El concierto de Tame Impala en Madrid era uno de los más esperados por un servidor. Despojado de la posibilidad de ir a un gran festival de calidad, estos conciertos son los que le dan a mi 2013 algo de caché. Como Madrid está ahí al lado y el paisaje de La Mancha nos apasiona, no dudé un instante en acudir. Me pillé mis entradas a un precio sorprendentemente bueno (y aún así no se llenó La Riviera), e intenté acreditarme para hacer alguna foto, trámite que no culminé, y por ello aprovecho para pedir disculpas por la calidad de las fotografías, que no son lo más top que ha tenido la web.
La sesión de psicodelia empezó puntual, los granadinos Aurora, tocaron todo lo que pudieron en el escaso tiempo del que disponían, y el resultado fue inmejorable. Los tenía recientes nivel: haberlos visto en el Ojeando una semana antes y haberlos entrevistado ese mismo mediodía, pero tienen la suficiente frescura como para que uno no se harte de ellos con facilidad. Ave Fénix, Transparente, Desaparecer, Islas, Géminis… Tienen temas muy sólidos, y el público lo percibió, seguro que han enganchado a alguno fan más. Por mí parte cumplí comprándome su LP Géminis, la asignatura de grupi está superada.
Tras un parón de algo más de 15 minutos llegó Tame Impala. A estos chicos con pinta de andar por casa (Kevin Parker iba descalzo) los conocí en el FIB de 2011, cuando estaban empezando a sonar más, con su primer LP Innerspeaker. Lo que llegó después no se lo deben creer ni ellos, porque son los que encabezan esa ola psicodélica que amenaza con convertir esto en unos nuevos 60 (ojalá). Hubo algo que no entendí, me chocó mucho ver al público saltar en un concierto de música que no da mucho pie a ello, pero bueno, yo lo estaba gozando igual. Cada “auto prog” o el “New Jam” provocaron unos “empalmes” entre tema y tema que rozaban el apoteosis, en estos detalles se ve la calidad de la banda y su directo. Mind Mischief el primero de los temas que hicieron temblar la sala, al que siguieron Solitude is Bliss, Half Full Glass of Wine y la deseada Elephant. Con esta última se desató todo el mundo y el Éxtasis de Santa Teresa se quedó en un simple latigazo de placer comparado con lo gozamos. El concierto no se acabó aquí, Kevin Parker siguió animando al público y nos empujó a cantar Feels Like We Only Go in Backwards, y tras Oscilly cerró con las enormísimas Alter Ego y Apocalypse Dreams. Tras el típico amago de “me voy que mi madre me ha dicho que llegue a casa antes de las 11″ y pequeño remojón a los que estábamos en las primeras filas, Tame Impala volvió al escenario para tocar un par de temas más, el primer de ellos una “auto prog” y el segundo la mastodóntica Nothing that Has Happened So Far Has Been Anything We Could Control, con la que se marcharon y nos dejaron a todos allí, en pleno siglo XXI otra vez.