Soy uno más de aquella generación de mediados de los 90 que tuvo en su adolescencia a Green Day, me choqué con un par de canciones que se acabaron convirtiendo en mis primeros discos originales, en una parte inamovible de mi banda sonora personal, y que me permitieron entrar en el mundo de la música por una puerta fácil, el pop-punk que me llevó a tener un bajo y formar una banda.


Verlos en directo fue una de las mejores experiencias que guardo, con quince años. Y quizá por todo ello, me veo obligado a enfrentarme a su nuevo disco con cierto escepticismo para tratar de no llevarme un chasco. Green Day ha vuelto después de aquella trilogía ¡Uno!, ¡Dos! y ¡Tré! (2012) y una sesión de versiones inéditas de la misma, Demolicious (2014) que pasó sin pena ni gloria. Ahora, habiendo avisado hace escasos meses, nos traen Revolution Radio, un disco si bien necesario para desahogar el clima político estadounidense, como ya pasase en 2004 con American Idiot (álbum que les sirvió para volver al panorama musical tras una larga pausa). También bastante semejante en cuanto a sonido. Green Day ha decidido volver al sonido que les dio su segunda juventud, sin olvidarse de madurar.

Este Revolution Radio que comienza con ‘Somewhere now‘, inició acústico que puede chirriar de primeras para una banda que lleva en activo ya treinta años destacando por su personalidad gamberra, divertida e inconformista, termina de romper para dar paso a los dos primeros singles, ‘Bang Bang‘ y ‘Revolution Radio‘, canciones que nos transportan a otras como ‘American Idiot‘, ‘East Jesus nowhere‘ o mirando un poco más atrás ‘Platypus (I hate you)‘. Le sigue ‘Say goodbye‘, que sigue la misma línea. Y es que a lo largo del disco, encontramos los recursos que han llevado a los californianos a la fama. Paradas, cambios de ritmos y redobles marca de la casa que no defraudan a la “vieja escuela” que crecimos con ellos. ‘Outlaws‘ pone la calma en lo que parece un mensaje dirigido a ellos mismos. Un mensaje que les recuerda que los años pasan y pueden no pesar tanto.

Bouncing off the wall‘, una suerte de canción con estructura y forma de primeros discos donde el sonido madurado y reposado le ha terminado de dar forma da paso a ‘Still breathing‘, que ya ha hecho las delicias del público en directo y que apunta a ser uno de los temas más buscados del disco en su nueva gira.

Youngblood‘ aumenta la sensación de déjà vu general del disco, ya que al escucharla por primera vez, juraría estar escuchando por momentos ‘She’s a rebel‘, de nuevo de American Idiot. Poniendo ya el esprín final al disco, ‘Too dumb to die‘, cuyos primeros compases parecen un claro homenaje a The Pixies, banda de referencia para Green Day, y que acaba convirtiéndose en una de las canciones tipo de la banda. ‘Troubled times‘ deja ecos de 21st Century Breakdown (2009) para cerrar con ‘Forever now‘ y finalmente, ‘Ordinary world‘, canción acústica para despedirse con un buen sabor de boca.

En líneas generales, lo definiría como he dicho anteriormente, un disco déjà vu. Donde excepto en momentos puntuales, llevan sus canciones en la línea más clásica de la banda, los arreglos también mencionados solventan los temas por si mismos. Haciendo que desde la primera escucha, tenga la sensación de ser un disco que lleva sonando en mi vida desde hace años.

Pocos días antes del lanzamiento de este disco, tenía una conversación con una vieja amiga en Madrid sobre el mismo. Previendo una vuelta al sonido más clásico y alejándose de probar nuevos sonidos (cosa que ya intentaron en sus anteriores trabajos). Volver a un sonido más maduro pero que nos traiga de vuelta la nostalgia. Y es justo lo que ha pasado.

Green Day ha vuelto, y lo han hecho con un disco que puede traer de vuelta a los fans de aquella generación.

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