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El ‘Mascarita Ponte Tacón’ del Carnaval de Verano: Una tradición que va más allá de los tacones y el humor.

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Mascarita Ponte Tacón en el Carnaval de Verano

Desde mi perspectiva como observador de las ricas tradiciones culturales, el ‘Mascarita Ponte Tacón’ emerge como un fenómeno carnavalesco que encapsula mucho más que un simple desfile o una carrera. Este evento, arraigado en el vibrante Carnaval Internacional de Puerto de la Cruz, en Tenerife, se ha convertido en un emblema de transgresión, humor y comunidad que resuena con una profundidad inesperada, trascendiendo la mera extravagancia de sus participantes.

Aunque el título de nuestro análisis evoque un ‘Carnaval de Verano’, es crucial señalar que esta tradición se celebra con fervor dentro del marco del icónico Carnaval de Puerto de la Cruz, que tiene lugar habitualmente en los meses de febrero o marzo, según el calendario litúrgico.

Historia de una Tradición Singular

La génesis del ‘Mascarita Ponte Tacón’ se sitúa en el año 1990. Fue una iniciativa espontánea de un grupo de amigos universitarios en Puerto de la Cruz, quienes propusieron un evento cuya única premisa era ir disfrazado con tacones y recorrer las calles de la ciudad.

Lo que comenzó como un ‘Maratón Mascarita Ponte Tacón’ con apenas una decena de participantes, entre los que destacaba Juan Pedro Hernández, conocido cariñosamente como «Lupita», ha evolucionado hasta convertirse en uno de los actos más esperados y multitudinarios del carnaval.

La figura de «Lupita» es, de hecho, inseparable de esta tradición, no solo como uno de los primeros ganadores, sino también como presentador y promotor principal del evento a lo largo de los años. Su compromiso ha sido fundamental para que esta idea, nacida del espíritu festivo, se consolidara y creciera hasta alcanzar la magnitud que hoy conocemos.

La Carrera más Extravagante de Canarias

A primera vista, el ‘Mascarita Ponte Tacón’ es una carrera singular. Cientos de «mascaritas», predominantemente hombres ataviados con elaborados disfraces femeninos, se lanzan a recorrer las adoquinadas calles de Puerto de la Cruz subidos en plataformas y tacones que, en muchos casos, superan ampliamente los diez centímetros de altura. El requisito mínimo de ocho centímetros de tacón es rigurosamente verificado antes del inicio, añadiendo una capa de seriedad a la hilaridad general.

El recorrido, que tradicionalmente va desde la Ermita de San Telmo o la Plaza de los Reyes Católicos hasta la emblemática Plaza del Charco, y en ocasiones hasta el recinto carnavalero, está jalonado de obstáculos que magnifican el desafío. Lo que se observa es una mezcla de destreza, equilibrio y, sobre todo, mucho humor. Las caídas son parte del espectáculo, recibidas con carcajadas y aplausos por parte de un público entregado que puede superar las 30.000 o incluso 50.000 personas.

Más allá de la velocidad, la competición premia diversas facetas del espíritu carnavalero, con categorías como:

  • Mascarita con más poderío
  • Tacón más resultón
  • Mascarita más tenaz
  • Mascarita más veloz
  • Mascarita en parejas
  • Mascarita en grupo

Un Espectáculo de Transgresión y Alegría

Desde mi análisis, considero que el verdadero encanto del ‘Mascarita Ponte Tacón’ reside en su capacidad de trascender lo superficial. Si bien el humor y la extravagancia son patentes, el evento se erige como un poderoso acto de transgresión. Al subvertir las normas de género a través del disfraz y el uso de tacones, se crea un espacio de libertad y autoexpresión que es inherente al espíritu del carnaval. No es simplemente una parodia, sino una celebración de la diversidad y la ruptura con lo convencional.

He observado que este acto lúdico fomenta una camaradería palpable entre los participantes, quienes no solo compiten, sino que comparten risas, caídas y el esfuerzo común de mantenerse en pie sobre tacones vertiginosos. Es un encuentro donde la diversión y la autoaceptación se entrelazan, creando un ambiente inclusivo y festivo que define la esencia del carnaval portuense.

El Impacto y la Proyección del Mascarita Ponte Tacón

Lo que empezó como una iniciativa local ha crecido exponencialmente en popularidad. La edición de 2019, por ejemplo, contó con 441 participantes y atrajo a más de 35.000 espectadores, rompiendo récords de asistencia. Las cifras de participación y público continúan siendo impresionantes, con cientos de valientes «mascaritas» y decenas de miles de asistentes en las ediciones más recientes.

El ‘Mascarita Ponte Tacón’ se ha consolidado como un icono ineludible del Carnaval Internacional de Puerto de la Cruz, ofreciendo una experiencia única que atrae tanto a locales como a turistas. Es un ejemplo de cómo una tradición, nacida de la creatividad y el deseo de celebrar de una manera diferente, puede evolucionar y proyectar un mensaje de alegría, inclusión y desinhibición a una audiencia global. Su éxito radica, a mi parecer, en su autenticidad y en la genuina emoción que genera.

Conclusión

En síntesis, el ‘Mascarita Ponte Tacón’ del Carnaval de Puerto de la Cruz es mucho más que una carrera divertida sobre tacones. Es una manifestación cultural vibrante y profunda que refleja la esencia del carnaval como espacio de libertad, creatividad y alegría compartida. Su historia, sus participantes, y la multitudinaria acogida del público dan testimonio de una tradición que, con cada paso tambaleante y cada risa contagiosa, reafirma su lugar como un pilar fundamental de la identidad festiva de Tenerife.

Continúa siendo un recordatorio elocuente de que la diversión y la transgresión pueden ir de la mano, creando un espectáculo memorable que realmente «va más allá de los tacones y el humor».

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