“Este es un disco que me recuerda a algunos de los momentos álgidos de creatividad que logramos con Wilco“, dice el productor y batería de la banda de Jeff Tweedy, Ken Coomer, sobre el nuevo álbum de Sons Of Bill, Love and Logic. “Sólo estoy interesado en grabar discos que vayan a tener una relevancia de aquí a diez años, y este es sin duda uno de ellos. Es sin ninguna duda algo grande”
Love and Logic es un ambicioso disco para los tres hermanos, Sam, Abe y James Wilson (los hijos de Bill), que comparten las tareas vocales y de composición. Las raíces de Virginia son obviamente profundas, con un pedal steel de ensueño, banjo, armonías de tres voces que sólo podrían haber sido aprendidas en el coro de la iglesia. Pero el álbum avanza con la bravuconería del rock n’ roll y el revestimiento de las mejores producciones pop, lo que lleva a preguntarse quiénes son estos chavales, y qué han escuchado mientras crecían.
Es fácil decir que los Sons Of Bill pueden sonar como Townes Van Zandt o los primeros R.E.M. dependiendo de la canción, moviéndose incluso entre su propia psicodelia casera, que en American Songwriter describieron como “unos Pink Floyd haciendo country”. Pero el verdadero valor de “Love and Logic” está en las composiciones de los hermanos Wilson, esas piezas de artesanía musical y literaria, con sus letras introspectivas, traídas a la vida en la forma de una banda de rock n’ roll. La banda sonora ideal para encontrar el alma, un disco de rock de raíces que supera el peso de la era moderna.
Con su disco de 2012, Sirens, Sons Of Bill se convirtieron en algo más que el secreto mejor guardado de Charlottesville, debutando en el Top 200 de Billboard, que les llevó a ganarse además una gran reputación como banda de directo durante el año que pasaron presentándolo a ambos lados del Atlántico. Aquel disco, producido por el líder de Cracker, David Lowery, entró directo al n° 12 de la lista Heatseekers de artistas emergentes y fue elegido mejor disco del año 2012 por los seguidores y clientes de su sello europeo, el prestigioso Blue Rose Records, no sólo entre los publicados por la casa, sino entre todos los lanzamientos del año, por encima de gigantes como Dylan, Springsteen o John Hiatt.
Pero Love and Logic marca un punto de no retorno para el grupo, una versión más sobria, reflexiva de ellos mismos, el sonido de una banda alcanzando una identidad propia. No hay duda que la gran influencia de la banda es su padre, William (Bill) Wilson, quien da nombre al grupo que forman sus hijos. Un profesor emérito de teología y literatura de la Universidad de Virginia y recolector esporádico. En su casa no había un reproductor de música, pero el hogar de los Wilson estaba rebosante de canciones. Himnos, baladas sangrientas, canciones de amor, tonadas sobre el trabajo, la muerte, tocadas siempre con la pasión de un caballero sureño y su lógica de maestro. “Nosotros no crecimos con los discos de los Beatles y los Stones de nuestros padres”, afirma Abe. “Realmente, no crecimos rodeados de discos. Descubrimos el rock n’ roll por nosotros mismos. Pero crecimos escuchando cantar a nuestro padre, sintiendo desde una edad muy temprana cuánto significaban para él todas esas canciones. Aprendimos que la música no era simplemente algo placentero, sino que era algo más importante y trascendental”.
No están muy lejos de la tradición, pero si de esa imagen del Sur de carreras de coches y barbacoas; aquí hay un lado más complicado, bello y literario del espectro sureño que aún no había sido explorado en la música pop, con un sentido y estructura más británico sin sonar en ningún momento deshonesto con sus orígenes. De lo folk a lo etéreo, de lo superficial a lo descorazonador. Lo que hace de Sons Of Bill algo único es su habilidad para mostrar su descaro rural sin caer en los estereotipos de las bandas de raíces sureñas y sin tratar de sonar desesperadamente conceptuales. Quizá sea lo que se desprende de una banda de hermanos, que no hay nada que fingir.