Festivales

El Festival de las Antorchas 2025 vuelve a encender los Pirineos con fuego y tradición

Alta Ribagorça, Cataluña – Junio 2025. Con la llegada del solsticio de verano, los pueblos pirenaicos de Cataluña volvieron a iluminar la noche con una de las tradiciones más ancestrales y emotivas de la península ibérica: el Festival de las Antorchas, conocido como Falles del Pirineu. Esta edición de 2025 reunió a miles de participantes y visitantes en un espectáculo de fuego, música y herencia cultural transmitida de generación en generación.

Durante las noches del 23 de junio y semanas siguientes, más de una docena de pueblos de la comarca de Alta Ribagorça y otras zonas de montaña celebraron la bajada ritual de antorchas encendidas desde los montes, un acto simbólico que representa la purificación, el cambio de estación y la unidad comunitaria.

Una tradición viva y protegida

El Festival de las Antorchas no es una recreación folclórica ni una invención turística reciente. Se trata de un ritual auténtico documentado desde tiempos medievales, posiblemente con raíces en antiguas celebraciones paganas del solsticio. En 2015, fue reconocido por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, lo que supuso un respaldo oficial a su conservación y proyección internacional.

Pueblos como Taüll, Boí, Durro, Senet, Alins e Isil fueron protagonistas de esta edición. En cada localidad, decenas de jóvenes —conocidos como fallaires— descendieron desde las montañas portando antorchas de madera resinosa encendidas, mientras el resto de los habitantes los esperaba en las plazas, entre aplausos, música tradicional y campanas repicando.

La noche mágica del fuego

Uno de los momentos más esperados ocurrió en la noche del 23 de junio en Taüll, donde más de 3.000 personas se reunieron para ver cómo las luces bajaban lentamente por la montaña. La bajada culminó en la plaza de la iglesia románica, donde los fallaires arrojaron sus antorchas a una gran hoguera colectiva. A su alrededor, comenzaron los bailes populares, las comidas comunales y las historias contadas por los ancianos del lugar.

El ambiente fue festivo, familiar y profundamente respetuoso con la tradición. Niños, jóvenes y mayores participaron activamente, reforzando el valor intergeneracional de la celebración.

Turismo y cultura: una fórmula sostenible

Desde su inclusión en la lista de la UNESCO, el festival ha atraído el interés de visitantes nacionales e internacionales. Sin embargo, los organizadores insisten en mantener el equilibrio entre el respeto por la tradición y la promoción turística. Las autoridades locales pusieron especial énfasis en garantizar la sostenibilidad del evento, limitando aforos en ciertas zonas y promoviendo alojamientos rurales y gastronomía local.

Maria Costa, concejala de cultura de Vall de Boí, destacó: “El festival no es solo un espectáculo visual; es un acto de identidad. Nuestra prioridad es que quienes nos visiten comprendan el alma de lo que celebramos”.

Jóvenes guardianes del fuego

Una de las claves del éxito y continuidad del festival es la implicación activa de la juventud. En muchos pueblos, las nuevas generaciones se encargan de preparar las antorchas, organizar la logística de la bajada y mantener vivas las costumbres. Aprenden directamente de sus padres y abuelos, lo que garantiza una transmisión directa y genuina del patrimonio.

Las falles se elaboran de forma artesanal semanas antes, utilizando maderas específicas como el pino rojo, cuidadosamente seleccionadas y ensambladas para asegurar su combustión lenta y segura durante el descenso.

Fechas destacadas de la edición 2025

  • 23 de junio: Bajadas en Taüll, Boí, Senet e Isil
  • 29 de junio: Fiesta de Barruera
  • 5 de julio: Falles en Alins
  • 13 de julio: Bajada de antorchas en Durro

Cada una de estas fechas estuvo acompañada por ferias de artesanía, actuaciones musicales, talleres infantiles y recorridos guiados por el patrimonio arquitectónico de la zona, consolidando el festival como un acontecimiento cultural de referencia.

Un fuego que une y trasciende

El Festival de las Antorchas no es solo una experiencia visual impresionante; es un símbolo de identidad, resistencia cultural y conexión con la naturaleza. Mientras las antorchas bajan por la ladera, encendiendo la noche con su luz ancestral, también iluminan el camino de una comunidad que ha sabido mantener viva una tradición milenaria.

Con cada edición, el fuego sigue encendiendo no solo las montañas del Pirineo, sino también el espíritu de quienes participan. En 2025, las Falles del Pirineu no solo fueron una fiesta: fueron un testimonio de la fuerza de la memoria colectiva.

José Domínguez

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