Seguro que todos habéis escuchado a Joy Division en algún momento de vuestra vida. Hoy os vengo a hablar de Control, la película con la que el fotógrafo Anton Corbijn debutó en el cine en 2007 que cuenta la vida de Ian Curtis, lider de la banda británica de post punk


Anton Corbijn nació en Países Bajos y cuenta cómo se inició como fotógrafo musical debido a su extrema timidez. Intentando evadir el hecho de acudir solo a un concierto, el joven Anton, con 17 años, le cogió prestada la cámara de fotos a su padre. Esas fotografías, contra todo pronóstico, fueron publicadas, lo que animó a Anton a convertirse en uno de los fotógrafos más aclamados actualmente.

Corbijn cuenta en numerosas entrevistas cómo Joy Division fueron una de las causas por las que decidió mudarse a Londres y comenzar una carrera fotográfica como forma de acercarse a la música que tanto ama.

Y de igual modo que Joy Division fue la banda de sus inicios fotográficos también lo fue de su debut cinematográfico. Control es un biopic (biographical film) centrado en la atormentada figura de Ian Curtis, vocalista de la banda post punk (no, aquí no he venido a hablar de este género musical) por excelencia.

Control se basa, en parte, en la biografía que la viuda de Ian, Deborah Curtis, escribió llamada “Touching from a distance” y en parte en las propias experiencias de Corbijn durante las escasas ocasiones en las que coincidió con la banda para fotografiarles.

Como el propio Corbijn cuenta, Control no es una película musical, sino una historia de un muchacho incomprendido, solitario, incapaz de gestionar lo que le estaba ocurriendo que, por circunstancias de la vida, se convirtió en el vocalista y lider de una de las bandas más influyentes de las últimas décadas.

A lo largo del metraje asistimos a sus primeros coqueteos con las drogas (aquellas que robaba sin piedad a sus vecinos), a su admiración por las grandes estrellas del glam rock, a su excesivamente prematuro matrimonio o a la creación del grupo pre-Joy Division, cuando se hacían llamar Varsaw (en homenaje a la canción de David Bowie).

Un punto de inflexión importante lo remarca el impacto que causa en Ian la muerte de una chica epiléptica que acude a buscar trabajo a su oficina. Este hecho tendrá un importante impacto en la vida de Ian, de hecho, días después, él mismo sufrirá su primer ataque epiléptico. En la película vemos cómo sufre este ataque mientras vuelven de dar uno de sus primeros conciertos. Es justo el momento en el que la banda empieza a despuntar.

Corbijn va mostrando el despegue de la banda de manera paralela a la desintegración del matrimonio de Ian y Debbie, a pesar de la hija que tienen, la relación se marchita y la incapacidad de Ian de gestionar su éxito musical, con su fracasado matrimonio y su recién diagnosticada enfermedad le irán provocando una necesidad imperiosa de huir. El director nos muestra, con planos como el que muestro a continuación (lo que simulan barrotes son, en realidad, parte de la cuna del bebé), de manera muy explícita el sentimiento de encierro y soledad que nace en Ian.

Ian comenzará entonces una relación extramatrimonial con Annick, una periodista belga de la que se enamora y a quien confiesa que su matrimonio fue un error, quizás demasiado prematuro, quizás sin la madurez o la experiencia vital suficiente.

El caso es que Corbijn retrata el desequilibrio ingente entre la prometedora carrera como estrella musical (con todo lo que conlleva ese estilo de vida) y su atadura a su pasado, su origen social y su matrimonio descarrillado (además, a Debbie le gusta esa ciudad en donde no hay más que edificios), con un final trágico y sobrecogedor: el suicidio de Ian haciendo uso del tendedero de la ropa, en su cocina. Corbijn lo narra en off, de tal manera que los espectadores no vemos nada, pero intuímos lo que está sucedicento. De manera inteligente, previamente nos ha mostrado ese tendedero, repleto de ropa de bebé, como adelanto a lo que iba a suceder.

Desafortunadamente para Debbie, ella será la que encuentre el cadáver de Ian. La cámara mostrará cómo, con su bebé en brazos, pedirá ayuda en la calle, en una escena dramática que se encadena con las reacciones del resto de personajes ante el conocimiento de la muerte, mientras suena ‘Atmosphere’, creando un solemne final para esta magnífica película.

 

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