El jueves 17 de diciembre tuvo lugar en la sala El Loco de Valencia una potente guerra instrumental de guitarras acompasadas para celebrar el último concierto de 2015 de Carmen Boza y su Mansión de los Espejos de la mano de SON Estrella Galicia.
En ocasiones te recomiendan un artista, le das una vuelta a su disco, vas a su concierto sin saber entera ninguna de sus letras y sales de él sintiéndote como si acabases de vivir el directo de un artista que sigues desde hace 100 años. No suele pasar, pero a mí me sucedió el jueves 17 en El Loco y a partir de ahora a esa sensación la llamaré Carmen Boza.
Después de que Luis y Toni, los dos Carrillo, calentaran la sala con los temas del EP del primero y de Quique González, llegó el turno del plato principal de la noche, que comenzó con Boza pellizcando hábilmente su guitarra con los dedos para que el despunte que abre ‘La Mansión de los Espejos’ se colara poco a poco, como si de humo se tratara, entre cada uno de los recovecos de la sala.
Junto con ‘El Mayordomo’ y ‘Salpicaduras’, pusieron la base de un concierto que en adelante iba a rezumar rock en sus canciones. Fue justo en ‘Salpicaduras’, que era la primera vez que sonaba en directo en Valencia tras la reedición de La Mansión de los Espejos, cuando se pudieron escuchar los primeros coros de Toni Brunet, el guitarrista que siempre acompaña a la gaditana. Aunque no fue únicamente por eso por lo que destacó, sino más bien porque fue él una pieza fundamental para hacer el rock del que se ha hablado.
“Estás muy callada”, le decía un chico a Carmen; “es que estaba cantando”, respondió ella. Y es que, además de que, como dijo ella, “no se puede cantar y hablar a la vez”, su rostro y esa ceja derecha que en ocasiones parece tener vida propia, reflejaban que estaba disfrutando cada uno de los sonidos que se iban sucediendo en ese último concierto de 2015 y que no se iba a detener. Pero igualmente, se detuvo por unos segundos para saludar a su público y presentar ‘No me parezco’, esa mezcla entre el dolor y alivio que se ha convertido en una de sus señas de identidad.
Antítesis es la palabra que describe el paso a la que fue la siguiente canción, que también sirvió de retrospección dado que es su tema más antiguo, de cuando se hacía hueco desde YouTube. Mientras que la anterior nace de una ruptura dolorosa de esas que dejan huella, ‘El Ejército’ es el resultado de una época en la que, entre las risas del público, Boza afirmaba que “todavía creía en el amor”.
Como un volcán que sabes que va a estallar en cualquier momento, Boza y sus músicos se iban creciendo a cada canción. Miente quien diga que no quiera un disco de directos en el que se perciba toda esa potencia y energía. Piezas que parecen tranquilas pero a mitad cambian de ritmo y gracias a la maravilla del “aquí y ahora” sacuden desde el escenario a cualquiera como ‘Nana Noir’ y ‘Restos de mi verano’; presencia de un bajo imprescindible en la necesaria ‘Culpa y Castigo’; y una Carmen cada vez más inmensa rasgando su voz en las notas más sucias —y sexys— de ‘De lirios y éxtasis’, ‘Mi Do menor’ y ‘Fieras’.
“Nadie tiene el derecho a juzgarme ni tampoco el deber de salvarme”, pero nadie se salvó de las garras de Boza aquella noche.
Ninguno de los allí presentes creyó que el concierto había terminado de verdad con ‘Señales’, todos sabían que quedaban los bises. Acompañada únicamente de su eléctrica, Carmen se lanzó con ‘Sin salida’. Sin embargo, no iba a terminar esta batalla ella sola y por ello la banda volvió al escenario para terminar el tema y pasar del uno al todo y, sin dejar de sonar, enlazar a la perfección con ‘Octubre’ para cerrar, haciendo sentir así que acababa de producirse la erupción de un volcán: el volcán eléctrico de Boza.
*Fotos: propias y Alba Suay