Hace tiempo que los fines de semana, tanto en ciudad grande como en universitaria, dejaron de celebrarse el viernes para adelantarse a los jueves (inclusive miércoles en casos muy golfos). El pasado 27 de noviembre era una de esas noches en las que una hubiese querido duplicarse y recabar en diferentes antros de distinto calado. La fortuna quiso que mi territorio fuese un lugar distinguido y subterráneo. La sala Clamores celebraba una de sus sesiones bajo el manto de la cerveza Alhambra. Novedades Carminha aparecía en los títulos.

 

‘Juventud Infinita’ es el título de su último trabajo, disco en el que vuelven a invitar al amor fugaz y al carpe diem con la novedad de tomarse (un poco) más en serio. Antes de corear ‘o follamos todos o me tiro al río’ había que calentar motores y Peluquería Canina fueron los llamados a conseguir que el variopinto público que iba descendiendo, y pasando el peaje de nuestro amigo de pajarita, posara su mirada en el escenario. Bajo este canino nombre se esconde un trío afincado en Madrid que en marzo de este año publicó ‘Cerebros’, con canciones como Rechazado o el tema que da título al disco. Ambos interpretados por la banda en el elegante lugar que más tarde se convertiría en un antro de perversión. Punk con un deje remember a los ‘movidos’ ochenta que consiguió ir despertando a los trajeados que permanecían estáticos en sus mesas.

Fotografía de Flora Navarro. Cedida por Ernie Producciones.

Con el tiempo justo para pedir otra cerveza y recordar el nombre de los teloneros, aparecieron en escena Novedades Carminha. La noche iba a deparar sorpresas tal y como nos lo hicieron saber en la entrevista que nos concedieron. Con su particular relación enfrentamiento-amorfinal hacia el público allí congregado empezaron con un solo de guitarra más cercano al blues sureño que a la fórmula de garage-punk informal al que nos tienen acostumbrados. Quizás fuese la señal para que comprendiéramos que este disco, Juventud Infinita, ya es cosa seria. Bajo la fórmula de los dos minutos de duración y el baile como único alimento del cuerpo (al menos que fuera visible), fueron regalando temas de la cosecha de esta añada y de sus anteriores trabajos. Así, mientras ellos se roneaban e instaban a que su música estaba hecha para sudar, follar y descargar (en el orden que ustedes prefieran) fueron sonando himnos como Devórame otra vez, su particular guiño a The Beatles con Échame gel o F.O.L.L.A.R. El momento más esperado de la noche fue, sin duda, la subida al escenario de El Coleta, rapero de barrio (Moratalaz, oigan, el barrio de moda). Sin exagerar, desde el fondo de la pista fuimos más de uno los llegados desde la línea 9 de metro. Ya no somos eso que está entre Vallecas y San Blas. El tema elegido para la colaboración fue uno de los grandes de mi vecino, Nanai Nanaina, donde no deja títere con cabeza. La gente se quedó con ganas de más peleas de gallos, pero había que continuar con la fiesta gallega. El periplo por sus tres trabajos publicados prosiguió con, entre otras, Antigua pero moderna, Ensalada de hostias, Amor rural, Jódete y baila, Juventud Infinita y la versión que se han marcado del clásico de Dutronc, Et moi, et moi, et moi. Santiago Apóstol quiso también acompañarles en los bises y el milagro se obró: tres sudadas groupies subieron a restregarse en el tramo final del concierto. Breve pero intensa fue su micro-actuación al ser desalojadas por la seguridad del recinto. No llegaron al estribillo, pero no importó para que Dani Less siguiera comprando los vinilos y el pogo echando cerveza a modo de maná. La premisa fue clara y se ejecutó a la percepción. ¡Clamores, a bailar coño!

Fotografía de Flora Navarro. Cedida por Ernie Producciones.
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