La escena electrónica colombiana evoluciona y Julio Victoria es uno de los grandes responsables.
La música ocupa un lugar fundamental en la vida de muchos de nosotros. Somos un séquito de almas en una insaciable búsqueda de sonidos para ambientar nuestra fugaz existencia. Sonidos que nos hagan vibrar y sentir cosas que no creíamos capaces de experimentar. Emociones de las cuales somos víctimas, y sensaciones que estamos aún por descubrir.
Y es precisamente en muchas de esas búsquedas insaciables cuando nos encontramos con algo que no estabamos esperando encontrar en lo absoluto. Algo que puede ser una exquisita sorpresa, o una gran decepción en el peor de los casos. Pero cuando el hallazgo es tan luminoso que hasta resulta difícil de creer, es imposible concebir la vida de la misma manera después de tener un acercamiento tan próximo y sublime a la verdad; a la belleza sin límites visibles.
Seguramente, y lo espero de todo corazón, muchos hemos atravesado por esos momentos de iluminación en los cuales casi todo cobra sentido gracias a la música. Una vez eso ocurre, ya no hay vuelta atrás. Sólo existe espacio para sonidos en línea con lo más remoto de nuestro ser, en conexión directa con nuestro espíritu.
Algo exactamente como lo que acabo de describir es lo que se siente al escuchar el célebre trabajo de Julio Victoria. Un artista que a lo largo de los últimos años ha revolucionado completamente el marco de la producción de música electrónica en Colombia, con un aporte que está por dejar una huella imborrable en la historia de la música del país.
La música electrónica en Colombia ha gozado de genios como Jacqueline Nova, pionera en la experimentación con el género en nuestro país e incluso Will Holland o Richard Blair, quienes llegaron a nuestra tierra a comienzos del nuevo milenio para inyectar con una fuerte dósis de frescura y espontaneidad a lo que parecía un territorio árido y casi infértil, de no haber sido por bandas como Estados Alterados en la década de los 90, quienes hicieron uso de varios recursos electrónicos para elaborar su particular sonido. Es factible que éste fenómeno de los años 2000 en Colombia, le haya dado la valentía y el vigor a muchos otros artistas que surgieron durante lo que probablemente fue la primera gran explosión de música con una clara y audible influencia electrónica en el país. Es en este particular momento de nuestra historia donde logramos escuchar varios nombres sobresalientes en el género, como Divagash, Supervelcro, Naif, F4ST, Superlitio, entre otros que tomaron el riesgo de incluírse en las vanguardias de la producción musical de la época.
Al día de hoy, Colombia sigue en proceso de construir una escena de música electrónica sólida y es inmensamente grato saber que contamos con una gran cantidad de artistas, DJs, empresarios, y expertos en la materia queriendo lograr hacer de éste punto del planeta una fuente de música de altísima calidad.
Esta misma es la tarea que desarrolla y la misión que se ha propuesto Julio Victoria, convertir nuestro entorno inmediato en un poderoso altavoz de fineza y elegancia sonora para el resto del mundo. Sobra decir que eso en Colombia es un acto de noble interés y loable ambición. Son ya alrededor de 7 años que hemos tenido el placer de ver a un genio experimentar y comunicar sus magníficos descubrimientos a la creciente audiencia colombiana a través de sutiles pero contundentes sonoridades, capaces de alzar nuestras miradas y dirigirlas hacia nuevos horizontes.
Quienes hemos tenido el infinito placer de ver a Julio Victoria en acción a través de los años, sabemos que es una experiencia inigualable e inexplicablemente cada vez mejor que la anterior. Algo sin precedentes en la mayoría de los casos. Desde sus inicios en Radio Berlín, su monumental residencia en Billares Londres y sus indestructibles sets en clubs como BAUM, El Coq y Octava, Julio ha demostrado ser el mejor y más importante DJ en la actualidad de Colombia, convirtiéndose en invitado de honor en fiestas a lo largo y ancho del país, además de ser un gran atractivo en eventos tan importantes como las primeras ediciones del BAUM Festival y el Boiler Room en la ciudad de Bogotá; a su vez logrando compartir escenario, o abrir y cerrar las presentaciones de importantes artistas internacionales de la talla de Juan Atkins, No Regular Play, Warpaint, Anja Schneider, y Ben Klock en diferentes oportunidades.
Detrás de las tornamesas, Julio Victoria tiene el poder y sabe muy bien cómo usarlo. Es un maestro creando atmósferas que envuelven inesperadamente y en el momento menos pensado nos transportan a momentos y lugares listos para ser descubiertos por vez primera. Espacios tan remotos que no creíamos posibles de ocupar. Momentos tan volátilez de los cuales sólo nos queda el recuerdo de estar suspendidos indefinidamente en el tiempo.
Hay momentos en los que épocas de la historia se han dividido en dos. Hay también momentos en la vida que constituyen un renacer de la existencia misma y nos cambian para siempre. Para mí Julio Victoria está en ambos. Está el antes y el después de Julio en la música electrónica colombiana, y yo no soy el mismo desde la primera vez que lo escuché tocar. Muchos ya lo saben, pero no está de más reiterarlo: Julio Victoria es un tesoro invaluable para la música de nuestro país.
Para conocer más sobre Julio Victoria y su trabajo, puedes visitar su página de internet juliovictoria.com