Zaragoza, 27 de septiembre de 2014.

Mucha expectación ha causado la 14ª edición del FIZ cuyo calificativo más repetido a lo largo de estos días es que goza de buena salud.

Los hechos lo avalan. Sólo con la venta de entradas anticipadas se habían llegado a las 4500 hasta el día anterior a la apertura de puertas. Y por supuesto que el día de autos se llenó el recinto de la Sala Multiusos de Zaragoza.

La culpa la tiene un cartel que recoge lo más granado del panorama festivalero y es que, aunque tildado de comercial por algunos, es necesario puesto que todos sabemos que la cultura pop-independiente es difícil de vender en esta ciudad y si no, que se lo pregunten a las pequeñas salas que ofrecen música en directo cada semana.

El encargado de inaugurar el maratón de conciertos fue la apuesta local Pecker. Siempre es un placer verlo en el escenario con su pop electrónico, y en solo treinta minutos logró convencer a los más madrugadores. Estos días anda mostrando pequeñas píldoras de su nuevo trabajo que pronto verá la luz y, actuaciones como la del sábado, hacen que nos entre la impaciencia.

Los segundos en aparecer por el escenario fueron Miss Caffeina. Todavía no se habían dejado caer por la capital aragonesa en su gira con “De polvo y flores” y fueron la causa de que la concurrencia fuera más numerosa de lo habitual para esas horas. Quizá los altibajos en la elección del orden de los temas fueran los causantes de que no conquistasen tanto como se esperaba de ellos.

En yuxtaposición a L.A., que ofreció uno de los mejores directos de la noche plagado de un repertorio que subió como la espuma los ánimos de los presentes en la sala. “Under radar”, “Dualize” o “Crystal Clear” hicieron las delicias de todos con Luis A. Segura a la cabeza centrado en hacernos disfrutar.

El grupo del año, Izal, fue el siguiente en actuar. Nunca defraudan y en solo un par de años han pasado de vender una veintena de entradas a llenar la Multiusos. Gente cantando, saltando y vibrando al ritmo de una fórmula mágica que solo ellos conocen. Están más cómodos en el escenario y eso se nota y se agradece. Pocos son los que quedaban por descubrirlos, pero si, ese fue el caso de alguien, seguro que salieron bien parados del combate. Clásicos como intentar revivir su momento apoteósico en la Plaza del Trigo en el Sonorama o La mujer de Verde como cierre, se están convirtiendo en indispensables en su show.

Russian Red salió como uno de los cabezas de cartel. Bajo mi punto de vista, no muy bien posicionada entre Izal y Vetusta, pero cada año es fiel a su cita con Zaragoza y cuenta con fervientes seguidores en la ciudad. Su voz nos sigue cautivando y su dulzura hace que la búsqueda de un sonido más festivalero nos contenten.

Con Vetusta Morla se produjo el sold out. El tiempo de montaje se hizo largo pero mereció la pena. Se alzaron como los grandes triunfadores de la noche paradójicamente con “La deriva” ofreciendo un espectáculo lleno de energía y de momentos álgidos que encantó a todos los presentes.

El papel más difícil de la noche la tenían León Benavente, pero no se amedrentaron y supieron seguir con el ritmo marcado por Vetusta con un Boba carismático en un concierto que se hizo corto. Uno de los mejores que les he visto y que espero repitan este mismo fin de semana en La Lata de Bombillas. “Ser brigada” es, en directo, aún más impactante y la batería toma un protagonismo que nos dejó con la boca abierta.

Los primeros foráneos fueron Kakkmaddafakka, con un espectáculo que han paseado en los festivales a lo largo y ancho de la península. Su show debería llamarse la fiesta. Imprimen en la gente las ganas de bailar como sus coristas; provocan a las masas y estas responden saltando con ellos.

Rinôcerôse no eran la primera vez que actuaban en el FIZ. Su música electrónica está hecha para bailar y a esas horas de la noche es lo que tocaba. Les tocaron sufrir los problemas técnicos del directo pero solo su presencia dio categoría al cartel independiente.

El fin de fiesta estuvo al cargo de Kostrok que despidió un FIZ que supo alcanzar el éxito lleno de más luces que sombras, pese a la calidad del sonido, contó con grandes directos.

No sabemos si esta edición va a marcar un antes y un después en la trayectoria del festival creando una nueva tendencia hacia lo comercial dentro de lo independiente, pero si eso sirve para reclutar nuevos adeptos a este tipo de música que sean consumidores de la cultura de las salas de la ciudad: ¡Larga vida al FIZ!

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