La jornada del sábado 30 del Low Festival fue, sin duda, la más intensa de las tres, destacando los conciertos de míticos grupos como Los Planetas o Suede o los más noveles como Terrier o Black Lips
El día del sábado comenzaba con un veterano Sr. Chinarro, debilidad de un servidor, era el encargado de dar comienzo a la jornada. De nuevo, ante la falta de coordinación, llegamos tarde al recinto, pero sí que nos acordamos por completo de lo que hizo el sevillano en el escenario Matusalem. En la primera parte del concierto interpretó por completo su último trabajo, El Progreso, guste o no, el disco suena propiamente a Chinarro, y aunque no pude disfrutar de la genial ‘Efectos Especiales’, entró con ‘El Castigo’ sonando y sin duda, me quedo con esa ‘Maravilla’, que con su título lo dice todo. Tras esto, cerró con grandes clásicos como ‘Babieca’, ‘Del montón’ o ese último mandamiento que es ‘Una llamada a la acción’. Sin duda, para los que somos fans, el sevillano siempre cumple, y esta vez no fue una excepción.
Ignorando el concierto de Second, a los cuales pasé por alto debido al empacho que tengo de grupos murcianos, lo siguiente que nos encontrábamos era una importante disyuntiva: por un lado, podíamos “mover el cucu” con Novedades Carminha, o por otro lado pasarnos por una de nuestras letras pequeñas subrayadas, Terrier. Tras disfrutar de ‘Devórame otra vez’ y teniendo seguro que este otoño volveré a ver a los gallegos, decidí entregarme por completo a los segundos. Con la primera canción ya sonando, me encontré con 5 músicos muy juntos como en una lata de sardinas enormemente entregados al muy discreto público. Sabiendo a qué se enfrentaban, se presentaron como Novedades Carmina Burana, y mostraron el punto más garagero de su sonido (tal vez ante la expectativa de plantear algo diferente a los gallegos o frente al sonido mejorable del escenario). Poco a poco el escenario fue llenándose, mientras ellos no dejaban canciones enormemente bailables como ‘Gafas estrábicas’, la idónea ‘Benidorm’ o ‘Dos cabezas’ con eso de “no, no es amor, lo que yo siento se llama obsesión”. Sin duda, y pese al “subidón” vivido en las últimas canciones de Novedades Carminha, como por ejemplo el genial cierre con ‘Antigua pero moderna’, no me arrepiento de haberme decantado por los madrileños.
La siguiente parada también estaba bien remarcada en nuestro planning. Los americanos Black Lips eran los co-cabezas internacionales de este año (siendo realistas, ninguno de los otros nombres internacionales que no eran cabezas llegaban a acariciar esa etiqueta), y desplegaron en el escenario Budweiser del Low Festival una buena y sobretodo intensa sesión de garage rock con importante raíces en el sonido fuzz, la psicodelia o el surf rock entre otros. Aunque nos dejaron temas geniales como ‘O Katrina’ o la sensual ‘Boys in the Woods’, sin duda echamos de menos algunos himnos que nos han dejado los de Atlanta, en especial ese ‘Bad Kids’ con el que hubiéramos echado el resto, pese a lo que nos esperaba tras el concierto de los americanos.
No nos olvidamos, aunque pudimos verlos de refilón, dada la cantidad de estímulos musicales, de uno de nuestros grupos zaragozanos favoritos, Los Bengala, que, literalmente, destrozaron, como suelen hacerlo, el escenario Wico.
Y es que, sin duda, los verdaderos cabezas de cartel coincidían el sábado en este Low Festival: Los Planetas y Suede. Sin duda, el concierto que dieron los granadinos fue uno de los más importantes que he vivido en mi corta vida melómana, y creo que no me equivoco si extiendo esta afirmación a todos los fans del grupo asistentes a dicho concierto. El setlist que presentó el grupo empezó de forma arriesgada con ‘Los poetas’, pero acto seguido hicieron que mis pelos se pusieran de punta con ‘Señora de las alturas’, una canción con una letra que llega como un martillo pilón a quien la escucha, y lo hace sin ser nada “facilona”. Tras este primer golpe, nos desgañitamos y nos emocionamos a partes iguales. Himnos como ‘Corrientes circulares en el tiempo’ o ‘Segundo premio’ y más martillos como ‘Desorden’ o ‘Santos que yo pinté’ precedieron a dos de las canciones más coreadas de todo el festival, ‘Un buen día’ y ‘Pesadilla en el parque de atracciones’ y a las inesperadas ‘Alegrías del incendio’ y ‘La caja del diablo’. Sin duda, pese a sufrir algún que otro problema técnico, la presencia de J, la energía de Eric y el virtuosismo de Floren, acompañados por Banin y Julián hicieron de su concierto el mejor y el más importante del festival, sin duda alguna.
Tras intentar asimilar los martillazos del grupo granadino, el siguiente grupo en rojo de este Low Festival eran los también míticos Suede. El grupo liderado por Brett Anderson mostró que aún siguen en forma intercalando canciones de sus últimos trabajos con grandes clásicos como el verdadero y tapado hit ‘Trash’ o ‘Animal Nitrate’. Como ya era de esperar, la puesta en escena no necesitaba de nada más que de Brett Anderson, quien, entre continuos golpes al micrófono, nadó entre el público y, según nos pareció, llegó a micro-desmayarse momentáneamente sobre el escenario. Aunque en algunos momentos pudieran hacerse repetitivos, cuando ya entrando en la recta final volvieron a tirar de sus clásicos al interpretar en acústico ‘She’s in Fasion’, ‘So Young’ o la esperadísima ‘Beautiful Ones’ el grupo volvió a dejar claro quiénes son. Para alargar el mito, Suede sí saldría a interpretar otro genial tema como bis: ‘New Generation’.
‘A hundred miles’ de Yall sonaba de fondo en el escenario Ron Matusalem mientras Juventud Juché terminaba su eléctrico concierto. Los franceses enamorados de España (no en balde llamaron a su último disco Aranda, en homenaje a Aranda de Duero, sede del mítico Sonorama Ribera) Exsonvaldés tuvieron la mala pata de tocar casi a la vez que Peaches, pero aún así el escenario Wiko tenía bastante afluencia. La diosa canadiense de la provocación y el electropop nos proporcionó el final perfecto para esta jornada: buen rollo, mucho humor (recordemos esos bailarines disfrazados de vaginas mientras sonaba su hit ‘Vaginoplasty’ o a la propia Peaches cogiendo una maleta, al final de su actuación, para abandonar el escenario). Peaches protagonizó uno de los momentos más contorsionistas que he vivido en un concierto: no solo hizo un crowdsurfing sino que se puso de pie mientras el público la sujetaba tan solo de los tobillos, todo un ejercicio de equilibrio y confianza en tus fans.
Tras la intensa sucesión de estos tres últimos grupos, y sin perspectiva de poder asimilar nada más, dimos por cerrado el día grande del Low Festival, pues todo apuntaba a que cerraríamos el festival el domingo viviendo casi por completo en el escenario Wiko. Y efectivamente así fue.