Loco. Cómo no llevar un estudio de grabación fue publicado a finales del verano de 2016 y, por tanto, no se trata de una novedad editorial. Pero hasta ahora no habíamos encontrado la ocasión de hacernos con un ejemplar y leerlo con el detenimiento y hasta la reverencia que merece una de las leyendas vivas de la música independiente española.


La lectura de ensayos dedicados a la música es una afición que cada vez resulta más fácil de practicar sin abandonar el castellano. A la relativa abundancia de traducciones publicadas en España durante los últimos años tenemos que añadir una creciente cantidad de obras de origen autóctono, que proporcionan al lector una gran riqueza de información acerca de temas de nuestro ámbito más próximo sin que sea necesario bucear en la prensa musical de décadas pasadas.

En este sentido la lectura de Loco. Cómo no llevar un estudio de grabación (Hurtado & Ortega, 2016) promete ser particularmente apetitosa. Paco Loco es indudablemente un productor estrella aunque no creo estar de acuerdo con que se trate de «nuestro Phil Spector», tal y como lo define el texto de la contraportada. El hoy encarcelado productor estadounidense se hizo famoso por el empleo de técnicas como el wall of sound, que aplicaba indiscriminadamente a todo tipo de música sin importar que se tratara de The Beatles o de The Ramones. Por el contrario, nuestro supuesto equivalente asturiano evita realizar imposiciones a las bandas, sin que ello impida que su personalidad quede patente en sus producciones a través de sus sugerencias. Pero si en algo se parecen Paco Loco y Phil Spector es en que ambos productores tienen un nombre que ha llegado a convertirse en una auténtica marca personal, trascendiendo las fronteras de los estudios de grabación para acabar siendo reconocible por todo tipo de aficionados a la música. En el caso de Paco Loco basta con hacer una búsqueda en esta misma página para hacerse una idea de la magnitud de su relevancia

Esperaba que Loco… fuera una colección de anécdotas hilvanadas bajo la apariencia de unas memorias pero este ensayo hace honor a su sarcástico título. Así, tras el prólogo firmado por Julio Ruiz encontraremos una primera parte titulada ‘Producciones’, que viene a ser una descripción de mecánicas de trabajo cuyo carácter netamente técnico dejará fuera de combate a los lectores que no estén familiarizados con los conceptos básicos de la grabación de audio. La segunda sección, más accesible para el melómano medio, relata bajo el epígrafe ‘Grabaciones’ algunos de los trabajos más memorables de la carrera de Paco Loco como ingeniero de sonido y productor, alternando sus propias impresiones con las de los músicos involucrados en los álbumes: de especial interés son los textos de Fran Nixon o Nacho Vegas. Y en último lugar, en el apartado ‘Cacharros’ encontraremos un exhaustivo listado del arsenal que el autor emplea en su estudio, desde micrófonos y cableado hasta las diversas piezas de hardware analógico que definen su forma de trabajar y su sonido. Paco Loco también se referirá en múltiples ocasiones a sus numerosas particularidades, especialmente a una falta de memoria que queda desmentida taxativamente cuando, por ejemplo, enumera los micrófonos que empleó hace años para grabar la batería de tal o cual disco. Y de un modo enternecedor que contrasta con el tono humorístico que impregna la mayoría de estas doscientas cincuenta páginas, no dejará pasar ninguna oportunidad de destacar la importancia del papel desempeñado en su estudio de grabación de El Puerto de Santa María (Cadiz) por su esposa y socia Muni Camón.

Loco… es una obra amena pero no me atrevería a recomendarla sin reservas a nadie que no fuera músico o poseyera un pequeño estudio de grabación doméstico, siendo estos últimos los más obvios destinatarios de este libro. Así mismo, Loco… se habría beneficiado de un trabajo de edición más concienzudo y despiadado pero mi opinión sobre este punto se debe a mi particular falta de conexión con el sentido del humor del autor, que no creo que se beneficie de ser puesto por escrito. Por lo demás, el libro está bien maquetado y se presenta de manera atractiva, con una faja dispuesta en vertical formando parte integral de la portada. Hay una cantidad apreciable de errores tipográficos, quizá atribuibles a que el volumen que tenemos entre manos se trata del primer —y por el momento, único— libro publicado por Hurtado & Ortega. De igual modo, la impresión de las fotografías también es mejorable, a pesar de lo cual cumplen con su misión de permitir que nos imaginemos un poco mejor el mundo de Paco Loco, al tiempo que nos muestran al menos en dos ocasiones al insigne productor con la cremallera del pantalón bajada. Loco hasta el fin.

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