En 2008, en medio de la crisis financiera global, apareció el white paper (libro blanco) que describía el protocolo de una nueva moneda digital llamada bitcoin, firmado por Satoshi Nakamoto. Este pseudónimo corresponde a la identidad desconocida tras la creación del bitcoin y el lanzamiento de la primera criptomoneda en enero de 2009.
Lo increíble es que más de diez años después, nadie sabe con certeza quién es Satoshi Nakamoto. Este genio anónimo inventó la tecnología blockchain, creó el software, minó los primeros bitcoins, e interactuó en foros y emails con otros miembros de la incipiente comunidad cryptocurrency… para luego desaparecer sin dejar rastro en abril de 2011, justo cuando su creación empezaba a atraer atención mediática.
Su identidad es uno de los grandes misterios de las criptomonedas. Varios individuos han sido señalados como posibles candidatos, desde matemáticos hasta criptógrafos, pero ninguno ha podido demostrar concluyentemente ser el verdadero Satoshi. Sólo se sabe que dejó un legado invaluable.
¿Quién es Satoshi Nakamoto?
La importancia de Satoshi Nakamoto en la historia reciente no puede ser subestimada. Este desconocido no sólo creó la primera criptodivisa operativa, sino que sentó las bases para un nuevo paradigma en el sistema monetario global:
Descentralizado: Sin requerir de bancos centrales ni otras instituciones financieras tradicionales como intermediarios de transacciones.
- Inmutable: Con bases de datos públicas no controladas por ninguna entidad, disponibles para cualquiera.
- Seguro: Con potentes esquemas criptográficos que hacen virtualmente imposible falsificar transacciones.
- Transparente: Con reglas inalterables inscritas en el código fuente original.
Gracias a estas innovaciones, por primera vez se tiene un activo digital escaso que puede transferirse sin necesidad de revelar la identidad de los participantes. Esto abrió la puerta al surgimiento de todo un ecosistema de criptomonedas y blockchains públicos.
Aunque Satoshi desapareció en 2011 justo cuando el bitcoin despegaba, dejó dicho que “se habían sentado ya buenos cimientos” para el desarrollo de la criptomoneda. Tenía razón: su legado ha revolucionado las finanzas globales e impulsado tecnologías antes marginales como la cadena de bloques o la criptografía digital.
¿Quién se esconde tras el pseudónimo?
Uno de los datos que más han llamado la atención sobre la identidad de Satoshi Nakamoto es el excelente dominio técnico del inglés con el que escribió sus publicaciones, sin indicios de que fuera un extranjero. Además, en sus horas de mayor actividad, no presentaba los patrones típicos de sueño europeos o asiáticos, sino más cercanos a la costa este de Norteamérica.
Sin embargo, pese a las numerosas teorías, ningún candidato propuesto hasta ahora parece reunir todas las características para ser el verdadero Satoshi. Algunos de los principales sospechosos han sido:
Dorian Nakamoto: Un ingeniero japonés-estadounidense cuya cuenta bancaría fue utilizada para las primeras actividades de bitcoin. Pero siempre lo negó tajantemente. Además, tendría poco conocimiento de programación.
Nick Szabo: Un criptógrafo que ya había desarrollado ideas como el “Bit Gold” previo al bitcoin. Pero su estilo de escritura no parece coincidir con el de Satoshi y Szabo ya era conocido públicamente en esa época.
Hal Finney: Participó en los primeros emails en la lista de correo de bitcoin y recibió una transacción de prueba directamente de Satoshi. Falleció en 2014 por ELA. Algunos investigadores afirman encontrar patrones estilísticos entre sus escritos y los del creador de BTC.
Craig Steven Wright: Un emprendedor australiano que dice ser Satoshi, pero no ha logrado demostrarlo criptográficamente pese a prometer evidencias “extraordinarias”. Muchos expertos lo consideran un farsante.
Otros nombres que han sonado son el creador de BitTorrent Bram Cohen, el informático indio-estadounidense Neal King – ninguno con pruebas determinantes. Quizás se trate de un grupo de personas o simplemente un genio solitario que prefiere el anonimato. Sea como sea, el legado de Satoshi Nakamoto sobrevivirá por siempre en forma de una tecnología que cambió el paradigma global de las transacciones digitales.
Bitcoin: la criptomoneda que lo cambió todo
Cuando se creó el bitcoin, pocos le dieron importancia. Era visto como una excentricidad tecnológica más, incluso entre los miembros de la comunidad cryptocurrency. Pero una década después, es claro que BTC representa el surgimiento de una nueva clase de dinero: libre de controles estatales, escaso, infalsificable y global.
Algunas razones de su éxito:
Permite enviar dinero peer-to-peer sin necesidad de bancos ni otros intermediarios. Esto abarata las transacciones.
Su protocolo es inmune a la inflación, pues la emisión de nuevos bitcoins está limitada por código.
Utiliza un registro contable público muy robusto (blockchain) que impide falsificaciones o doble gasto.
Está respaldado por la confianza colectiva en la red, una especie de consenso descentralizado. No depende de potencias centrales.
Es divisible, portátil, almacenable, fungible. Ideal para transacciones online.
Sin embargo, también ha recibido críticas por sus volatilidad extrema, uso en actividades ilegales, supuesto daño al medio ambiente, falta de garantías legales, etc. Pero es claro que ha cambiado para siempre la forma en que se conciben las transacciones puramente digitales.
Su disponibilidad está limitada por código a 21 millones de unidades y actualmente se realizan cientos de miles de transacciones diarias por un valor de miles de millones de dólares. El debate sobre las criptomonedas está más vigente que nunca.
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Impacto de Bitcoin en la economía digital
Aunque hay opiniones divididas sobre el rol de Bitcoin en el sistema financiero global, nadie niega el tremendo impacto que ha tenido a nivel digital y cultural.
Indiscutiblemente ha impulsado innovaciones tecnológicas muy relevantes, como los contratos inteligentes, las finanzas descentralizadas (DeFi), los token no fungibles (NFT), la computación cuántica y toda una nueva economía digital de miles de millones que es punta de lanza respecto a la web 2.0.
También sentó un precedente respecto a nuevas formas de coordinación humana descentralizada, mediante ingeniosos sistemas de alineación de intereses. Es decir, logra que personas desconocidas cooperen en pos de un bien común (la seguridad y descentralización de la red) sin necesidad de una autoridad central.
Asimismo, ha demostrado que no hace falta que el dinero sea emitido por un gobierno para que tenga valor… le basta con la confianza colectiva. Esto podría minar los cimientos de políticas económicas basadas en dinero fiduciario sin respaldo.
Sea como sea, lo único seguro respecto al legado de Satoshi Nakamoto es que marcó un punto de inflexión en el panorama económico global y las posibilidades de coordinación social sin intermediarios gracias a la tecnología blockchain, que apenas comienza a mostrar su potencial transformador. Y pensar que todo partió de un misterioso personaje del que poco se sabe, salvo que cambió el futuro de las transacciones digitales para siempre.