Deafheaven presentaron New Bermuda en la sala Shoko de Madrid el pasado jueves, en un concierto inolvidable en el que hicieron vibrar a Madrid entera con su directo enérgico e impecable.


Hacía unos cuatro años que Deafheaven no pisaban la capital (George Clarke, vocalista de la banda, comentó que creía recordar que la última vez que estuvieron en Madrid fue en 2012), y la verdad es que espero que no tengamos que esperar otros cuatro años más hasta que vuelvan a visitarnos, porque lo que los californianos hicieron el pasado jueves 3 de marzo en la sala Shoko de Madrid no tiene nombre.

El ambiente pre-concierto no era nada fuera de lo normal, unas veinte personas haciendo cola en la calle, con el negro como color imperante en los atuendos de los fans impacientes. Las puertas abrían a las 20:00, pero unos diez minutos antes nos cruzamos a todo Deafheaven, que se dirigían hacia la entrada de la sala, por lo que dedujimos que no iban a ser del todo puntuales. Así fue, entramos a la sala unos quince minutos más tarde de lo previsto, y la banda telonera, Myrkur, que tenían programada su actuación a las 20:30, comenzaron a sonar  bien pasada dicha hora.

No sé si seré el único, pero el volumen al que sonaron la danesa Amalie Bruun y la banda que la acompañaba me impactó bastante. Quizá es porque comenzaron el set con Amalie al piano, con un canto melódico que a mí, por lo menos, consiguió sorprenderme, para luego estallar en una nube (nunca mejor dicho, porque había tanto humo sobre el escenario que costaba distinguir quién era quién) de distorsión y una batería pesada, que sonaron, como decía, a un volumen considerablemente elevado.

No obstante, el público no parecía demasiado entusiasmado con la interpretación de Myrkur, e incluso algunos se miraban con cara de confusión. “Bueno, esta no ha estado tan mal“, escuché un par de veces. A mí, personalmente, no me disgustaron. No son nada nuevo ni hacen nada del otro mundo, pero Amalie tiene una voz preciosa que contrasta de una forma muy interesante con la instrumental pesada que la acompaña. Además, los gritos desgarradores con los que nos deleitó alguna que otra vez me dejaron con la boca abierta. Un buen grupo para caldear el ambiente antes de lo que Deafheaven estaba a punto de hacer.

Tanto a mí como a las personas que me acompañaban nos sorprendió bastante ver que eran los propios miembros de Deafheaven quienes salían a afinar sus propios instrumentos antes de la actuación. George Clarke también hizo acto de presencia, no tengo muy claro para qué, porque ni siquiera probó el micrófono, pero saludó al público con una sonrisa. Volvieron a meterse detrás del escenario, y, ahora sí, comenzaba el concierto.

Con haber seguido lo justo a los californianos durante su presente gira, era suficiente para saber todo lo que iban a tocar y en qué orden, así que nadie se sorprendió cuando empezaron a sonar los primeros acordes de ‘Brought to the Water’, con una mezcla de sonido impecable y sorprendentemente limpia. Cuando se unieron los gritos de Clarke no fue distinto, se fundieron a la perfección con el resto de instrumentos, si bien a un volumen quizá algo bajo, tal y como suele ocurrir en casi todos los directos de Deafheaven.

Ahora sí, el público estaba entregado, ya se empezaban a ver dos o tres de esos fans excesivamente enérgicos con ganas de darle golpes a todo lo que se les pusiera por delante, y cuando sonaron los primeros guitarrazos de ‘Luna’ saliendo de la guitarra de Kerry McCoy, el público enloqueció, y así siguieron hasta que toda la sala enmudeció con el puente lento del final de la canción.

Siguiendo con el curso natural del setlist, sonaba ahora ‘Baby Blue’, que también pareció entusiasmar a todo el mundo, seguramente porque sabían el impresionante crescendo con el que empieza este corte, que, efectivamente, resultó ser uno de los mejores momentos de la noche. Las guitarras de Kerry y Shiv sonaron como una sola, en una cascada de flanger, delay reverb a la que se fue uniendo una batería cada vez más presente, para acabar estallando junto a los gritos de George Clarke, que no parecía cansarse y seguía con la misma actitud desde que había salido de entre las cortinas, moviéndose de un lado a otro, con sus gestos característicos y su espectacular presencia sobre el escenario.

Así, Deafheaven fueron interpretando su último álbum, New Bermuda, en su integridad, rompiendo el orden original del disco únicamente para introducir ‘From the Kettle Onto the Coil’, el single independiente que lanzaron en 2014 después del aclamado Sunbather, que sonó, oscuro e intenso, justo antes de ‘Come Back’, que fue para mí el mejor momento de todo el main set, con casi 10 minutos en los que Deafheaven sonaron devastadores en los momentos más duros del tema y limpísimos en los pasajes más lentos, con ambas guitarras empapadas en delay y con Kerry haciendo uso de un slide para su parte del solo de guitarra.

Para terminar con el New Bermuda, nos regalaron otro de mis momentos favoritos de la noche, ‘Gifts for the Earth’, con su estribillo pegadizo y la destacable interpretación vocal por parte de Clarke, durante la cual toda la sala Shoko hicimos headbanging hasta que nuestras cervicales pidieron clemencia. Así terminó este set principal, en el que la banda nos enseñó a todos que no solo son un grupo de estudio, sino que son capaces de interpretar un disco entero en directo, sonando igual o mejor que en el disco.

Tras un breve descanso, Deafheaven volvían al escenario, esta vez para interpretar, tal y como anunció George, un par de temas del Sunbather. Además, el vocalista aprovechó para dedicar ‘Sunbather’ a los fans más entregados del público, que estuvieron casi todo el concierto montando mosh pit y haciendo pogos:

Quiero dedicar la siguiente canción a todas esas personas en el lado derecho. Os he estado viendo toda la noche, habéis estado pasándolo bien.

Si el New Bermuda había sonado impecable en directo, lo que estaba sonando con ‘Sunbather’ no tenía nombre. Parecía hasta que el volumen había aumentado. La gente cantó a gritos los temas enteros (cosa que hasta ahora había pasado poco o nada), lo cual me sorprendió bastante, porque a George Clarke cuesta entenderle aunque tengas las letras delante. Y así sonaron los 10 minutos de ‘Sunbather’, perfectos, llenos de emoción por parte de la banda y de entrega por parte del público. Ahora sí, mi momento favorito de toda la noche, sin ninguna duda. Acabé temblando y con los ojos encharcados, y eso no lo consigue cualquier grupo (y he visto a unos cuantos).

Y no fue distinto con el último tema del concierto, ‘Dream House’, el corte que abre el Sunbather, durante el cual George Clarke hizo una visita al foso, bajando a cantar con el público, que gritó “I want to dream” como si no hubiera un mañana, en el momento más emotivo de la noche:

I want to dream ✨

Un vídeo publicado por Carles Delgado Navarro (@funpowderplot) el

Ahora sí, después de estos casi 20 minutos de encore extraídos del Sunbather, que sonaron no solo impecables a nivel de técnica y de sonido, sino además llenos de emoción y entrega, los miembros del grupo se despedían de un público al que sabían que se habían ganado, que lo había dado todo hasta el último segundo de concierto y que, desde luego, no iba a aguantar otros 4 años sin volver a vivir un conciertazo de Deafheaven como el que los de San Francisco les acababan de regalar.

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