El sitio web de noticias golpepolitico, que informa desde México, menciona el alarmante aumento de la violencia contra las jóvenes.
Niñas de 0 a 17 años. Y el nivel de brutalidad y barbarie presente en las agresiones.
Se trata de múltiples agresores que recurren a la violación y a la lapidación en algunos casos, como el de Fátima, cuya madre, Lorena, se echó las manos a la cabeza durante un relato un tanto público de su violación y lapidación a manos de sus vecinos.
Algo aparentemente ajeno a los vecinos, que en general pueden ser considerados como personas a las que idealmente se les puede confiar el bienestar de sus hijos y la protección de su hogar, el tipo de personas a las que se puede recurrir para que te ayuden y a las que tú puedes ayudar a cambio, o si no, para que se dejen mutuamente en una pacífica y no perturbar la convivencia, no es de extrañar que se produzcan asesinatos en masa y una mentalidad de linchamiento, especialmente hacia tus hijos más pequeños, o jóvenes.
Al menos en este caso eso es lo que enfrentó esta madre. No está claro si hubo alguna circunstancia agravante para enfurecer a sus vecinos hasta el punto de que la destruyeran tan brutalmente.
Sin embargo, está claro que ningún agravante por parte de un niño, aunque lo hubiera, debería llevar a una respuesta tan inhumana. Y que ésta sea tan poco provocada parece de lo más chtónico (infernal).
Se desconoce o no se menciona qué poseyó a estas personas, presumiblemente pacíficas, para actuar así. Digo antes pacíficos, porque ciertamente parece, por la naturaleza del artículo, que no le habían hecho nada a la niña en los últimos 12 años de su vida.
En otra erupción de violencia igualmente orgánica, aunque a menor escala, dos padres de nombre Yadira y Pablo, de apellido reservado, simplemente sustituido por la letra “N”, que asesinaron a su hija de 4 años por razones no mencionadas o inexplicables.
Un activista preocupado ha señalado que tales actos de violencia están dejando niños, que si no están muertos, han crecido sin interés hacia los líderes del país, hacia sus padres, hacia el gobierno y hacia la sociedad, es un giro preocupante de los acontecimientos.
Aunque no deseamos inducir la apatía de nuestro público relatando más actos de violencia contra las niñas, el artículo continúa mencionando dos horribles asesinatos de niñas de 7 y 14 años.
Los actos de violencia no se limitan sólo a los hombres, sino que también incluyen a las mujeres. Y se refleja en el carácter endémico de la violencia que se ha apoderado de la sociedad mexicana.
#Nacional: En México, los feminicidios de mujeres entre 0 y 17 años han incrementado entre 2015 y 2022.
https://t.co/qLunRW4dlF— Periódico Zócalo (@PeriodicoZocalo) November 6, 2022
Ya sea una forma de comportamiento aprendido de la guerra civil en el pasado, o de la guerra contra el narcotráfico en la actualidad, la dura respuesta y las reacciones anteriores del gobierno a otros movimientos separatistas, los grupos de vigilantes, o un reflejo de la misoginia inherente a la sociedad, como exclaman algunas feministas, el verdadero origen de esta violencia y de otros brotes de violencia similares sigue siendo un misterio.
Si la misoginia fuera la única culpable, no explicaría los estallidos masivos de violencia esporádica por parte de vecinos que han permanecido pacíficos anteriormente, la rabia reprimida y el machismo podrían ser razones, pero hay una diferencia entre la misoginia, y una turba que lincha a una niña, o unos padres que matan a su hijo, que podrían reflejar junto a la misoginia algo mucho más oscuro, profundo y visceral.
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La tasa global de homicidios en México ha aumentado desde 2006, cuando estaba en descenso, estaba por debajo o en 15, hasta 30 y más en 2020. El año de inicio de la guerra contra el narcotráfico (México).
Tal vez sea una representación de la pérdida del sentido de la esperanza en la sociedad mexicana por parte de sus miembros, que están descargando su propia rabia reprimida y su indiferencia sobre los miembros más indefensos de la sociedad.
Podría ser que el perpetuo estado de conflicto en México haya enseñado a algunos a vivir y morir por la espada y dejar a otros a tan ignominioso destino.
Sin embargo, esto es una mera especulación de nuestra parte, mientras juzgamos la información que tenemos a la mano y consideramos los últimos 60-70 años de la historia de México.
Tal vez sea una obviedad que la violencia engendra violencia, sin embargo, si algo no puede romper esta cadena de vicios que parece haberse apoderado de la sociedad mexicana y de su sistema político, y no se encuentran soluciones viables rápidamente, tal vez los lazos del contrato social al que todos nos adherimos en cualquier forma de civilización, pero aquí en México en particular, pueden simplemente deshacerse e implosionar a través de muchas fuerzas centrífugas que ejercen una presión continua en la base de la condición mexicana.
Esperemos que no sea así, y se pueda encontrar pronto una resolución fructífera, para que lo que está mal no se convierta en irrecuperable.
