El trap fue calificado por El Mundo como algo “nihilista, sexual y estupefaciente”. Está claro que no es la definición más completa, pero también es verdad que a veces mucho de eso. Porque en realidad el trap bien entendido no deja de ser un grito desesperado, una llamada de auxilio -y de atención- ante la situación que vive nuestro país.


Pese a este primer acercamiento, he de reconocer que la mayor parte del tiempo me río del trap. Bueno, más bien me río de los traperos que no han pisado un barrio chungo en su puñetera vida y que han vivido -y viven- bien. Entiendo que el trap también es una reacción cultural a esa moda de buenrollismo indie / alternativo que se está transformando en un flower power nauseabundo a base de tanto halago. De forma parecida nació el punk y así nació el propio flower power original, el hippie, la contracultura. Lo que ocurre es que después todos los movimientos culturales tienden a endiosarse a sí mismos y a hacerse endogámicos. Como tal, la aparición del trap es una bendición, un pequeño azote a esos zotes “culturetas”. Lo que me choca es que esos “culturetas” se cambien de acera como quien se cambia de ropa interior. Ver al chico bien (de clase media para arriba) haciéndose el malote, el machista, el violento, el chulo del barrio. No es que todos los traperos sean así, ni siquiera los advenedizos, nada más allá de la realidad. No obstante sí que hay un porcentaje muy importante de ellos que encajan en el citado perfil. ¿Le ponemos puertas al campo? Ni mucho menos, pero tampoco voy a ponerle yo puertas a mi sentido crítico ni a mi libertad de expresión.

No entiendo que el Tito MC fuese motivo de  mofa en su día y que hoy otros sean alabados por hacer la misma mierda. Pura pose, puro postureo. De la camisa abrochada hasta el último botón a la camiseta de baloncesto dos tallas más grande. Ya esbozaba mi compañera Carolina Cadenas un cuadro similar en su crítica a ‘La Salchipapa’ de Leticia Sabater: “España se empeña en destruirse día tras día creando una sociedad que aplaude el chonismo ilustrado“. En España nos gusta esta clase de circo desde siempre, es una cultura tan nuestra y tan repelente como otras tantas, pero es que oiga, son nuestras. Ya lo contó don Mariano José de Larra en uno de sus más brillantes artículos: El mundo todo es máscaras. Todo el año es carnaval. Nos encanta ser otros, nos encanta posar.

¡Qué empeño de no parecer Julianita lo que es! ¿Para eso sólo se pone un rostro de cartón sobre el suyo? ¿Teme que sus facciones delaten su alma?

Y es que el Tito MC era eso, un trapero de medio pelo. Un chico joven que repartía pizzas para una famosa cadena de comida rápida. Nacido en Guinea Ecuatorial, llevaba en Sevilla desde los 12 años y a buen seguro que sufrió toda clase de vejaciones por no ser blanco. ¿Su reacción? Convertirse en un hilarante gangster en un vídeo y una canción que han pasado a la historia. Sin embargo, han pasado ocho años y lo que hizo aquel hombre ahora es regla y costumbre. Ya no es ridículo, ya es arte y negocio. Comparen sus letras, su obsesión por la palabra “puta” (ahora se usa “bitch” que debe sonar mejor), por erigirse como el macho alfa, por las rimas fáciles, por tratar a las mujeres como objetos sexuales… Todo ello como consecuencia de una reacción contra el racismo, igual que ahora se reacciona a otra clase de problema social y cultural: una galopante crisis económica que se lo ha llevado todo por delante. Afirmo, sin lugar a equivocarme, que existen reacciones más inteligentes que colocarte un disfraz y hacerte el tipo duro para después volver a ser el de siempre en tu día a día.

Gracias a aquellos y aquellas que hacen del trap un arte musical y gracias también a los que hacen del género un arte cómico y teatral. No se crean que es difícil diferenciar, los primeros saben de dónde vienen y tienen un objetivo; mientras que los segundos se han subido a un carro que -siendo benevolentes- los convierte en unos horteras. Porque ese segundo grupo tiene que saber que el Tito MC ya lo hizo antes, que el Tito MC fue el primer trapero de su clase en España y que el Tito MC es su modelo les guste o no.

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