Hay discos que se narran y otros que se interpretan. Con The United States of America uno ha de resignarse a disfrutar de la confusión y a tratar de desenmarañar los detalles que afloran a cada segundo. No es arte para humanos, al menos para humanos de hoy.
The United States of America se formaron en 1967, al igual que otras muchas bandas, encaramadas a la ola de ácido que recorría el mundo anglosajón, y de forma más concreta la Costa Oeste americana. El grupo originario de Los Ángeles estaba compuesto por Joseph Byrd (electrónica, clave electrónica, órgano, calíope, piano y voz), Doroyhy Moskowitz (vocalista), Gordon Marron (violín eléctrico, ring modulator, coros), Rand Forbes (bajo, voz), Craig Woodson (baterías y percusión). El reparto de tareas -hecha la excepción de Moskowitz- era espectacular, con una instrumentación que abarcaba casi cualquier sonido, electrónica, muy eléctrica y… sin guitarra. Lo cierto es que The United States of America lograron sonar como nadie lo había hecho hasta entonces, y como nadie más ha vuelto a hacerlo hasta ahora. Si bien el logro no solo fue alcanzado por los medios que tenían, sino también por el enorme talento compositivo e interpretativo que atesoraban.
Su único álbum, homónimo, es uno de los discos más psicodélicos de la historia, con la particularidad de que nunca se sale del pop. Olvidemos pasajes pesados, olvidemos ritmos machacones. TUSOA fue una obra magna en todas sus acepciones. Adictiva, compleja, lírica, sugerente, excesiva, paranoica, hermosa, estridente, y por desgracia incomprendida. La banda pagó un alto precio por su valentía y creatividad, expresada a través de un ácido surrealismo, con el agravante de que usaban el nombre de su país. Contracultura en estado puro. La obra describe perfectamente la decadencia de la sociedad americana a través de un sonido perfectamente orquestado -en ocasiones literalmente- para crear sensación de caos y desazón. El trabajo de Marron al violín es genial y clave del discordante sonido de The United States of America. Capaz de sonar violento como una guitarra, y al segundo siguiente tan tranquilo como si se estuviera interpretando un vals. En el álbum también colaboró Ed Bogas, que junto a Byrd llevan a los instrumentos de teclas a otro nivel. Superlativos ambos. Moskowitz como vocalista alcanza un punto intermedio entre el atractivo de Nico o Grace Slick, y la locura de Daniel Johnston. No busquen comparaciones con sus coetáneas, no hubo otra mujer que interpretara mejor lo que es la psicodelia a nivel de voces que ella.
Ir canción por canción en este análisis es -como no podía ser de otra forma- complejo. Ya inicié el texto casi excusándome por lo complicado que resultaba hacer una narrativa fiel de lo que aquí suena, pero sería injusto no intentarlo. ‘The American Metaphisical Circus’ comienza juguetona con música de cabalgata hasta desinflarse y transformarse en una pesadilla. El uso de diferentes piezas musicales superpuestas, que si nos fijamos, no tienen ningún tipo de conexión armónica es brillante y futurista. Además sin dar sensación de estar escuchando capas y capas. ‘The American Metaphisical Circus’ suena liviana y limpia pese a las miles de fragmentos que la componen. Continúan con ‘Hard Coming Love’ cuyo solo de bajo impresiona. Zumba como una avispa y pica como tal. La mezcla entre los sonidos estridentes producidos por el violín y el teclado, con el bajo solista que se descubre cuando uno acostumbra el oído es la ideal. Rock de ácido de altos vueltos. Llegados aquí hay que mencionar y alabar la gran producción de David Rubinson, que permitió que este sueño se transformara en música. Aquí los teclados ya se presentan de forma seria, algo que se repetirá también en el potencial single ‘The Garden of Earthly Delights’ y la primaveral ‘Coming Down’. El tercer corte es ‘Cloud Song’ que sirve como ejemplo perfecto del uso de la electrónica en 1968. The United States of America los usaron sobre todo en sus introducciones a los temas, y el efecto que consiguieron fue el esperado: generan tensión y atraer la atención del oyente. ‘I Won’t Leave My Wooden Wife for You, Sugar’ es uno de los temas más normales (?) del álbum, con una instrumentación que destaca más por la cantidad de elementos, que por la calidad, que no deja de ser alta. Lo que para otros hubiera sido un temazo, aquí se queda en uno más. ‘Where Is Yesterday’ usa un canon barroco, que arranca con un canto gregoriano más propio de Silos que de L.A. El juego de voces usado a lo largo del tema, y los efectos de película de terror logran una vez más un contraste inquietante. Los continuos bandazos del grupo son geniales. Su forma de compactar la amalgama de sonidos, influencias y géneros es una cumbre en la historia del género. ‘Love Song for the Dead Che’ baja revoluciones. Aquí nos topamos con una balada más alejada del ácido, y que le canta a la melancolía y la tristeza. ‘Stranded in Time’ une a la psicodelia con el sonido de orquesta, para acabar conformando una canción de pop con tramos incluso bailables. Cierra TUSOA ‘The American Way of Love’, una deconstrucción musical de la estructura del álbum con sonidos de orquesta, circenses, con el violín rabiando, el bajo haciendo de solista, los teclados doorsianos… Efectivamente, este disco no es una suma de canciones: es una obra buscada e intensamente trabajada, perfectamente compuesta y ordenada, que explora espacios nunca antes visitados por el hombre. Como se puede escuchar al final:
How much funny it’s been.
The United States of America atravesaron las puertas de la percepción y volvieron tras sus pasos para explicar qué había más allá. Esa combinación entre música infantil y de terror es una de las mejores aproximaciones que se han hecho a lo que es un viaje. Pese a la calidad del álbum, editado por Columbia Records, y lanzado el 6 de marzo de 1968, el grupo se acabó separando ese mismo año dejando tras de sí un legado único, al que el paso del tiempo no es que no le haya afectado, es que lo ha hecho más valioso. Su complejidad evitó que sus autores alcanzaran mayores cotas en aquel tiempo, y la dificultad de encontrar información sobre ellos a día de hoy (cosas del nombre), hace que The United States of America sean una banda injustamente desconocida. A modo de adelanto diré que volveremos sobre Byrd, ya que con su siguiente grupo –Joe Byrd and The Field Hippies– lanzó otro álbum inolvidable en 1969. ¿Su título? The American Metaphysical Circus. Si consideramos a Radiohead unos genios por Kid A, The United States of America no pueden ser menos. Encarnaron a la vanguardia de su tiempo, un tiempo de leyendas.