Siempre he sentido especial devoción por Glen Hansard, y el pasado febrero tuve la suerte de cruzar palabras con él en Madrid. En marzo repito en Barcelona, coincidiendo esta vez con el décimo aniversario de la película Once, que le concedió el Oscar a mejor canción original.
Once es una película cruda, directa y sin fantasía. Una de esas historias que encuentras a pie de calle, en la pantalla la encontramos en Dublín, pero puede suceder en cualquier ciudad. Músico callejero conoce chica. Lo que hace que esto sea una película (y posteriormente musical también galardonado y girando por todo el mundo) son los eslabones de la cadena: chica resulta tocar el piano, músico callejero y pianista tienen química, tocan juntos, hacen canciones, graban disco… Dublín es cuna musical europea, una gran tradición musical permite que esta historia sea real, y es que Glen Hansard realmente fue músico callejero en las mismas calles de Dublín, y la música le hizo conocer a Marketa Irglová, co protagonista de la película, que se saldó en relación fuera de la pantalla, grupo juntos (The Swell Season), varios discos, y éxitos.
Parte de la magia de esta película es su bajo presupuesto, solo se necesitaron 180.000€ para grabarla. Es indudable que para finalizar una gran obra, es necesaria química, y si contamos que Hansard e Irglová la tenían, John Carney es, a parte de director (que posteriormente volvió a la senda del cine musical con Begin Again -2013- y recientemente con Sing Street -2016-), ex bajista de ‘The Frames’, banda liderada por el propio Glen Hansard desde hace ya más de 25 años.
Lo que finalmente merece mención aparte es la banda sonora, una suerte de folk callejero con tintes de música tradicional irlandesa y rock. Cabe destacar, de manera obvia “Falling Slowly”, canción que ganó el Oscar y les hizo aparecer en Los Simpson, y temas como “When your mind’s made up”, “Say it to me know” o “Fallen from the sky”, por ser justos y no mencionar canción a canción.
Como decía al inicio del texto, una película cruda, hasta el punto en el que en ningún momento conocemos los nombres de los propios protagonistas, para mantener el anonimato que brinda la ciudad, y la oportunidad de que esta historia sirva a cualquier persona. Solo 80 minutos de película que te llevarán a un viaje por Irlanda y la cultura de la olvidada (y maltratada) música callejera.
Esta película me hizo descubrir el folk, la propia música callejera, Irlanda, y me hizo adoptar la historia como propia, hacer las maletas y buscar la aventura en las calles de Dublín con una guitarra acústica.