valientes cerraron el festival con Hardwell.

Las expectativas se han superado con creces: ha sido el año de la consolidación del Weekend Beach. El año del gran salto hacia adelante, que no hace sino generarnos más expectativas sobre qué puede pasar el año que viene y hasta dónde puede llegar este festival que en sólo tres años se ha convertido en referente nacional.

Las cifras no engañan: más de 33.000 asistentes por día y un impacto económico en el pueblo que se estima entre los 2,5 y 3 millones de euros. El Weekend Beach está aquí para quedarse.

De momento ya tenemos fechas para 2017: 5, 6, 7 y 8 de julio. ¡Nos vemos el año que viene!

Texto y fotografías por Carmina Rodríguez

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