Encontrar ese rasgo peculiar y distintivo que permanece y que diferencia al Polifonik Sound de los demás festivales, y lo eleva a la categoría de “festival con encanto”, no es una tarea complicada.
Calificar a cualquier festival como “festival con encanto” puede parecer un recurso fácil, anodino y falto de personalidad si no se demuestra con la suficiente convicción. Pero no nos faltan razones para distinguir al Polifonik Sound de los demás, y ahí radica su “algo especial”. Para comprobarlo, en esta ocasión, he decidido esperar unos días más para hacer balance, echar la vista atrás después del “subidón” habitual que tenemos la semana posterior. Quizá, se pierdan algunos detalles, pero lo importante es la impronta que permanece a lo largo del tiempo y que se encarga de hacerte volver al año siguiente, y en mi caso, ya van tres consecutivos.
Barbastro, es una pequeña localidad oscense que, cada año, desde hace ocho, se prepara para convertirse en el centro de la cultura indie durante un fin de semana.
Tiene un estilo definido, mostrarnos talentos locales junto a las mejores bandas nacionales y sorprendernos con un par de grupos internacionales que darán que hablar en los años venideros.
Y con ese claro propósito, comenzó la jornada el 26 de junio en un fin de semana en el que la ola de calor no dio tregua. Tras la apertura de puertas, Balac Dj se encargó de dar el pistoletazo de salida a las primeras notas musicales, y tra él, los oscenses Will Spertor y Los Fatus y Hola Hola Hermanita hicieron lo mismo con los directos. El pabellón comenzó a recibir a la mayoría de la concurrencia a partir de las 23h de la noche cuando empezaba el pop-rock de los británicos King No-One que, con su juventud, agradaron a los presentes gracias a su elegancia escénica.
Actuaron casi como teloneros de Dorian, más acertados que en su anterior visita, y que, con su espectáculo “Diez años y un día”, repasaron su trayectoria dotando sus clásicos de un sonido diferente gracias al acompañamiento de instrumentos de cuerda. Las luces y los ánimos hicieron el resto.
Tras ellos, y con un pequeño parón en el ritmo, el tiempo justo para disfrutar de una de las novedades de esta edición: la zona VIP, le tocaba el turno a El Columpio Asesino, un grupo muy querido por estos lares y que ha visitado la comunidad en múltiples ocasiones con su disco Ballenas muertas en San Sebastián. La más reciente había sido justo una semana antes para el homenaje a Rafa Angulo que tuvo lugar en Zaragoza, en el que, además, Cristina, protagonizó uno de los momentos más especiales al acompañar a We Are Standard en el escenario.
Pero, volviendo a lo que nos acontece, y pese a algún problemilla técnico, siempre es un placer poder disfrutar de El Columpio Asesino, de su música electrizante y esa noche lo fue.
Los fuegos artificiales los puso otro oscense, Pecker, que, aunque jugaba en casa, con su lema “¿Bailas o mueres?” Hizo saltar a todos bien entrada la madrugada con sus melodías pop y sus letras pegadizas, y que puso el punto final a los directos de una manera brillante. Ya solo quedaba el Dj Alex Curreya para poner el punto final a la noche.
Poco pudimos descansar, puesto que uno de los mayores atractivos de la programación es la de poder disfrutar del festival durante el día y maridarlo con la estupenda gastronomía local y los vinos del Somontano en su escenario “Huesca la magia de los festivales” que, en esta edición se trasladaba a la plaza Julieta, un rincón hermoso justo al lado de la plaza de toros y de entrada libre, ambiente excepcional y sitio de lo más acogedor aunque rondaban los 40⁰. Al mediodía, todos buscábamos la sombra, y así es como recibimos a Domador, un gran grupo oscense con Chema Barrio al frente y que os recomiendo.
Tras ellos, Full, que repetían por segundo año consecutivo, aunque en distintas circunstancias demostraron con un gran sonido que están en un punto álgido de su carrera. El plato fuerte fue ver sudar a mares a Jero Romero y su banda en el escenario a las 15h. Sus seguidoras colonizaron la plaza entera y ofrecieron un directo impresionante en el que la música se escribió con mayúsculas.
De vuelta en el escenario Ambar, Minerwa y Tha Bärds abrieron la tarde. Pasajero se presentó ante los presentes, en una hora complicada, y ofreció un concierto de presentación de su trabajo Parque de atraciones.
A continuación, los ingleses The Luka State pasarían a convertirse en el mejor directo de la edición. Todo un descubrimiento que nos dejó ojipláticos en su primera visita a España y que, los señores que se encargan de programar los conciertos de los festivales no deberían dejar escapar. Supieron ganarse al público con su rock enérgico, sus guitarras frenéticas y la voz de su cantante principal e hicieron las delicias de todos.
Niños Mutantes tuvieron una papeleta difícil, aunque eran de los más esperados, sonaron fantásticamente y supieron dar lo que el público, con aforo completo, esperaba de ellos con sus grandes himnos ‘Todo va a cambiar’ de su último disco o sus clásicos como ‘Errante’ o ‘Te favorece tanto estar callada’.
Delafé y Las Flores Azules empezaron la locura, y, aunque no me cuento entre sus seguidores, dejaron ver un directo de atmósfera contagiosa conectando con el público y mostraron una inigualable presencia escénica.
Y, para finalizar la edición, los murcianos Varry Brava, que siguieron desatados y consiguieron mover hasta el último de los músculos del pabellón haciendo retumbar los cimientos con su energía y que si fuese por el público, aun seguiríamos. El broche final corrió a cargo de El 21 djs.
Ya van ocho ediciones de este modesto festival, en el que los artistas se eligen con un gusto exquisito y valorando, además de la calidad, lo que su público quiere escuchar. Consiguen dar cabida a los grupos locales y cumplen su objetivo creciendo año a año. Lo mejor de 2015 el descubrimiento, The Luka State. Sin duda, el Polifonik Sound nos tiene encantados y volveremos el año que viene.