La vida amorosa es un tema recurrente en la obra humana, casi en todos los casos uno de los primeros motivos para buscar medios de expresión alternativos, de maneras de decantar el sentimiento. Últimamente, o más bien desde un par de años, la obra musical de Mark Kozelek es una de mis mayores -como pocas- aficiones personales.
Musicalmente Kozelek es un artista que ha forjado un estilo musical inconfundible sin entrar en terrenos muy peligrosos. Líricamente durante tres décadas su obra se ha constituido en toda una muestra de calidad y estilo, recreando además de las historias personales del artista, también un conjunto de historias humanas imprescindibles que han girado alrededor suyo: desde el tipo que le arreglaba la guitarra (‘Song for Richard Collopy‘) hasta su prima que muere por una lata de Aerosol en la basura (‘Carissa‘).
El dolor nunca termina
Pero, ¿por dónde comenzar? No creo que valga la pena por un año o por un disco (aunque ‘Medicine Bottle‘ sea parte del debut de Red House Painters) sino más bien por un momento, después de cinco minutos de lírica intensa y sin pausas los Red House Painters crean un intermedio instrumental entre una guitarra cargada de ruido y el espectro acústico de la canción,el escenario perfecto para que justo después Kozelek vuelva con su voz y continúe ya casi en un epílogo para ‘Medicine Bottle’ la enferma y adictiva canción que relata con mucho detalle un traumático rompimiento.
La canción en si es un vibrante relato (de hecho la misma portada esta casi inspirada en una línea de ese tema) incesante la voz de Kozelek no se guarda un detalle (“No more breath in my hair /Or ladies’ underwear/Tossed up over the alarm clock”) y nos regala desde ese primer momento un pase a su cabeza, la banda se ajusta a eso, a su ritmo pero lo hacen de un modo excepcional. Con apenas 25 años, Kozelek junto a su banda crea todo un postulado opuesto a las oleadas de distorsión del shoegaze inglés y el grunge estadounidense que reinaban en ese momento en el panorama musical alternativo. Ya desde ese momento parecían ver su música desde otro momento de su vida, desde un momento personal y no generacional.
Tiempo después solo que con un resultado mas fuerte, la formula se repetiría en ‘Katy Song‘ casi bajo consenso general el tema mas triste de los Red House Painters, sin embargo en el mismo disco (bautizado Rollercaster por su portada) hay espacio para canciones más reparadoras y optimistas como ‘Grace Catedral Park‘.
Radiografía americana
Junto con los nombres propios (‘Michael‘, ‘Micheline‘, ‘Katy Song’ o ‘Carissa’) las canciones tituladas por ciudades son uno de los referentes comunes en la obra de Kozelek. A través de ellos este artista nos ha ido brindando un acercamiento más profundo y menos comercial a la cultura estadounidense, canciones como ‘New Jersey‘ no solo revelan costumbres sino logran ir mas allá del cliché vendido por la cultura popular sobre un país con miles de razas e historias viviendo juntas. Ohio en especial juega un rol fundamental mas que todo en la carrera mas madura de Kozelek comenzando tal vez desde ‘Carry me Ohio‘ (primer trabajo de su segunda gran banda: Sun Kil Moon) donde el músico empieza a ver mucho más hacia el pasado y hacia el primer hogar acobijado por la nostalgia de los años, a buscar el amor perdido u olvidado volviendo al lugar y a la persona en una sola añoranza. Este periodo sin dudas mucho mas evocativo (dicen que al pasar el tiempo siempre empezamos a vivir más en el pasado que en el presente) nos regala grandes discos, en especial Benji: su oda a la muerte del 2013.
Es un mundo complicado en el que vivimos
Fue también en Benji donde Kozelek puso juntos de manera universal todas sus historias amorosas, dudo que antes alguien haya contado de mejor manera su vida sexual y amorosa. Comenzando a los cinco años con el primer beso robado (“Katy Kerlan was my first kiss, I was only five years-old and she hit me with her purse”) hasta pasar a la locura de la adolescencia (“We were drunk as skunks and high on Darvon/And they gave me a bath and I stumbled on home”), la traición propia y de los otros (“But I pulled myself together and I played a few notes/Now I was the one who got their heart broke”) Kozelek se presenta como traidor y traicionado, todo en apenas 5 minutos con 36 segundos. A la par los detalles musicales van floreciendo, tímidos pero constantes (la voz en off del comienzo, la batería, la pandereta), el tema se llama ‘Dogs’ por un recuerdo (regalarle un disco de Pink Floyd a una novia de la adolescencia y descubrir la sexualidad escuchándolo con ella) pero también porque se unan el placer, la carne y el amor en un solo instinto.