Quizá mucha gente desconoce que en Barcelona tenemos a uno de los mejores artistas nacionales. Siempre se le ha visto al frente de Standstill, una de las bandas más queridas en la ciudad, y tras su dolorosa separación -por lo menos para los fans-, Enric Montefusco se lanza en solitario, siguiendo en cierto modo la estela de los dos últimos trabajos discográficos de su antigua banda, pero con un concepto enfocado en la música popular.


Dentro de la programación del Festival Mil·lenni, una de las citas imprescindibles era la presentación del primer disco en solitario de Enric Montefusco, Meridiana (2016, Buena Suerte). Pasaban 10 minutos de las 21 horas cuando Enric Montefusco y sus nuevos compañeros de viaje, Pere Jou (teclados y más), Jaime Del Blanco (vientos y más), Ramon Rabinad (batería) y Aleix Puig (violín), salían al escenario del Casino L´Aliança de Poblenou.

Esperaba a un Montefusco más nervioso teniendo en cuenta que era el primer concierto de la gira, pero bastaron pocos segundos para comprobar que nada más lejos de la realidad. “Hola, hola” susurró al micrófono. A punto de empezar el concierto pidió a sus músicos que parasen. Quería explicarnos que era un día muy especial, que había muchos familiares y amigos entre el público y que es un día en el que empieza algo nuevo. “De hecho estreno hasta camisa y mi madre me ha cortado el pelo en el baño porque tenía aquí no se qué”, bromeó.

Chocó encontrar un escenario sencillo, austero, no como lo que veníamos viendo hasta ahora con la gira de Adelante Bonaparte o Dentro de la Luz. Nada de pantallas, proyecciones o juegos de luces láser, simplemente 5 tipos con sus instrumentos encima de las tablas.

Empezaron con ‘Adiós’, pero en una versión más tranquila, con menos percusión y acortada. Poco a poco Montefusco fue calentando al público, arrancando grandes aplausos con temas como ‘Meridiana’ o ‘Flauta Man’; “¿Quién de aquí hizo clase de flauta en el colegio? ¡Hay unos cuantos viejunos por aquí eh!” dijo a todos los que levantamos la mano. Y le dedicó con ironía la canción a esas “maravillosas clases de música”.

También comprobamos en otros temas como ‘Uno de Nosotros’, ‘Todo Para Todos’ u ‘Obra Maestra’ que las explosiones épicas propias de Standstill siguen vigentes en esta nueva aventura; menos eléctricas, sí, pero no por ello menos emocionantes. Así como también siguen esos estribillos coreables hasta casi perder la garganta.

En un cambio de guitarra nos advirtió que si cambiaba era “porque algo raro va a pasar”. Cuando empezó a tocar los acordes de ‘¿Por Qué Me Llamas a Estas Horas?’ se notó el amor y la pasión del público por una de esas bandas generacionales que marcan una época y que llegó a hacerle los coros. Fue impresionante la fuerza con la que sonó teniendo en cuenta que fue una versión mucho menos eléctrica (de hecho no había ni una sola guitarra eléctrica en el escenario).  No sería la única referencia a Standstill, ya que poco después podríamos disfrutar de ‘Adelante Bonaparte (I)’.

Tras abandonar el escenario y volver para los bises, donde hay que destacar la versión de ‘Todo es Mentira’ de Albert Pla (excelente), Montefusco desenchufó su guitarra y nos dijo que estaba bien, que esa noche había sido un concierto de estar tranquilos, sentados, pero que en ese momento ellos iban a coger sus instrumentos y se iban a tocar por ahí, “seguidnos y a ver dónde acabamos”. Finalmente, acabamos todos en el hall del Casino, donde nos animó a cantar con él ‘Obra Maestra’ y ‘Todo Para Todos’. Sin duda fue el broche perfecto para cerrar una noche en la que Montefusco le dio de nuevo significado a la música popular, quizá demasiado olvidada en los últimos tiempos. Que nunca nos falten mentes inquietas como la suya.

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