Después de varios meses, Los Ganglios vuelven a la carga en Barcelona con el arma secreta de Edu Pou (baterista de Za!) bajo el brazo.


Tras agotar las entradas anticipadas y de que varias personas se quedasen a las puertas del concierto, estos tres pacenses subieron al escenario -por no llamarle simplemente tarima-parte-espinillas- anunciando entre risas que Edu Pou no podría tocar con ellos.

Para caldear el ambiente inauguraron su setlist con la misma canción que usaron para abrir su primer disco Cataclismo Electoral (2011): ‘El Héroe de la Transición’ y, pese a que el público respondió de una forma más lenta a lo usual, cuando sonaron las primeras notas de ‘Mimetic Motherfucker’ ya se iniciaron los primeros intentos de pogos.

Mi parte favorita de los conciertos de Los Ganglios es observar la tremebunda variedad de gente que se puede encontrar entre sus asistentes: desde la cutrez personificada con chubasqueros noventeros hasta punkarras, pasando por un puñado de chicas descaradamente parecidas a las Slim Kawasaki. Y sí, entre todas esas personas estaba el desaparecido en combate Edu Pou, cerveza en mano y disfrutando como un niño hasta su turno para subir al escenario.

Al igual que hay esa variedad a pie de sala, también se encuentra en su setlist. Nadie como Los Ganglios sabe pasar de una cumbia al nido de hostias que fue ‘El Molino’. Precisamente después de recibir semejante legión de codazos durante esa breve canción, unos cuantos -entre los que me incluyo- decidimos que una retirada a tiempo es una victoria y abandonamos el sector más bestia del público.

Como siempre, Los Ganglios usan el recurso de las proyecciones para hacer -si cabe- más entretenido su espectáculo. El Almo2bar estaba a rebosar y desde el fondo aparentemente no se veía la sábana que tenían colgada de la pared y usaban para plasmar el power point; una verdadera lástima porque esas imágenes no tienen desperdicio.

Los Ganglios y Edu Pou en el Almo2bar.

Por fin y después de medio show anunciaron la entrada del miembro de Za!, Edu Pou que, baquetas en mano se dispuso a añadir el factor de la batería. Pese a la mezcla de miedo y curiosidad que me causaba esa novedad, puedo asegurar que el resultado final fue impecable. El grupo pacense y el joven catalán estaban completamente compenetrados tanto en las canciones más technos como cuando Eskorbuto invadió la sala.

Una veintena de canciones parecieron no ser suficientes para el público, pero tras ‘Color de Rosa’, ‘Babieca Hiede’, una nueva llamada ‘Vivencias Propias’ y ‘El Regalo’ -por decir algunas- cerraron con ‘El Subiduki’ como ya es costumbre y sin ofrecer ese bis que los asistentes reclamaban. En esta ocasión, el colaborador especial Edu Pou abandonó su lugar tras la batería y, entre Rafa y Leli, se añadió a la coreografía de ‘El Subiduki’ -gafas de sol incluidas- mientras Xoxé revoloteaba por el escenario y una de las clones de Slim Kawasaki de las que hablé al principio intentaba imitar sus pasos. La chica parecía pasarlo en grande pese al fracaso estrepitoso que resultó.

En definitiva, aunque a mí me faltaron temas como por ejemplo ‘VHS’, fue uno de sus típicos shows de los que se sale como si alguien hubiese añadido algo a tu cerveza. Aún tienen parte de su gira por delante (Sevilla el 18 de marzo y Algeciras el día 19), de manera que si casualmente tenéis cerca esas ciudades no desaprovechéis la oportunidad de asistir a su característico espectáculo.

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