Dos horas de incansable directo en las que desgranar más de una treintena de canciones, ese era el reto que se había propuesto The New Raemon para la noche del 3 de marzo en la Joy Eslava de Madrid, rescatar los temas que le han catapultado hasta lo más alto del panorama nacional y sacar a relucir aquellos que quedaron relegados del directo.


La noche empezaba con Félix Lineker sobre el escenario de la madrileña Joy Eslava, tan solo escudado en su guitarra supo capear a un público que finalmente se rindió ante su folk americano bien facturado. Lineker hizo un rápido recorrido desde su primer disco, Magia Azul (2014), hasta presentarnos algunos temas de su nuevo trabajo, Los Años Luz (2015).

The New Raemon decidió enfrentarse a sus fantasmas musicales, ponerse frente a su público y revisionar sus aciertos y desaciertos (esos que él dice que hay). Ramón está dispuesto a despedirse sin previo aviso de lo más triste de sí mismo, pero para ello primero tiene que soltar lastre, sacar todo lo que lleva dentro para después tomar aire y volver a enfrentarse a la dura cotidianeidad, y así, una vez más compartimos concierto y terapia, porque las canciones de The New Raemon tienen el poder de curar de dentro hacia fuera.

Como si de un ejercicio gimnástico-emocional se tratase, Ramón y su banda estiraban sobre las tablas, interpretando sin tregua, el inicio de su último disco, Oh, Rompehielos (2015). Una vez que músicos y público nos habíamos desentumecido bailando y cantando a la ‘Reina del Amazonas’ era el momento de entrar en materia, dando al respetable lo prometido, un concierto muy especial. Así ‘¡Retirada!’ fue rescatada del olvido y volvió a sonar en un escenario después de siete años; las profundidades del cancionero de The New Raemon esconde grandes joyas como esta.

Sabíamos que este concierto iba a estar plagado de momentos emotivos y de colaboraciones, la primera fue Miguel Rivera de Maga, que las noches anteriores había colgado junto a su banda el cartel de sold out sobre el mismo escenario. The New Raemon le cedió a Miguel el honor de interpretar el primer hit del concierto, ‘Sucedáneos’ y el sevillano concedió ‘Silencio’ a Ramón, tema que ya interpretó en su Epés Reunidos (2010).

El segundo hit de la noche, según Ramón solo tiene tres (aquí yo discrepo), fue una copia velada del Último de la Fila, ‘Variables’, perteneciente a uno de los mejores discos facturados por el de Cabrils, La Dimensión Desconocida (2009).

La noche llegaba al punto álgido de tristeza que todo concierto de The New Raemon debe tener. ‘El Yeti’ trajo el frío a la Joy Eslava; el xilófono de Marc Clos nos metía de lleno en ‘Quimera’ para terminar con ‘Lo Bello y lo Bestia’, cuyas percusiones calaron en lo más profundo del público dejándonos hipnotizados por los ritmos de Marc Clos, y es que desde hace ya mucho tiempo el multinstrumentista acapara miradas y aplausos, haciéndo la competencia al propio Ramón.

La Joy Eslava en su 35 aniversario estaba sumida en la más profunda oscuridad, esa que Tinieblas, Por Fin (2012) lleva implícita tanto en su título como en las letras de ‘Centinela’ o ‘La Casa Abandonada’. La aparición de Ricardo Lezón rompió de lleno con esta sombra que planeaba sobre el escenario, y es que en cuanto Lezón se colgó la guitarra y sonaron los primeros acordes de ‘Agosto del 94’ de McEnroe la mirada de orgullo  y complicidad de Ramón iluminaba toda la sala. ‘Rugen las flores’ y ‘Campos Magnéticos’ demostraron que entre el de Cabrils y el de Getxo ha surgido una perfecta unión que podremos comprobar en unos meses cuando salga a la luz el disco que han escrito a cuatro manos.

Ricardo Lezón

The New Raemon continuó desempolvando canciones, en esta ocasión fue ‘Desencuentros’, tema del último disco y que ha sido interpretada en directo en muy pocas ocasiones a pesar de ser la canción preferida de Ramón de su último trabajo.

Cuando Ramón se quedó a solas con su acústica sabíamos que el final se acercaba, era el momento de concedernos los últimos bailes y recordar a la estatua ‘Galatea’. Con la aparición de la banda llegaron los clásicos de despedida, ‘La Cafetera’ y ‘Tú, Garfunkel’, que como siempre hicieron que el público abandonase la sala con una gran sonrisa.

Después de dos horas de concierto y un repertorio inmejorable podemos decir que The New Raemon ha sacado un sobresaliente en gimnasia emocional.

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