Vetusta Morla ofrecieron un concierto inmejorable durante las fiestas del Pilar de Zaragoza.


Pongámonos en situación: viernes 16 de octubre, Zaragoza.

No es una fecha cualquiera, es el segundo fin de semana de las fiestas patronales. Una ciudad en plena ebullición con música por doquier y cuyos habitantes se mezclan con foráneos que la inundan con ganas de fiesta. Y, entre la amplia oferta cultural, se encuentran ellos: Vetusta Morla.

Ante estos hechos, la Sala Multiusos, con una capacidad de 6500 personas, se llenó (o casi) hasta la bandera.

Los locales Calavera fueron los encargados de tener el privilegio de caldear el ambiente. Una banda liderada por Alex Ortega y que con su tercer y último disco El monte del perdón está dando que hablar mucho y bien. Entono el mea culpa y confieso que, por diversos caprichos del destino, aún no había podido disfrutar de su directo y aproveché para desquitarme. Mis expectativas eran altas y cumplieron con creces, pese a que la mayoría del público desprendía cierto nerviosismo, comprensible por otra parte.

Fue mi primera vez, pero estoy segura de que no la última, afortunados los pamploneses y bilbaínos que podrán verles muy pronto teloneando a otra banda que paradójicamente hizo lo mismo con Vetusta, Rufus T. Firefly.

Con bastante puntualidad, para lo que estamos acostumbrados en esta ciudad, empezaron a sonar los primeros acordes de una intro instrumental y poco después los frenéticos ritmos que dan comienzo a  ‘La deriva’.

Poco puedo escribir que no se haya hecho ya sobre ellos, son grupo referente en el panorama musical y razones no les faltan para continuar así durante muchos años.

Así que aquí viene la retahíla de topicazos, que no por ello deja de tener mérito, sino más bien todo lo contrario: encadenaron canciones como golpes maestros; coreadas, gritadas, bailadas, saltadas, palmeadas por todos los presentes; se convirtieron el pirómanos y caldearon el ambiente hasta el fuego, derrocharon una maldita dulzura en determinados momentos como en ‘Cuarteles de invierno’; y así podría seguir con todos y cada uno de los temas que sonaron.

Dicho esto, voy a intentar transmitir los pequeños detalles, las peculiaridades que les hacen difícil mantenerse en primera línea de fuego.

Los cachirulos personalizados colgaron de instrumentos y micros durante toda la actuación, Pucho decidió colgárselo al cuello en los bises. Un detalle digno de agradecer por estos lares.

El estribillo de ‘Saharabbey Road’ se convirtió en el emblema de la noche y se entonó en repetidas ocasiones para exigir los bises ante la horda que tenía deseos de más.

Los discursos de Pucho invitaban a la fiesta y ¡qué decir de sus bailes!

La escenografía es de las más impresionantes que he visto con ese juego de luces, y aunque el sonido no siempre estuvo a la altura, no deja de ser un placer inmenso verles en directo.

Como en todos los conciertos de Vetusta hubo un momento reivindicativo, pero en este caso era una declaración de intenciones. El fin de la gira de La Deriva es una de las mejores y mucha gente les pide que no cambien, pero es necesario, deben hacerlo, hay mucho que avanzar y progresar y nosotros esperamos estar ahí para verlo.

Esperamos poder ofreceros noticias suyas muy pronto.

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