Modern Vampires of the City
Modern Vampires of the City era uno de los estrenos más esperados del año y no ha decepcionado. Vampire Weekend ha logado plasmar en un álbum toda la madurez que han ido adquiriendo a lo largo de estos años. Modern Vampires es un álbum redondo, sin fisuras, sólido. Los neoyorkinos han buscado hacer un trabajo que sea plenamente escuchable, en el que ni sobre, ni falte nada. Para ello han tenido que deshacerse de muchas de sus guitarras y estribillos potentes, no quieren ser una banda que se quede en un sonido alegre y bailable, quieren ser algo más, llegar al nivel de los grandes.
He aquí la clave, cambiar para mejorar. Ni se sabe cuántos buenos grupos lo han intentado sin éxito, ahí radica la diferencia entre buenos y mejores. Vampire Weekend ha culminado esa evolución basándose en unos pilares sólidos pero difícilmente alcanzables y que podríamos simplificar en dos puntos: profundidad en las letras y calidad de las melodías. El segundo apunte puede resultar extraño, ¿es que las melodías de Vampire Weekend eran malas? Ni mucho menos, pero ahora sus melodías duran lo mismo que sus canciones, no se ciñen al estribillo, ahora te mantienen enganchados durante minutos y no durante segundos, y todo ello sin necesidad de ir a todo trapo, ahora podemos disfrutar más que en ningún otro trabajo de sus canciones lentas. Las referencias a dios, al tiempo, e incluso a los desastres le dan profundidad a sus canciones y al álbum completo, mucho más conceptual que los anteriores.
En cuanto a las canciones es difícil destacar unas sobre otras. Diane Young y Ya Hey se han erigido (la segunda de forma incontestable) como canciones del álbum. Para los amantes de sus primeros álbumes y de sus ritmos, recomendamos Finger Back, Worship You y Unbelievers. El resto de canciones os la dejamos como sorpresas, los Vampire Weekend se nos han hecho mayores… y mejores.