Ver cómo una estrella se apaga es tan triste como dicen y el primero de los shows secretos de Peter Doherty en la Sidecar nos dejó en las tinieblas.


Desde bien pronto empezó a formarse una cola de gente rodeando la Sidecar; unos querían conseguir buen sitio, otros hacer su agosto revendiendo entradas a un precio desorbitado y algunos más lanzados esperaban ver a Peter Doherty para conseguir pasar por lista. Me consta que todos ellos lo consiguieron. Las botellas de vino no dejaron de descorcharse durante la espera, el olor a porro parecía no irse nunca y las cervezas se amontonaban una sobre la otra. “Vaya cliché” me dije, pero quien esté libre de pecado que tire la primera piedra.

Una vez dentro de la sala y con retraso según los horarios estipulados, salió el bajista de Babyshambles, Drew McConnell, presentando al que iba a ser el telonero del espectáculo. El público creyó que era el inicio del esperado Doherty y estalló en aplausos y gritos, por lo que no sé si fue eso lo que me impidió oír el nombre del joven o ni siquiera lo dijo. Ese comienzo a trompicones debió habernos servido como aviso de lo que teníamos por delante. Solamente con una guitarra comenzó una breve actuación del aparentemente desconocido barbudo que desde el primer segundo nos dejó embobados con su chorro de voz y prometedor potencial. De no ser por los fallos de sonido, los acoples y los pitidos del micro los asistentes habrían podido disfrutar mejor de la música, pero además no ayudaba que los fotógrafos apareciesen constantemente por la chirriante puerta del camerino dejando ver a la estrella de la noche de vez en cuando. En esos momentos, por supuesto, el público dejaba de prestar atención a lo que estaban oyendo para intentar llamar la atención de Doherty. Bastante triste por su parte, pero lo peor aún estaba por venir. Tras los escasos quince minutos que duró el conciertillo del telonero y sin darle tiempo a bajar del escenario, Peter ya se había situado frente al micro con lo que parecían muchas ganas de comenzar a tocar.

El telonero del primer show secreto de Peter Doherty.

Aunque ya estaba anunciado que el inglés iba a actuar con banda, en el fondo todos estábamos deseando que saliese él solo con su guitarra acústica y nos deleitase con un concierto como el de mayo de 2013 en la BeCool. Armado con la eléctrica, con su actual pareja al teclado, McConnell al bajo, una joven sonriente al acordeón y un batería consiguió que los últimos resquicios de esperanza en un concierto íntimo desaparecieran. La borrachera que llevaban encima gran parte de los asistentes y los instrumentos que teníamos ante los ojos parecían pedir a gritos un concierto activo, tal vez algo de los Libertines y las más movidas de los Babyshambles pero parece que esa noche todo salió al revés.

Por triste que sea no debe sorprender que prácticamente no pudiese sostenerse sobre sí mismo, lo que no tiene justificación alguna es que tocase las tres primeras canciones con la guitarra desenchufada y nadie hiciese absolutamente nada al respecto. Mal él por no darse cuenta, mal el resto de la banda por no echarle una mano, mal los técnicos de sala por no hacer su trabajo. Siendo francos, al principio gran parte del público ni se percató de ese fallo ya que gran parte del setlist se basó en canciones nuevas que, además, ni la misma banda se sabía. Parece ser que fue un show sorpresa no solamente para los fans sino también para los integrantes.

Teniendo que recurrir constantemente a un pañuelo de lo mucho que estaba sudando (todos conocemos lo mal ventilada que está la Sidecar), Doherty siguió adelante con el concierto a pesar de los horribles fallos de sonido y de la insoportable actitud que predominaba en el público. Doy por perdida la cruzada contra la gente que mantiene el móvil grabando durante todo el concierto molestando a los que tiene detrás, pero esa noche no eran móviles lo único que sostenía la gente. Parece ser que les hacía especial ilusión que el músico fumase del tabaco que habían traído pues, pese a que él los rechazaba uno tras otro, en la pista no se cansaron de alzar los paquetes en todo el concierto. Otra escena lamentable que tuvimos que vivir todos fue el murmullo que había permanentemente en la sala que, al ser tan pequeña, se hacía notar más aún. Además de no prestar atención al artista que tenían delante, de vez en cuando se oían comentarios hirientes respecto a Kate Moss o a la droga que me parecieron la mayor de las faltas de respeto sabiendo por lo que Doherty ha pasado. El mismo Peter tuvo que pedir silencio varias veces e incluso alguno de los asistentes estalló en gritos pidiendo decoro mientras sonaba ‘Flags Of The Old Regime’ (quitándonos de la boca las palabras que varios nos moríamos por chillar a más de uno). En definitiva, parece que gran parte de los presentes se desplazaron hasta la Sidecar solamente para poder decir que ellos estuvieron ahí sin tener la cortesía de dejar disfrutar –o por lo menos intentarlo- a aquellos que querían ser algo más que un bulto molesto.

Peter Doherty y su banda.

En el setlist, aunque se basó en material nuevo, también tuvieron cabida temas más conocidos como ‘Last Of English Roses’ y ‘Arcady’ de su trabajo en solitario Grace/Wastelands (2009), ‘Albion’ de su primer disco con los Babyshambles Down In Albion (2005) o ‘You’re My Waterloo’ de Anthems for Doomed Youth (2015), lo último de The Libertines. Prácticamente sin despedirse o haciéndolo de una forma que aparentaba la intención de volver más tarde, bajaron del escenario para no volver a subir sin llegar a tocar todas las canciones que tenían planeadas. Poco a poco la Sidecar se vació a medida que los asistentes subían las escaleras hacia la salida con la decepción grabada en la cara, sin saber muy bien si estar enfadados o tristes. Más tarde alguien de seguridad comentó que al meterse al camerino Doherty se desmayó y fue incapaz de seguir el concierto, confirmando las sospechas de que aquella noche había cruzado la línea que le separa del estado en el que cualquier persona con los problemas que él ha tenido convive y el exceso. Esto, por supuesto, no es más que un rumor que fue de boca en boca, de manera que es complicado saber cuánto tiene de verdad.

En la puerta de la Sidecar se dieron varios debates sobre el resultado del espectáculo y parece que hay algo que mucha gente no entiende. No son poco conocidos los aprietos por los que Peter ha pasado durante toda su vida por culpa de las drogas y, obviamente, aunque se rehabilite, nunca estará completamente lúcido. Nadie debe crucificarle por ello porque quien se compra una entrada para su show es consciente de que una persona con ese historial tiene altibajos y tal y como está bien puede pasarle lo que le pasó esa noche. Por supuesto que es comprensible la decepción, yo fui la primera en salir con el corazón roto en mil pedazos, pero se tiene que ser cauto con la situación personal de cada uno y no meter el dedo en la llaga mofándose del estado del artista, como hicieron algunos.

Después de este concierto solamente nos queda desear que se tratase de un mal día y que el segundo show sorpresa que volvió a anunciar con 24 horas de antelación para el miércoles 4 de mayo tenga un ambiente, un sonido y una actitud mejor por parte de todos. Lamentablemente, las entradas ya están agotadas. Pese a todo, las ganas de verle en formación con The Libertines en el Festival SOS 4.8 son irrefrenables y confío plenamente en él, Gary, Carl y John para hacer de esa experiencia algo inolvidable.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *