La película Wicked: Parte Uno ha cautivado a las audiencias con su deslumbrante reinterpretación del amado musical de Broadway. Uno de los momentos más comentados y emocionalmente resonantes del final de la película involucra a Glinda, interpretada por Ariana Grande, y el enigmático libro de hechizos conocido como la Grimmerie. El autor ‘malo’ (co-guionista) ha ofrecido una visión profunda sobre el significado de este instante crucial, proporcionando una nueva capa de comprensión a los fans de la saga.

El Último Momento de Glinda con la Grimmerie en ‘Wicked: Parte Uno’ Analizado por el Co-Guionista

Al final de Wicked: Parte Uno, después de la aparente «muerte» de Elphaba, Glinda se encuentra en posesión de la Grimmerie, el poderoso libro de hechizos que Elphaba misma no podía leer. Este momento, cargado de simbolismo y promesa, ha sido diseccionado por Dana Fox, co-guionista de la película junto a Winnie Holzman, ofreciendo una perspectiva reveladora sobre su profundo impacto emocional y narrativo.

La Entrega de la Grimmerie y la Confesión de Glinda

El acto de Elphaba de confiar la Grimmerie a Glinda es, en sí mismo, un testimonio de la fe que tiene en su amiga, instándola a aprender y descubrir el poder que reside en sus páginas. Sin embargo, el momento clave llega cuando Glinda, con una vulnerabilidad palpable, confiesa: «Sabes que no puedo leer eso».

Dana Fox enfatiza la vergüenza inherente en esta admisión. Según Fox, esta incapacidad es la «mayor vergüenza» de Glinda, especialmente considerando su imagen pública de perfección y gracia. La película profundiza en la infancia de Glinda, mostrando sus «profundos deseos y necesidades, la herida real que tiene», lo que hace que esta confesión sea aún más difícil de pronunciar y aceptar para ella.

El Poder de la Admisión: La Grimmerie se Abre

El punto de inflexión en la escena ocurre cuando, al final de la película, la Grimmerie se abre mágicamente para Glinda. Este suceso, que no está presente en la obra de teatro original, sugiere un despertar o una nueva conexión con la magia.

Fox argumenta que la admisión de Glinda de su propia limitación, de no poder acceder a la magia por sí misma, es precisamente lo que le otorga el don. «Creo que admitir esto le otorga la apertura de Grimmerie al final de la película, que no está en la obra», explicó Fox. Este acto de humildad y aceptación de una verdad personal se convierte en la clave para desbloquear el poder del libro, lo que implica que el verdadero poder no reside solo en el conocimiento o la habilidad innata, sino también en la honestidad y la autoaceptación.

Una Apertura a la Interpretación del Público

A pesar de ofrecer una explicación clara de la mecánica emocional detrás de la apertura de la Grimmerie, Dana Fox y Winnie Holzman han optado deliberadamente por dejar el significado final abierto a la interpretación del público.

«Winnie y yo realmente queremos que todo esto esté abierto a la interpretación de todos», afirmó Fox. «Nos encanta que las personas sientan que pueden encontrarse a sí mismas en estas películas y descubrir si significan esto o aquello».

Este enfoque permite a los espectadores conectar con la historia a un nivel personal. La pregunta persiste: ¿la sonrisa de Elphaba sugiere que ella intuyó la apertura de Glinda? ¿Es un regalo de Elphaba o un logro personal de Glinda? La ambigüedad enriquece la experiencia, invitando a la reflexión sobre el crecimiento personal, la amistad y el descubrimiento de la propia magia interior.

Conclusión

El último momento de Glinda con la Grimmerie en Wicked: Parte Uno, tal como lo analiza el co-guionista Dana Fox, trasciende una simple adquisición de poder. Es una profunda exploración de la vulnerabilidad, la humildad y el poder transformador de la autoaceptación. La interpretación de Ariana Grande de Glinda resalta la complejidad emocional del personaje, haciendo de este momento no solo un punto de inflexión en su viaje mágico, sino también un poderoso mensaje sobre la verdadera fuente de la fuerza personal y cómo el admitir nuestras limitaciones puede, paradójicamente, abrirnos a nuevas posibilidades.