El pasado 8 de noviembre tuvimos el placer de poder asistir a uno de los actos claves dentro del programa de Zaragoza Latina. El panorama Viva la canción, enmarcado dentro del Ciclo Charco, propuso un viaje sonoro por diferentes países sudamericanos para mostrarnos el talento existente por esos lares. ¡Y qué talentos!
El enclave fue el renovado Centro de Las Armas que apuesta por llevar la música a cada rincón de la ciudad, y así lo hizo alternando los conciertos dentro y fuera de su recinto.
Abrieron la noche en el exterior los locales In Materia, con gran afluencia de público curioso que se acercó a ver los ritmos que se que se cocían. Habrá que vigilarlos de cerca puesto que sonaron realmente bien.
Tras ellos, la chilena Camila Moreno, en el interior, nos dio la primera y más que grata sorpresa de la velada. Su voz, a veces desgarrada, es el mejor acompañamiento de sus letras, de sus acordes y de sus guitarras. Contó con seguidores incondicionales y otros, que habrán empezado a serlo tras su actuación, que pedían una tras otra alargando el inevitable punto y seguido. Hizo una mención especial por los 43 desaparecidos mexicanos y terminó con Millones.
Los Animales Superforros tuvieron la dura papeleta de caldear el refrescado ambiente y hacernos bailar al son de Sentado en la montaña e incluso nos ofrecieron un adelanto de su próximo trabajo.
El siguiente en actuar fue Ricardo Vicente, jugaba en casa y estuvo cómodo desde el principio de su actuación. Pese a que es muy difícil ser profeta en una tierra como la aragonesa, le avalan años de dedicación a la música formando parte de Tachenko, La Costa Brava y junto a Francisco Nixon. El cariño y los conocidos se notaban entre el público. Hizo una presentación ejemplar de temas hermosos como Todos tus caballos de carreras, El milagro de Milán o La balada de Fran y Richie con la que terminó en los que la implicación por su parte fue total y dejó una gran impronta en la calidad.
Se dice de Little Jesus, provenientes de México, que“”… resuelven bien con su pop en castellano, divertido, bailable y con toques de surf que ellos han bautizado como tropipop…” volvieron a la plaza exterior y nos abrieron el apetito para culminar con las dos últimas y grandes citas de la noche que serían a puerta cerrada.
Nacho Vegas, ¿qué se puede comentar de este hombre que no se haya dicho ya? Ofreció un recital como hacía mucho, plagado de sus mejores temas. Fue coreado, aplaudido y todos los presentes se movían al compás que marcaba su voz, su Runrún, su “algo especial”: ese magnetismo que hace que no puedas apartar los ojos del escenario en ningún momento.
Si tras él, el nivel de satisfacción en la sala era máximo, aun faltaban por llegar los argentinos Babasónicos. Como si de una entrega de premios se tratase, se llevaron el premio al mejor directo y al mejor espectáculo. Su presencia escénica es de esas que te deja sin habla, saben cómo captar la atención y sus años de experiencia en los escenarios son más que notables. Fueron el broche final a una noche redonda.
Desde El Ukelele solo podemos desear una larga vida al Zaragoza Latina.