La doble supervivencia de Scott Pilgrim
Las aventuras de Scott Pilgrim, nuestro bajista de ficción favorito, están disponibles en dos versiones que no dudamos en recomendar aún hoy: el cómic original de Bryan Lee O’Malley y la adaptación cinematográfica de Edgar Wright.
El interés del director británico Edgar Wright por las múltiples facetas de la cultura pop hace que en la mayoría de sus películas encontremos un buen número de referencias musicales, que le proporcionan un carácter cercano y reconocible a los mundos donde se desarrollan sus historias. Así, Shaun of the Dead (2004) – distribuida en España bajo el grotesco título Zombies party (Una noche… de muerte) – contiene escenas tan memorables como la del lanzamiento de vinilos, incluyendo un breve debate sobre la pertinencia de emplear el tan denostado Second Coming de Stone Roses como improvisada arma arrojadiza. Del mismo modo, la raída camiseta decorada con el logotipo de The Sisters of Mercy que luce uno de los protagonistas de The World’s End (2013) – aquí conocida como Bienvenidos al fin del mundo – sirve para retratarlo como un gótico irredimible, de manera aún más eficaz que el uso de ‘This Corrosion‘ como su leitmotiv personal. Y, además de ser uno de los estrenos de este año que aguardo con mayor impaciencia, no creo que la inminente Baby Driver deje de incluir guiños parecidos a los que ya se han convertido en una especie de marca de la casa.
Scott Pilgrim contra el mundo (2010) es la película de Edgar Wright que lleva estos juegos referenciales a cotas más elevadas. La idiosincrasia del cómic en que se basa hace que, en cierto sentido, la cinta funcione como un cajón de sastre que recopila todo tipo de alusiones a la cultura pop, especialmente en lo relativo a videojuegos y música. Dada su naturaleza de adaptación de una exitosa serie de novelas gráficas, la película no tardó en adquirir un previsible estatus como obra de culto casi desde su mismo estreno en la San Diego Comic-Con International celebrada aquel año. Y sin embargo, Scott Pilgrim contra el mundo es a menudo considerada una obra fallida que ni siquiera funcionó bien en taquilla, tal vez debido a su particular sentido del humor que, sin ser exactamente blanco, tampoco podría calificarse de gamberro. No obstante, esta adaptación resuelve con solvencia problemas como la difícil tarea de comprimir en un único largometraje los seis tomos de la obra original. En el guion escrito por el propio Wright se aprecia un encomiable uso del bisturí al extirpar tramas secundarias y personajes de fondo, hasta conseguir una duración que no rebasa las dos horas. Y, por supuesto, no podemos olvidar una banda sonora que contiene canciones originales de Beck, Broken Social Scene y Metric, entre otros.
Pero, ¿merece la pena emprender la lectura del cómic original hoy? La edición original en blanco y negro de Scott Pilgrim, con guion y dibujo del canadiense Bryan Lee O’Malley, está disponible en castellano desde hace años, aunque la más reciente – y algo superflua – versión coloreada por el momento ha sido publicada únicamente en México. El trazo de O’Malley es aquí algo más sencillo que en la posterior Seconds, sin que ello le impida ser una plataforma adecuada para narrar la atípica historia de amor entre Scott Pilgrim y Ramona Flowers. Sin embargo, el principal problema de toda obra cuya naturaleza venga en buena medida definida por un componente referencial a la cultura pop es lo mutable y efímero de la misma, que en ocasiones puede llegar a funcionar a modo de fecha de caducidad implícita. A pesar de todo, el carácter icónico de Scott Pilgrim procede de un número de fuentes tan elevado que podemos dar por sentada una mínima perdurabilidad, aunque algunos gags y situaciones soporten el paso del tiempo peor que otros. Quizá Scott Pilgrim esté condenado a no envejecer tan bien como algunos de sus coetáneos pero su lectura continúa teniendo tanto sentido hoy como en el ya lejano 2004, cuando se publicó su primera parte.