Doblete de IZAL en la Sala B de Murcia
Vienen pisando fuerte, ese grupo que a pesar de tener una corta existencia, de prescindir de discográfica y de ser tan humildes, han conseguido a pasos de gigante esa fama y reconocimiento que los ha catapultado a su momento cumbre. Con un Sold Out a falta de un par de semanas del concierto, tuvimos la suerte de poder ver a Izal el pasado sábado, un espectáculo que tras el asombro del quinteto madrileño, decidieron no dar tregua a Murcia repitiendo el domingo para los que se quedaron sin entradas.
Con una sala llena, aunque con una comodidad considerable, un público formado por un público muy heterogéneo, y una media hora de retraso dio comienzo el concierto. Tal vez ellos alucinaran de haber conseguido dos fechas consecutivas en la capital murciana, pero nosotros alucinamos más al empezar el directo, con un público que desde la primera canción ya estaba cantando las letras, como si de un grupo al que llevaran años escuchando se tratara.
Comenzaron con Despedida (título un tanto extraño para comenzar una actuación), canción que pertenece a “Agujeros De Gusano”, reciente nuevo disco que están presentando en su extensa gira por la península. Debemos destacar que la primera parte del setlist tuvo un claro predominio de canciones de este último trabajo como Asuntos Delicados, Tóxica, la canción que da nombre al disco y Hambre, que fue precedida por Extraño Regalo, para los fieles al primer álbum.
Llegados al ecuador del show, mientras Mike cambiaba de guitarra nos recordaba su paso por uno de los festivales en los que dejaron una gran huella, el Sonorama, recordando un vídeo muy especial para ellos, exacto, era el momento de Qué Bien, el sonido del ukelele preparaba el terreno para lo que sería una fiesta parecida a la que ellos vivieron en la Plaza del Trigo de Aranda del Duero.
Tras esta canción comenzaban a escucharse unas risas y unos suspiros pregrabados, una combinación de guitarras que podrían recordarnos a una película del oeste y una letra que decía ‘Relájate, conseguiste conquistar a todos’, no sabemos si Jenna Fischer conquistaría a alguien, pero lo que estaba claro es que a nosotros ya nos tenía metidos en el bolsillo desde el principio. Como pequeño percance hubo un imprevisto, una cuerda rota que provocó un pequeño parón, pero que no sería problema gracias a la rapidez de Alberto y a los amenos chistes de Mikel.
Tras Pánico Práctico llego el momento de los epílogos, donde nos fijamos en el tercero, con el que se volcaron completamente en Resurreción y Venganza junto a un público que alzaba las manos en esos momentos tranquilos, bailando al ritmo de esos sonidos de teclado y como era de esperar, cantando. Se echaban de menos canciones del primer álbum, suerte que Tu Continente llegaría para quitarnos ese gusanillo del estómago.
Entendemos que es normal que el público cante las canciones del grupo al que van a ver en concierto, pero esa noche fue un caso aparte, con ocasiones en las que a veces se escuchaba más a la sala cantando al unísono que al propio cantante, no podemos culpar a nadie, y consecuentemente podemos deducir que se nota cuando un grupo es querido por su buen hacer y cuándo le van las cosas bien, tras verlos arropados por esas voces podemos asegurarlo.
Faltaba un final apoteósico, y como era de esperar llegó el turno de una de las canciones más conocidas de los de Madrid, era el turno de la canción que da nombre al primer trabajo de la banda, Magia y Efectos Especiales. Como si de ello tratara la noche, fue tomando intensidad hasta romper en el momento en el que ‘empieza el baile’, con esa peculiar letra que consigue enganchar a cualquiera al ritmo que marcaba Mike y ese final que nos devuelve a la calma. Terminamos así con un clásico, La Mujer de Verde, canción que a nuestro parecer fue muy acertada para cerrar un espectáculo de hora y media de duración. Echamos de menos canciones como Ajam, pero a quién queremos engañar, fue un concierto que superó nuestras expectativas, combinando en su setlist esos dos discos autoeditados que reflejan los frutos cosechados del buen hacer de los de madrileños.
Texto y fotografías: Alberto Hernández