Joe Sacco desgrana verdades incómodas sobre la música contados en primera persona en su obra “El rock y yo” (Ediciones La Cúpula, 2013).


Joe Sacco es un afamado ilustrador que se ha ganado sus royalties tras la publicación de sus escenas de corte fotoperiodístico vividas en zonas tan controvertidas como Gaza o Gorazde. Una carrera acostumbrada a ser testigo del horror y plasmarlo con crudeza. Desde las entrañas. Sin embargo, en ocasiones ha optado por ser mensajero de la descarnada superficialidad que se vive en el ¿bohemio? mundo de la música. En “El rock y yo” (Ediciones La Cúpula, 2013), el periodista maltés relata sus vivencias desde la perspectiva del road manager y del fanático.

El libro se divide en diferentes capítulos (no oficializados) cuyas historias han sido unificadas simplemente por el hecho de haber sido creadas bajo un mismo patrón. Fuese para una revista alemana, fuese un medio suizo. En ellas, hay una clara diferencia entre la primera tanda y el resto de historias, ya que resulta evidente la participación de Joe Sacco en las vivencias iniciales al tratarse del mismísimo road manager de la banda. En menos de un centenar de páginas remueve los cimientos de los “topicazos” fanáticos y los reconvierte en batallas diarias con las que ha de lidiar. Filias, fobias, envidias, drogas y sexo desenfrenado corretean sobre el blanco del papel mientras sibilinamente aporta su visión sobre la búsqueda de credibilidad de las bandas actuales en la imagen y la actitud/pose que se les exige, el miedo a crecer de las estrellas, la efervescencia del descontrol en sus primeros coqueteos con los vicios o el completo elenco de figuras que rodean el pequeño circo. Su modus vivendi, esa continua montaña rusa vivida durante las giras, es visible desde el primer vistazo gracias a la gráfica de estilo psicodélico utilizada por Joe Sacco y a la violencia alcanzada por sus imágenes que, prácticamente, carecen de marco. Pese a todo, la última conclusión es clara: el uso de su descarnado humor sólo sirve para aumentar la veracidad de una triste verdad, el rock ha muerto. Ahora es el momento del “dime como te ve tu séquito y te diré qué éxito te mereces”. Del bluff.

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