¿Es Salve Discordia el mejor álbum facturado en España en lo que llevamos de 2016? No los he escuchado todos, así que aventurar un “sí” es cuanto menos atrevido, pero si no está en la cima, cerca ha de estar. Triángulo de Amor Bizarro han vuelto a mostrarse impecables e implacables.
“La redondez” de un disco -más allá del formato físico gañanes- es un concepto tan manido que cuando acudo a él, lo hago con guantes y mascarilla. Cualquier producto discográfico es redondo hoy, siempre hay alguna razón. Un “disco redondo” es el culmen del peloteo, o si prefieren un eufemismo, de la crítica positiva. Como es normal, los críticos solemos reservar este adjetivo mamporrero para nuestros grupos preferidos, para ver si hay suerte y se hace bola. Bueno, yo tengo que reconocer que Triángulo de Amor Bizarro nunca ha estado entre mis bandas de cabecera. Más allá de canciones sueltas, nunca conseguí engancharme del todo a su onda. Mi déficit de atención y algún prejuicio incrustado en el subconsciente (esto último no es seguro) me lo impedían. En estas llegó Salve Discordia, cuyos adelantos fui cubriendo con la cautela del mal torero, lo que en términos más civilizados viene siendo con mucha desconfianza. ¿Me estaban gustando Triángulo de Amor Bizarro? Sí que lo estaban haciendo, y cuando salió el álbum al completo me vi incluso abrumado por el conjunto. Prueba de ello es que hasta hoy no he terminado de reseñar el disco. Es un trabajo grande, y como tal, se me ha hecho largo mas placentero criticarlo.
Rodrigo Caamaño, Isabel Cea, Rafa Mallo y Zippo son buenos, qué duda cabe. El equilibrio entre letras y melodías es perfecto, en ambas facetas están para el sobresaliente. De nuevo el juego de voces que nos presentan Caamaño y Cea es maravilloso. La asignación de papeles, con sus ritmos bien determinados previamente, y aprovechando los tonos de las letras, es magistral. Simplemente encaja todo, no hay espacio para la duda ni para la crítica negativa. También hay que destacar a Carlos Hernández, cuya cuota de “culpa” en el resultado final es importante. El productor ha conseguido rellenar cada espacio, atar cada cabo, llevando los instrumentales al límite cuando así lo requerían y sabiendo siempre qué destacar de cada actuación.
Salve Discordia se inicia con ‘Desmadre Estigio‘, un tema realmente diferente a lo que venían ofreciendo. Elegirla como canción de apertura fue una decisión arriesgada pero acertada. La melodía casi fantasmal, lisérgica, bien punteada para disipar algo de oscuridad, termina por explotar con un “Nunca es demasiado pronto para romper un par de brazos / A los que quieren aprovecharse de ti”. Poca broma. ‘Gallo Negro se Levanta‘ es más rápida, resultando enérgica, rugidora y vibrante. Mucho más rockera que su predecesora, aunque igualmente alejada de la marca TAB que todos teníamos en nuestra cabeza. Noise frenético de altos vuelos. Para ‘Barca Quemada‘ ya se nos aparece Cea. Qué bien canta, qué bien flota sobre las melodías shoegaze, qué acercamiento más pop al noise, y qué poco desentona. Un apunte, ¿dice “cuando te follen las fuerzas” no? Brutal. ‘Seguidores‘ (cuarto corte, para resituarnos) es una oda a lo que ha de ser el dream pop. La melodía es digna de los días más avezados de Slowdive, con una explosión final perfectamente subrayada por la guitarra. Y en estas llega ‘Baila Sumeria‘ para sumirnos en la música de baile. ¿Cuántos sonidos diferentes hemos escuchado hasta ahora? Otra carga de energía, una tormenta solar, en la que bajo, batería y teclados están impecables. ‘Cómo Encontró a la Diosa‘ vuelve a la línea de ‘Gallo Negro se Levanta’ con un ritmo de batería sutil por momentos y marcando un patrón infernal. Otro balazo.
‘Qué Hizo por Ella Cuando la Encontró‘ es la respuesta a la canción anterior, y otro despertador. En esta ocasión, un despertador de los placenteros, de los que da gusto escuchar, si es que eso existe. Las letras, cargadas de romanticismo y de humor negro son imperdibles. “Contigo no vuelvo / no vuelvo ni muerta”. Así se habla, el amor a veces es una mierda. ‘Nuestro Siglo Fnord‘ es una continua huida hacia delante. Recuperamos los ritmos desenfrenados, no obstante en este caso la voz de Cea es la protagonista. Más matices, y llevamos un carro de ellos. Y aunque no lo haya citado todavía a estas alturas, cuando uno acaba de escuchar el disco por enésima vez, se hace también consciente del sutil trabajo de Zippo, pieza clave para crear las densas atmósferas como aquí ocurre. ‘Euromaquia‘ entra de lleno -de forma muy obvia- en reivindicaciones políticas, una de las facetas que más gustan de Triángulo de Amor Bizarro, y que en este álbum ya habían aparecido, solo que más sutilmente. En ‘Euromaquia’ lo proclaman bien alto y claro: “Europa es una zorra y / está matando a su juventud”. ‘Luz del Alba‘ hace honor a su nombre y estalla como una estampida de bisontes. La batería va a mil revoluciones (a tantas no, pero habría que ver cómo acaban los brazos de Mallo), la distorsión se hace dueña del resto de instrumentos, y Caamaño interpreta el papel de vocalista con un cierto tono a disimulado interés. ‘O Salve Eris‘ podría formar parte perfectamente del repertorio de los granadinos Trepàt, cuyo El Amor Está en la Tierra viene a condensar este sonido a lo largo de todos sus cortes. Para Triángulo de Amor Bizarro es un terreno más desconocido, aunque han demostrado manejarse a la perfección en esta oscuridad. Cuestión de talento: ven de oídas.
Triángulo de Amor Bizarro se ha doctorado con Salve Discordia. No sé cuantos doctorados llevan, ya que hasta este punto de su carrera no he logrado entrar por completo en su mundo, y ahora sus discografía anterior me parece igualmente magníficos. Este hecho no hace más que agigantar la figura de este larga duración, y destruir la teoría de los vasos comunicantes. Salve Discordia es un chorro de música que tiene para todos, es infinito. Adivinar influencias es una lotería, sin embargo sería absurdo negar ecos de The Jesus and Mary Chain, New Order y Joy Division, Spaceman 3, Slowdive, The Cure, The Smiths… Los nombres que se me vienen a la mente son tan variados, y aportan en facetas tan diferentes que vuelven a engrandecer el tamaño de Salve Discordia. Un elepé cambiante, camaleónico, que lo mismo te fusila con un verso directo, que te da un divertido rodeo para acabar diciéndote lo contrario. Comencé diciendo que no sabía si era el mejor álbum de lo que llevábamos de año, y terminaré diciendo que lo que es seguro es el álbum con mejor guión de 2016. Embriagador de inicio a fin, ahí radica su redondez. ¡Salve Discordia!