No todo iban a ser malas noticias para Barcelona. El cierre de la legendaria tienda Discos Castelló se ha visto compensada con un anuncio del Ayuntamiento de la ciudad, en el que afirma que permitirá la música en directo en bares, cafeterías y restaurantes.
Sin lugar a dudas, la medida llega tarde si miramos la situación de otros países de nuestro entorno, pero no por ello, leer las siguientes palabras resulta menos placentero:
Una vez más, Barcelona toma la delantera culturalmente hablando, y va a permitir música en directo en establecimientos hosteleros que hasta la fecha no podían. El requisito principal será el de cumplir una serie de medidas en cuanto a seguridad y -tranquilos vecinos- aislamiento acústico. La noticia, que solo puede tener lecturas positivas, no se queda aquí, ya que el Institut de Cultura de Barcelona (ICUB) ha afirmado que va a “impulsar un plan de trabajo que contempla diferentes líneas de actuación para reconocer el valor cultural y social de la música en vivo a la vez que considera su sostenibilidad en el marco de relaciones vecinales que permita el derecho al descanso de los y las vecinas de Barcelona”. El último apunte positivo es que desde la propia institución se va a habilitar una línea de crédito de 400.000 euros para insonorizar los locales, una cantidad que supera ampliamente los 75.000 euros que se venían ofreciendo hasta ahora.
La medida palia un problema endémico en la escena musical estatal, que ve cómo el directo se ve arrinconado a unas pocas salas y festivales. La guinda a todo esto sería que se produjera un efecto dominó y que en más ciudades se tomaran medidas similares, tal y como ha ocurrido con #QueremosEntrar. En Barcelona, por ejemplo, ya han salvado a la mítica Heliogàbal, que no ha dudado en emitir un comunicado en los siguientes términos:
Después de años de indefinición, parece que Barcelona apuesta claramente por la cultura musical de base.