Enrique Octavo son tan atrevidos que fueron capaces de cantar ‘Que le corten la cabeza‘ en su debut. Ahora están en esos momentos previos a la publicación de un nuevo trabajo, esos días de nervios en los que los cigarrillos se consumen a la velocidad de la luz, y sino las uñas. Sin embargo, la calidad de sus adelantos deberían darle un respiro a sus bolsillos y dedos, el idilio con sus canciones permitirá que los volvamos a ver.
Enrique Octavo son un dúo de Granada que están buscando un hueco en la difícil escena musical nacional. Dicho así, no son nada especiales, ¿no? Desde luego que no, pero Enrique Octavo no son una banda más, a mí no me lo parecen ni de lejos. El proyecto está capitaneado por José Bolívar, al que con un poco de mala leche podría definir con la frase de la biografía que usa el grupo en Facebook : “un rey, y tal”; estando acompañado a la batería por José Romero. En 2015 lanzaron un primer larga duración titulado Todo es Verdad que contiene la canción citada en la entradilla, y alguna que otra colaboración estelar como la de La Bien Querida. Próximamente verá la luz su segundo álbum: Que el amor no te lleve tan lejos. No hay fecha exacta todavía, pero de abril no pasará.
Enrique Octavo se caracteriza en esta nueva etapa por un sonido artesanal, y a pesar de ello no carece de de riqueza. Al contrario, a cada escucha captarás nuevas esencias, y esbozarás una medio sonrisa de satisfacción. En los dos singles de adelanto que han sacado a la luz, han demostrado que no es necesario contar con medios electrónicos, ni siquiera eléctricos para hacer buena música. Una apuesta arriesgada aunque llena de personalidad. En ‘La vida es un suspiro‘ los dos joses se ven asistidos por el violín, la viola y el chelo de Cosmotrío. ¿Para qué tirar de sintes si puedes hacerlo así de bonito? Lo cierto es que el tema es un canto profundo al amor, en un tono casi primaveral, con unos versos llenos de provocaciones. La vida es un aburrimiento, pero bendito aburrimiento si estás bien acompañado. ‘Te quiero mal‘ con su acompañamiento en los coros, es más veraniega. La progresión de los acordes de guitarra recuerdan a los geniales Love, en formato desenchufado eso sí. Escuchando ‘San Judas‘, uno no puede negar que estos tipos sean granadinos. Aquí Bolívar entona un canto que lo emparenta con Abraham Boba de los aclamados León Benavente, aunque para mi gusto, el andaluz resulta menos plano. Jimi García de Eskorzo pone su granito de arena con un solo de trompeta espectacular, que si te descuidas te traslada a un paisaje sonoro a medio camino entre un pasodoble y una marcha de Semana Santa, sin embargo la agilidad y la épica que lleva intrínseco el instrumento de viento son únicas, encajando a la perfección en la construcción de ‘San Judas’. El conjunto se completa con unas palmas muy flamencas, y el quejío de Bolívar. ‘Igual‘ arranca al rápido ritmo que Romero marca, casi motorik, la guitarra de Bolívar echa humo. Si el punk tuviera su traslación al acústico, ‘Igual’ sería el ejemplo perfecto de lo que debiera ser: rápida, concisa y machacona. Lo último que hemos podido escuchar es ‘Que el amor te lleve tan lejos‘, que entra en el siempre atractivo mundo del sonido oriental y psicodélico. Lo hace a través del magnífico uso que se le da al theremín y al sitar (aportado por el dúo Guau), que contrastan a la perfección con la sencillez de la batería y la guitarra. El efecto que produce el tema es el de un trance, es verdaderamente hipnótica. Cuando uno menos lo espera, Bolívar recita el título de la composición “que el amor te lleve tan lejos que luego no puedas volver”. Tranquilo lector, si no has captado el mensaje mientras lo escuchas, tu subconsciente seguro que lo habrá hecho.
Si hay algo que me sorprende de lo escuchado hasta ahora de Enrique Octavo -además del cambio con respecto a su primer disco- es la cantidad de registros que alcanzan. Habría que encuadrarlos dentro del pop, pero transitan a las mil maravillas de la luz a la oscuridad, y viceversa. Además atisbaremos pasajes folkies, y otros más acelerados, sin perder nunca el encanto. Todo esto con una acústica, y una batería que va con lo justo: caja, bombo y charles. Es digno de reseñar también que lo logran sin renegar de su espíritu salvaje y punk en ningún momento, transgrediendo de una forma tan natural que uno apenas es consciente gracias a unas letras tan surrealistas como inteligentes.
No me cabe la menor duda de que Que el amor no te lleve tan lejos va a ser una de las joyas discográficas de 2016. Espero que no quede oculta, solo estos tipos pueden limpiar el pérfido nombre de Enrique Octavo. Por último, y haciendo una excepción dado que no me gustan las comparaciones –son odiosas- he de hacer público a qué me ha sonado Enrique Octavo. No serán sus inspiraciones ni de lejos, aunque si te gustan los nombres que voy a citar a continuación, los granadinos van a gustarte a la primera escucha (y tranquilo, que voy a poner ejemplos cercanos y actuales). En mi mente se ha aparecido el uso que actualmente Tigres Leones le dan a la guitarra acústica en el estudio (al estilo de Love o Syd Barrett); el tipo de voz de Abraham Boba; además de unas letras inteligentes, con el sello “made in Granada“. Lo sé, casi nada.