Pero si nos olvidáramos de su propia historia por un rato, podríamos simplemente decir que
Countdown Machine es un buen disco. Un disco de canciones pop-rock muy ajustadas, con un ligero tinte electrónico, con una batería sintética y un bajo calculado, con punteítos de guitarra muteada (¿hay algo más canchero?) y un cantante que puede usar tanto una voz apagada como un falsete sinvergüenza. “
One Way Trigger”, el primer corte, no oculta las intenciones: una melodía de sintetizador que todo el mundo hizo bien en comparar con A-ha y un solo de guitarra medio grasiento son más que suficientes para ubicar el imaginario estético de estos
Strokes en los ochenta. Como para despejar todo tipo de dudas, “
Tap Out”, el temazo que abre el disco, suena como
Hot Chip,
New Order y
Phoenix, de más a menos electrónico.
Phoenix probablemente sea hoy la comparación más adecuada: arreglos impecables, precisión en el groove y un sonido cristalino para llevar el rock a las pistas de baile. Es lo que hicieron en
Angles, y hoy lo repiten aunque el resultado sea levemente más desparejo: un rock a velocidad hardcore por acá (“
50/50”), un tema que tendremos el caradurismo de describir como “post chillwave” por allá (“
80’s Comedown Machine”), y un final con un piano fantasmal y una voz perdida le quitan consistencia a un disco que por lo demás tiene su horizonte bastante definido. Va de nuevo:
Countdown Machine es un buen disco.
Pero… ¿cómo se hace para escuchar esto y no preguntarse en qué momento los
Strokes pasaron de ser los encargados de devolverle la suciedad al mainstream a tocar unos temas prolijísimos? ¿Cuándo y por qué decidieron sacar las guitarras del primer plano y poner en su lugar los sintetizadores? ¿Por qué antes daban ganas de tomarse una cerveza y ahora hay que pasarlo con Speed? Lo cierto es que ya no quedan bandas como los
Strokes, ni siquiera los Strokes. Aceptado esto: ¿se puede disfrutar un disco de ellos? Será más difícil cuanto más nostálgico uno se ponga, pero seguro que se puede. Mejor eso a ser una eterna viuda llorando algo que ya no está.
Enlace: Los Inrockcuptibles Con un disco precedido de más silencio que de costumbre,
The Strokes nos tomo totalmente por sorpresa este año cuando anunció el lanzamiento de su quinto trabajo de estudio,
Comedown Machine. Y nos sorprendió todavía más cuando lanzaron la primera canción, “
One way trigger”. Aunque me pareció buena, no tantas personas pensaron lo mismo, comparándola por lo bajo con “En el puente de San Blas” de Mana. Reconozco que no supe que tan en serio tomar este nuevo esfuerzo de la banda liderada por Julian Casablancas, ni siquiera cuando “
All the time” me llamo más la atención. Hasta en eso este disco se parece a
Angles: no se le puede tomar en serio hasta escucharlo completo.
“
Tap out” da el pistoletazo de salida con un sonido bien disco, sintetizadores haciendo muro de sonido y Julian imprimiendo un falsette que será la nota característica de
Comedown Machine de aquí en adelante. Arranque simpático al que sigue “
All the time” que vuelve al pulso rockero que nos hizo conocerlos en 2001. Con todos los elementos de esos primeros discos, será un buen regalo para los nostálgicos.
“
One way trigger” es, parecidos con Mana aparte, una gran canción que muestra una especie de cruce entre
The Cars,
Queen y
Duran Duran. El falsette de Julian vuelve a la carga aquí, y un brillante solo (seguramente cortesía de Albert Hammond Jr) le pone la guinda al pastel. “
Welcome to Japan” vuelve a ese aire discotequero al mejor estilo de
Duran Duran o
Talking Heads donde curiosamente el coro me recordó a Jorge Veloza. Suena mucho a “
Taken for a fool” de su disco anterior.
“
80’s comedown machine” en caso de extrañar las guitarras, llega esta con un aire mas ramonesco y donde tanto Hammond como Valensi sacan a relucir su crudeza y contundencia en cada nota que sale de ahí. “
50/50” es una balada synthpop que caza con el espíritu de
The Cars (concretamente el de su clásica “
Drive) al que la banda rinde tanta reverencia. La batería sencilla pero más atmosférica por los ecos que produce y unos teclados que surcan toda la canción demuestran un nivel de madurez compositiva impresionante.
“
Slow animals” continua en una línea similar, si bien ya son las guitarras las que conducen el tema. De nuevo el coro resulta bien pegadizo, siendo otro punto alto del disco. “
Partners in crime” es una de las mejores canciones de toda la carrera de
The Strokes, lejos. Unos teclados agradables y punteos delicados en la guitarra permiten brillar a la voz más que en cualquier otro punto del álbum.
Ya llegando a la recta final, “
Chances” regresa con el pulso guitarrero un poco al estilo de “
Under cover of darkness“. “
Happy endings” es tremendamente pegadiza y con un estribillo al que no se resistirá ningún escenario de los que use la banda para tocar su album, con toda seguridad. “
Call it fate, call it karma” cierra de forma casi acústica el disco, casi como lo hizo
Angles en “
Gratisfaction”.
Siempre he considerando a
Angles como mi disco favorito de los neoyorkinos, y en este caso es la referencia indiscutible para hablar de
Comedown Machine. En este caso han pulido más su trabajo, con un resultado bastante agradable. Por otro lado, me recuerda mucho lo que ocurrió con
Arctic Monkeys y su
Suck It And See: no fue tan fácil de escuchar a la primera, pero poco a poco ibas encontrando joyas que lo hacían más interesante.
Mas focalizado que
Angles, con una participación más proactiva de los 5 miembros y una continuidad sonora que demuestra lo que en realidad significa
The Strokes y lo que en realidad a querido significar siempre: una oda a la new wave, pero usando la fuerza del garage rock y el espíritu neoyorkino para hacerlo atractivo.
Mi recomendada es “
Partners in crime”. Es como si la historia de Syd Vicious y Nancy Spungen volviera a cobrar vida.
Enlace: This Is Music For Dummies No está del todo claro por qué los
Strokes hacen discos, ¿no? No parece que lo disfruten mucho, y no es que les salgan las ideas musicales innovadoras por las orejas. Sin embargo, sus discos están lejos de no tener ningún valor.
Comedown machine, su quinto álbum, es básicamente un viaje en solitario de Julian Casablancas, que muestra una vez más su enorme respeto por la New Wave de los 80. ¿Por qué es entonces un álbum oficial de los
Strokes en lugar de otro disco en solitario de Casablancas? Sólo los
Strokes pueden responder a esa pregunta.
El techno-pop de los 80 supone una condena para este tipo, dado que su manera de componer tiende a ser escasa en melodía y sólida en los ritmos. Empieza fuerte en
Tap out, un homenaje a DeBarge con un solo de guitarra cogido del
Running with the night de
Lionel Richie.
One way trigger plagia de manera inepta a
A-ha y
80’s comedown machine apunta al lado más blando de
Howard Jones.
Welcome to Japan es simplemente el más obvio de una serie de momentos que recuerdan a
Duran Duran (incluye una gran pregunta, eso sí: “¿Qué tipo de gilipollas conduce un Lotus?”). Pero baladas como
Chances demuestran que Casablancas aún no puede cantar en falsete. Y sólo para recordarnos sus pretensiones, acaba con una dolorosa parodia de
Tom Waits, aunque Waits se haría un tatuaje de One Direction antes que cantar una canción con un título como
Call it fate, call it karma [Llámalo destino, llámalo karma].