No es la primera vez que hablamos sobre Cosmo Sheldrake en El Ukelele. Ya lo hicimos a propósito de su penúltimo trabajo, y repetimos a causa de su último lanzamiento: Pelicans We.
Cosmo Sheldrake es un músico británico, músico en toda la extensión de la palabra: multiinstrumentista, vocalista y productor. A sus veinticinco años forma parte de una generación que no necesita más que un buen instrumental para hacer música compleja, sin necesidad de otra gente, sin dependencia del exterior. Toca el banjo, el bajo, la tuba, el acordeón, el teclado, casi cualquier cosa. El joven inglés plasma en sus composiciones de forma natural y agradable todo su talento.
Su música es un carrusel, un carnaval. Una conjunción de colores en movimiento que hacen que nos quedemos embelesados. Ya lo hizo con The Moss, y lo ha vuelto a hacer con Pelicans We. Algunos lo ven como una especie de genio infantil, su música tiene un toque juguetón, pero no es imposible encerrarlo bajo esa etiqueta cuando gente de todas las edades ha visto sus actuaciones. Tampoco lo consideran infantil dentro del gremio, para Pelicans We ha trabajado con alalal, que ha mezclado a Mark Ronson, a Bruno Mars o a Metronomy, ahí es nada.
Pelicans We es una historia que contiene algo de épica, mucho mensaje entre líneas y sobre todo alegría. Volvemos de nuevo a esa etiqueta infantil, una etiqueta cuyo significado no puede ser peyorativo. Hay mucha influencia de la historia artística anglosajona del siglo XIX en él: desde el romanticismo (William Blake) hasta la literatura fantástica (Edward Lear o Lewis Carrol). También hay un gran poso de genuino folk inglés en su sonido, un género que se ha visto atrapado por el folk escocés e irlandés, además del pop, y cuyo sonido es un gran desconocido para el gran público.
Comienza Pelicans We con “Tardigrade Song’s” una introducción alegre y épica. Cosmo canta lentamente, detrás de esa loop station que tan bien maneja. “All I want is my shrubbery / and my little patch of moss” proclama el de Brighton entre líneas, un sinsentido absoluto si lo sacamos del contexto, pero que cobra todo el sentido del mundo en “Tardigrade Song’s”. Con Cosmo Sheldrake nada es lo que parece, y esta canción sobre los tardígrados lo demuestra. Además del cuidado sonido y del perfecto ensamblaje de las piezas (esos silencios vocales son talento puro), destaca una melodía muy especial que transmite unas sensaciones inmejorables. Hay mucha fantasía en este tema sin llegar a tocar la psicodelia, toda una declaración de intenciones.
Continua el EP con “The Fly” un tema en el que el R&B se entremezcla con el folk, y cuya progresión demuestra el talento de Sheldrake. Destacan a lo largo de todo el tema el banjo, la percusión y el bajo. Una vez más, bajo la alegría de la melodía se deslizan pensamientos muy profundos: “If thought is life / and strength and breath / and the want / of thought is death”. Cosmo Sheldrake hace una analogía tan sencilla como efectiva entre el vuelo y la vida, bien revestida con una melodía impecable e implacable.
“Pelican We” inaugura la cara b del EP. Por sonido quizás sea el tema menos complejo del álbum, lo cual no le quita ni un ápice de valor. El misterio se desliza por cada nota, la percusión nos mantiene alerta a lo largo de todo el minutaje. “Pelican We” se acerca al género psicodélico en melodías y letras sin llegar a sumergirse en él, es simplemente una canción fantástica.
Ciera el EP “Rich”, canción en la que colabora Anndreyah Vargas. Ahora sí que el sonido se torna casi minimalista (en términos de Cosmo Sheldrake). Vargas toma el protagonismo absoluto en las voces, quedando Cosmo en un segundo plano. Resulta complicado encontrar una voz más adecuada para la etiqueta infantil que lleva consigo la música de Sheldrake. Como he comentado, el acompañamiento instrumental es sencillo, pero destacan las palmas y el instrumental de viento.
Es difícil adivinar el techo de Cosmo Sheldrake. Pelicans We vuelve a recordarnos que nos encontramos con uno de los mayores talentos de la música británica de los últimos tiempos. El de Brighton es un músico innovador y que no tiene miedo a los riesgos, de grandes influencias clásicas pero con un gran afán por superar las barreras de la música contemporánea. Syd Barrett está considerado como el último romántico inglés, quizás haya llegado el momento de quitarle ese apelativo y concedérselo a Cosmo Sheldrake, temas como “Octopus Ride” ya tienen continuación con él.