El traslado del festival Monkey Week desde El Puerto de Santa María hasta Sevilla fue todo un acontecimiento informativo. El evento musical más especial de nuestro país cambiaba las bodegas y callejuelas de la localidad gaditana por la imponente Alameda de Hércules sevillana.
Más allá de lo sentimental –a mí como gaditano no me gustó– la decisión era (y sigue siendo) lógica, ya que el ayuntamiento de El Puerto de Santa María no puedo hacer nada por retener a la organización, que a buen seguro tenía una gran oferta del consistorio hispalense. La música en España aspira a ser una industria seria, y para serlo el dinero debe ser el que mande. Nada de romanticismos, “show me the money!” que diría el mítico Jerry Maguire. A todos los que tratamos de ganar dinero nos pasa esto en algún momento, no hay que renunciar a nuestros principios, simplemente hay que adaptarlos a la realidad, una realidad que hay que vivir, y para ello, de forma irremediable hay que comer. Esto no es ni una crítica, ni un lamento, es ley de vida.
El cambio apuntaba bien alto: salas con mejor acústica, conexión por AVE, aeropuerto internacional, más plazas hoteleras, mayor público local, más bandas de la zona… Sevilla es un buen negocio en ese sentido, y más si su corporación municipal apuesta merecidamente -ahí está la trayectoria del Monkey Week– por ti. Sin embargo, unos primeros nubarrones emborronaron el bonito paisaje. El tiempo es caprichoso e hizo que no hubiera puentes en octubre. Ni para el 11/12/13, ni para el 31/1/2. Por lo tanto, el jueves 13 de octubre estará dedicado por completo a actividades profesionales, un apartado en el que el festival se ha destacado sobremanera gracias a su buen hacer. El viernes 14 por la mañana también estará enfocado a este sector, comenzando el grueso de los conciertos ese mismo día por la tarde. Aquí entramos en el terreno de lo subjetivo, la organización ha elegido estos días, pero yo habría cogido el fin de semana aprovechando precisamente lo fácil que es llegar a Sevilla un viernes, y salir de ella un domingo ya sea en tren o en avión. El viernes por la tarde inauguración y primera gran noche. La mañana del sábado unas jornadas profesionales bien focalizadas que alcanzaran hasta la tarde tras un parón para comer en las propias instalaciones en las que se celebren. Para la tarde-noche y la noche, los conciertos más gordos. Al fin y al cabo, se puede elegir entre charlas y talleres o conciertos, no es necesario estar en los dos a la vez. El domingo por la mañana despedida en un horario apto para todos los públicos, incluso pudiendo alargar el evento hasta la tarde con bandas del lugar. Eso sí, sabiendo que a partir de la hora del almuerzo va a haber una desbandada, que el lunes hay que trabajar. Lo que ocurre con el plan actual es que las jornadas profesionales quedan enmarcadas durante el jueves y el viernes por la mañana. Algunos pensaréis que si queremos que esto sea una industria, que esto funcione como un negocio, habrá que actual como tal. Yo en ese sentido soy un poco más cuidadoso y opino que no estamos maduros todavía. Que en este país hay mucha banda que no vive de su música y que trabaja en otra cosa, mucho periodista freelance que hace malabarismos en varios medios y agencias, mucho empresario autónomo que dependiendo del mes puede (o no) abandonar su local un jueves y un viernes… Que conste que pretendo que mi crítica sea constructiva, sino no me tomaría tantas molestias en elaborar un posible plan alternativo, que si bien no es perfecto, al menos tiene lógica. En resumen, que no vengo para incitar al odio, vengo para exponer una serie de problemas que surgen a raíz de los cambios acontecidos.
Porque hablando de la parte que me toca –“pero si lo que tienes es un blog”- pensará alguno interrumpiéndose a sí mismo en la lectura. Bueno, tengo un blog que cubre toda España y México. Pago un servidor para esos dos sitios, pago dos dominios (el de México es caro), pago por unos plugins, pago por una plantilla, y solo tengo pérdidas (Google AdSense no me da ni para cubrir un 10 % del gasto). Por no hablar del tiempo que dedico a escribir artículos únicos (los míos no son copia y pega, es una regla que tenemos en esta humilde casa) y a editar los de mis compañeros. Y permítanme un último argumento a mi favor en cuanto a la profesionalidad. No llego ni a autónomo (no me da la vida para eso de momento ya que estoy ampliando mis estudios y trabajo por temporadas como contratado), pero desde El Ukelele, junto a las grandes compañeras de Proyecto Waikiki, estamos en vías de crear una asociación cultural que próximamente verá la luz, y que nos servirá para promover la música de forma más profesional, con un NIF. En Murcia por ejemplo tienen a Son Buenos, una asociación cultural que hace un trabajo (aquí la palabra trabajo está perfectamente usada) increíble. Y el Sonorama Ribera está organizado por Art de Troya, otra asociación cultural. Creo que no es necesario que diga nada más acerca de lo que es el Sonorama, ni de las posibilidades que ofrece una asociación. De hecho intuyo que cuando Monkey Week dice estar organizado por La Mota Ediciones Soc. Coop. And. & Mono Monete A. C., la “A” y la “C” de la segunda entidad significan asociación cultural. Una intuición que se convierte en realidad cuando uno usa el buscador del Registro Nacional de Asociaciones. En cualquier caso, nuestro objetivo es ser en unos años una sociedad mercantil si todo va como la seda. Mientras tanto, queremos dar este paso para que se sepa que vamos en serio, tan en serio como los anteriormente nombrados. Mi situación no es única, en este país nos contaremos por miles aquellos que queremos prosperar en este negocio, y que encima queremos hacerlo con buenas formas, con base a nuestro trabajo e invirtiendo dinero a fondo perdido.
La puntilla llega cuando ves el aumento de precio para los profesionales. Adjunto una captura para que cualquiera pueda ver cómo han evolucionado los servicios ofertados y los precios:
Esto no es una opinión, esto es una comparación con capturas de pantalla de la pasada edición y la actual. Antes tenías a tu banda tocando por 450 euros, ahora no hay término medio: tienes a tres bandas tocando dos veces cada una por 2000. Admirados organizadores del Monkey Week, he amado vuestro festival (yo he sido de los que ha pagado su abono PRO pese a haber escrito todo lo habido y por haber, para que otro compañero o compañera pudiera venir al festival desde fuera de Andalucía y disfrutara de la experiencia), pero por este camino voy a tener que amarlo en la distancia, como el niño que se planta frente al escaparate de una juguetería sabiendo que el cristal y el dinero son dos obstáculos insalvables para alcanzar su ilusión. Vuestro plan de negocio y el modo de vida del eslabón más débil de la cadena musical (ya sean músicos, informadores o promotores de perfil bajo) se han hecho un tanto incompatibles. Alguno romperá la hucha para estar allí desde el jueves hasta el domingo, quizás yo mismo. No puedo más que desear os volváis a superar para que valga la pena, para que la inversión tenga retorno. Larga vida y prosperidad.