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Amparo Rubiales vuelve a generar polémica: impulsa una petición contra Felipe González y luego se desmarca

Una vez más, Amparo Rubiales ha encendido una tormenta política. La histórica dirigente socialista y expresidenta del PSOE en Andalucía ha causado revuelo al compartir en sus redes sociales una petición crítica contra el expresidente del Gobierno Felipe González. Lo que parecía un gesto más en el constante debate interno del socialismo español se convirtió rápidamente en una controversia nacional. Rubiales apoyó públicamente el manifiesto… y al poco tiempo se desmarcó.
El origen: una petición contra González
Todo comenzó cuando Rubiales compartió en su cuenta personal una petición ciudadana que arremetía contra Felipe González. El texto del manifiesto criticaba con dureza la actitud del expresidente, acusándolo de haberse distanciado de los valores progresistas del PSOE y de aliarse, ideológicamente, con sectores conservadores. En particular, la petición reprochaba sus reiteradas críticas al gobierno de coalición de Pedro Sánchez y sus pactos con partidos independentistas catalanes y vascos.
Rubiales no solo compartió la petición, sino que añadió un mensaje de apoyo que fue interpretado como un claro respaldo. Fue entonces cuando estalló el escándalo.
La reacción del PSOE: fuego amigo
En cuestión de horas, voces dentro del PSOE comenzaron a condenar públicamente el gesto. Muchos consideraron que difundir una petición contra un expresidente socialista era una falta de respeto, más aún viniendo de alguien con el peso histórico de Rubiales. Algunos hablaron de “traición moral”, otros de un ataque innecesario que solo alimenta las divisiones internas en un momento político delicado para el partido.
Desde Ferraz, según fuentes internas, no gustó nada el movimiento. Aunque Rubiales ya no ostenta cargos de responsabilidad directa, su nombre sigue siendo una referencia, especialmente en el PSOE andaluz. Su actitud fue vista como un gesto irresponsable que reavivaba tensiones históricas dentro del partido.
El giro: Rubiales se retracta (a medias)
Ante la oleada de críticas, Amparo Rubiales intentó frenar la polémica. A través de otro mensaje en redes, aseguró que su intención no era atacar personalmente a Felipe González, sino fomentar el debate sobre el rumbo actual del PSOE. Señaló que respetaba al expresidente como figura histórica, pero que consideraba legítimo cuestionar sus declaraciones actuales.
“Respeto a Felipe González por su legado, pero también creo que las figuras históricas deben estar abiertas a la crítica cuando sus opiniones ya no reflejan el sentir del pueblo”, escribió.
Sin embargo, su rectificación fue ambigua. No eliminó la publicación original ni desautorizó claramente el contenido de la petición. Este paso atrás a medias fue interpretado por muchos como una forma de lavarse las manos sin abandonar del todo su posición.
Un historial de polémicas
No es la primera vez que Rubiales protagoniza un episodio controvertido. En 2023 se vio obligada a dimitir como presidenta del PSOE andaluz tras llamar “nazi judío” al dirigente del PP, Elías Bendodo, una expresión que provocó indignación generalizada. Aunque se disculpó públicamente, su reputación quedó marcada como la de una política dispuesta a decir lo que piensa, sin filtros.
Ahora, su intervención contra González parece seguir la misma línea: declaraciones incendiarias seguidas de rectificaciones tardías y confusas. Su figura genera división incluso dentro del propio espectro progresista.
El fondo del asunto: una izquierda dividida
Más allá de la polémica puntual, este episodio revela una fractura más profunda dentro de la izquierda española. Felipe González representa, para muchos militantes del PSOE, una época dorada del partido: la modernización de España, el ingreso en Europa, y la consolidación democrática. Pero para otros, especialmente las nuevas generaciones, es símbolo de una socialdemocracia acomodada y alejada de los problemas actuales.
González ha criticado duramente los acuerdos del gobierno de Sánchez con partidos independentistas, una postura que sectores progresistas interpretan como una alineación con la derecha. Al apoyar, aunque sea momentáneamente, una petición contra él, Rubiales dejó claro de qué lado se posiciona.
Reacciones mediáticas y debate público
La prensa española se hizo eco de inmediato. Titulares como “Rubiales lanza una bomba contra Felipe González” o “Otro incendio en el PSOE” ocuparon portadas y tertulias. Analistas políticos debatieron el alcance real del gesto de Rubiales: ¿una crítica legítima o un ataque destructivo?
En redes sociales, el debate fue intenso. Simpatizantes del ala más progresista del PSOE defendieron la libertad de Rubiales para criticar. Los más afines a González, en cambio, la acusaron de deslealtad y de avivar los conflictos internos en un momento delicado.
Conclusión: heridas abiertas en el socialismo español
El episodio protagonizado por Amparo Rubiales no es anecdótico. Es el reflejo de un PSOE que aún no ha cerrado del todo sus heridas generacionales ni ha definido de forma clara su futuro. La figura de Felipe González, antes incuestionable, ahora genera debate. Y Rubiales, con sus gestos, ha reabierto esa discusión.
Lo que parecía un simple mensaje en redes sociales se ha convertido en una tormenta política que deja en evidencia la fragilidad de los equilibrios internos en el socialismo español. Rubiales no pidió disculpas completas, pero tampoco sostuvo su posición con firmeza. Un paso adelante, uno atrás… y un partido que, en medio del fuego cruzado, vuelve a quedar marcado por sus propias contradicciones.
El tiempo dirá si este episodio se olvida como una anécdota o si marcará un antes y un después en la manera en que el PSOE gestiona las voces críticas dentro de su propia casa. Pero de momento, una cosa es clara: Amparo Rubiales, una vez más, ha sacudido el tablero.
