El séptimo de los Musirrelatos, se construye a través de ‘Creep’, de Radiohead, y pone en relieve el lev motiv de este serial. El propósito de crear un punto de encuentro en el que confluyan diferentes conceptos, disciplinas y sensibilidades artísticas, pero también la búsqueda de un nexo de unión entre personas y personalidades. En El Ukelele hay mucha diversidad en ese aspecto, y esa pluralidad, bien entendida, puede generar riqueza. Al menos riqueza expresiva.
Aquí, hoy, convergen tres personas del blog. De tres puntos geográficos diferentes (Cádiz, Valencia y Granada), de distintas edades y personalidades, así como gustos e inclinaciones artísticas de índole dispar. Puede ser un reto, una locura o un capricho posmoderno. Puede ser una fantasía, una ilusión fugaz o un recuerdo enquistado en el cerebro. Puede ser un experimento, algo que se haga real o sea un simple sueño. Puede ser todo eso o un poco de cada… o Nada de nada. ¿Pero es eso lo esencialmente importante?
‘Creep’ es la banda sonora de muchas vidas, pero también de muchos bichos raros. Y aquí, de rarezas vamos bien servidos. ‘Creep’ es un himno para los adictos a la soledad, a las caricias de la dureza y la melancolía. Para quien ha aprendido a volar cerrando los ojos a través de Radiohead. ‘Creep’ es una puta obra maestra perpetrada por un genio de nuestro tiempo, que sí, pudo inspirarse en The Hollies; hecho que, no obstante, la posteridad ha decidido aceptar a cambio de la gloria eterna.
Todo el que se haya sentido, aunque solo sea una vez, desgraciado, ha podido ampararse en esta canción desgarradora, llena de sentimientos de sufrimiento y desesperación. Ahí también puede deslizarse la belleza. Y de qué manera.
Fotografías Originales: Juno.
Edición e Ilustración: Alejandro Díaz Paúl.
Texto: Carlos Andrés.
La noche en que Rick Blaine dejó de creer en la magia
(“But I’m a creep
I’m a weirdo
What the hell am I doing here?
I don’t belong here”. Tom Yorke-Radiohead).
(I):
De pronto, abrió los ojos. Y se dio cuenta de que todo había terminado.
(II):
Se despertó. Recogió la ropa esparcida por suelo, los resquicios del reseco cariño del día anterior y todos los pedazos rotos de su conciencia, y se fue como había llegado. Descalzo. De puntillas. Con el ‘Creep’ en su cabeza.
(III):
(“El daño que me recuerdas”. Jaime Gil de Viedma).
Vuelves
Rasgas en el socavón de mi estómago
Y emponzoñas mi sudadera
Con maquillaje
Y un infecto aroma a fracaso.
(IV):
“- ¿Cuál es su nacionalidad?
– Soy borracho”.(Mayor Strasser y R.Blaine, en Casablanca).
Notas desde Casablanca -escribió en el dorso de una tarjeta-: Por un momento había olvidado qué hago en este local. De nuevo. Una de dos, o ese tipo deja de tocar el del piano, o tendré que volver al baño. Arrastrándome.