A finales de 2022, el sector cripto presenció su mayor crisis desde el colapso de Terra-Luna, cuando FTX, el tercer exchange más grande del mundo, quebró en medio de acusaciones de manejos financieros fraudulentos y desfalco de miles de millones en fondos de clientes.
Este caso sin precedentes hundió la credibilidad de las criptomonedas en los mercados tradicionales y puso al descubierto las sombrías prácticas de poder de Sam Bankman-Fried, CEO de FTX y anteriormente aclamado como “Salvador” de empresas crypto en problemas.
En esta investigación, analizamos el ascenso y estrepitosa caída de SBF, cómo engañó al ecosistema con su manto de líder altruista y genio de las finanzas, cómo estructuró una red de influencia política a su favor, y las consecuencias globales de este mega-fraude.
Sam Bankman-Fried: retrato del magnate caído
Para entender el colapso de FTX, es necesario entender quién es su fundador, Sam Bankman-Fried (SBF). Este joven de 30 años, proveniente de una acaudalada familia de Stanford, se perfilaba como el nuevo rostro lucido de las criptomonedas.
Construyó en tiempo récord un imperio global valuado en $32 mil millones, posicionando a FTX como el exchange más innovador y de mayor crecimiento, superando incluso a Binance. SBF era aclamado mundialmente como:
Un niño prodigio de Wall Street que amasó una de las mayores fortunas individuales
Un innovador brillante construyendo sistemas financieros complejos y altamente eficientes
Un filántropo altruista comprometido a donar toda su riqueza a causas globales durante su vida
Pero tras este manto de genio brillante y desprendido se escondía otra realidad mucho más siniestra, con tintes de avaricia sin límites, poder fuera de control y manipulación sistémica de todos a su alrededor.
Los inicios: Alchemist y la máquina de dinero
Para 2017, Bankman-Fried ya operaba su propio fondo de cobertura (hedge fund) llamado Alameda Research, enfocado en arbitrajes de criptomonedas (aprovechar diferencias de precios entre distintos mercados). Y lo hacía desde su apartamento compartido en San Francisco.
Este primer vehículo sería el corazón financiero desde donde luego SBF controlaría todo su entramado de influencia. La máquina perfecta para imprimir dinero sin supervisión, aprovechando discrepancias de precios e inconsistencias y lagunas globales para maximizar ganancias. Todo supuestamente “por el bien mayor” de eficientar los mercados de bitcoin y otras criptomonedas.
Así fue acumulando los millones que luego le permitieron lanzarse a la conquista de influencia política y engañar a líderes del establishment sobre sus verdaderas motivaciones.
FTX: la joya de la corona
El paso definitivo en su escalada llegó en 2019 cuando fundó junto a Gary Wang el exchange FTX. Un nuevo exchange global de criptomonedas, pero enfocado en productos y derivados sofisticados como futuros, opciones, apalancamiento, etc.
Este modelo y la oferta de token FTT nativo que pagaba dividendos por las ganancias del exchange, rápidamente atrajo a miles de nuevos usuarios e importantes rondas de inversión de fondos de capital de riesgo (VC).
Así para 2021 FTX ya procesaba diariamente operaciones por miles de millones de dólares y contaba con una valuación de $25 mil millones. Un ascenso meteórico que estaba apenas comenzando…
Crecimiento desenfrenado: compra todo lo que puedas
Con el rápido aumento de capital, SBF comenzó una frenética carrera de adquisiciones sin precedentes en toda la industria blockchain, en serio comprando participaciones mayoritarias de decenas proyectos cripto.
Desde empresas de custodia (BitGo) y empresas analíticas (Messari, Coingecko) hasta inversiones en decenas de iniciativas DeFi y stablecoins. Todo bajo el sórdido objetivo de extender su control en el ecosistema e influir en las métricas y narrativas.
Pero había un pequeño detalle: estas adquisiciones no provenían de las ganancias de FTX, sino de transferencias directas de los fondos de Alameda Research hacia nuevas adquisiciones. Es decir, estaba despilfarrando el dinero de clientes sin supervisión en proyectos sin retorno, mientras maquillaba un crecimiento falso de su exchange estrella FTX.
SBF: el “salvador” desprendido
Conforme FTX conquistaba nuevos inversionistas, SBF también pulía su imagen pública, asumiendo el rol de salvador generoso dispuesto a rescatar empresas quebradas por el bien de la industria.
Un ejemplo fue el rescue financing que inyectó en Voyager Digital cuando colapsaron en 2022. También apoyó al fondo de cobertura Three Arrows luego de la crisis de Luna y proveyó liquidez en el rescate de BlockFi.
Estas maniobras fueron amplificadas por la prensa como muestras de liderazgo ético. Nadie imaginaba en ese momento que solo eran tácticas para extender su red de influencia, utilizando fondos ajenos de clientes sin su consentimiento.
Lazos peligrosos: la captura de reguladores y políticos
Otra faceta poco explorada fue la extensa red de cabildeo político construida por SBF en Washington y agencias regulatorias, financiando millones en lobbies y Comités de Acción Política (PACs) para influenciar legisladores y evitar mayores supervisiones a sus negocios offshore.
Llegó incluso a ser el segundo mayor donador individual del Partido Demócrata en las elecciones de 2022 en EEUU, superado solo por el magnate George Soros. Esta red de complicidad e impunidad le sirvió bien por años, hasta que colapsó todo.
FTX se derrumba
A mediados de 2022, mientras el mercado cripto descendía, comenzaron a surgir reportes de problemas de liquidez en Alameda Research. Esta firma, casi desconocida, manejaba un balance oculto de $14.600 millones según reveló CoinDesk. Un agujero imposible de tapar.
Ante el pánico, los usuarios comenzaron a retirar masivamente sus fondos de FTX, sólo para descubrir que no había suficiente para cubrir los retiros. En pocos días, FTX quebró con un déficit imposible de cubrir y sin activos reales respaldando el tremendo castillo de naipes forjado por SBF.
FTX se derrumba
A mediados de 2022, mientras el mercado cripto descendía, comenzaron a surgir reportes de problemas de liquidez en Alameda Research. Esta firma, casi desconocida, manejaba un balance oculto de $14.600 millones según reveló CoinDesk. Un agujero imposible de tapar.
Ante el pánico, los usuarios comenzaron a retirar masivamente sus fondos de FTX, sólo para descubrir que no había suficiente para cubrir los retiros. En pocos días, FTX quebró con un déficit imposible de cubrir y sin activos reales respaldando el tremendo castillo de naipes forjado por SBF.
Los reguladores ahora investigan el desvío masivo de fondos hacia campañas políticas, paraísos fiscales y un estilo de vida desmedido de lujos y exces.
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Últimos acontecimientos
Mientras escribimos estas líneas, el paradero de Sam Bankman-Fried se desconoce, luego de que la justicia de Bahamas lo citara a declarar después de que FTX solicitara protección por bancarrota en EEUU. Se estima que el monto desfalcado podría bordear los $8 mil millones, aunque nuevos reportes revelan transferencias sospechosas por hasta $10 mil millones hacia Alameda Research desde cuentas de FTX en las últimas semanas.
Paralelamente, al menos un millón de acreedores se aprestan para intentar recuperar sus fondos varados, luego de la designación de un nuevo CEO para FTX y la renuncia en bloque de su anterior directiva vinculada a SBF.
John Jay Ray fue nombrado como nuevo director de la plataforma colapsada para encabezar su reestructuración. Expertos advierten que el proceso podría extenderse por años antes de verificar la possibilidad real de reembolsar a los usuarios estafados.
Este sigue siendo el developing story financiero más significativo en la aún corta historia de las criptomonedas. Y seguramente marcará un antes y un después en la manera cómo los inversionistas y el público perciben a este sector. Seguiremos informando los próximos acontecimientos en el caso FTX-SBF.
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