Me aproximé a Zona Temporalmente Autónoma entre perezosa y recelosa, con el ánimo de quien va a una boda para criticar. Y ese, precisamente, fue el día que Los Planetas me volaron la mente.
Me mudé a España siendo ya casi adulta y poco había llegado a Italia más que Las Ketchup y Héroes del Silencio. No viví de ninguna de las maneras la evolución de los granadinos: cuando llegué se me dijo que a Los Planetas no se les discutía, que su vastedad era un hecho tangible e irrefutable. Y yo, que no sabía por dónde empezar, empecé por el lado equivocado.
Siempre otorgué a Los Planetas la importancia que se les debe como padres fundadores del indie español, al igual que reconocí su objetiva grandeza, no me malinterpreten, pero nunca acabé de sentirla. Y a lo largo de los años también intenté en más de una ocasión entender la música de J y los suyos, pero algo me faltaba y no osaba pronunciar nada al respecto. Crecí evitando el tema, avergonzada por mi torpeza.
Fue sobre estas premisas que me aproximé a Zona Temporalmente Autónoma entre perezosa y recelosa, con el ánimo de quien va a una boda para criticar. Y ese, precisamente, fue el día que Los Planetas me volaron la mente, con tanta maravilla, armonía, heterogeneidad y maestría juntas. Con tanto todo tan apabullante y maravilloso que desorienta. Dicen algunos que suenan a lo de siempre y les falta innovación: pues, yo ni lo sé, ni me importa.
Difícil es resistirse cuando un disco se abre con una canción imperiosa y monumental del calibre de ‘Islamabad‘, aullido de protesta social de cuerdas rasgadas, que sacude el alma sonidos etéreos de refinada hechura mediante y resume el oxímoron de toda una generación que se está «cayendo parriba», en palabras de Yung Beef, el trapero autor de la canción sobre cuyos cimientos nació esta delicia (y cuya aparición en el directo de los granadinos en Barcelona supuso un momento pletórico).
Un comienzo engañoso para un disco repleto de referencias a la tierra que los vio nacer y cuya cultura y folclore defienden en la revisitada versión de la ‘Soleá‘ de Estrella Morente. Y otra Morente, Soleá precisamente, pone la marca propia de la casa en ‘Una Cruz A Cuestas‘, bebiendo directamente de lo gitano y su sentir, haciendo añicos el ser más recóndito del oyente.
Muy lejos de ser un disco de flamenco pop rancio y simplón, la psicodelia espacial de los Pink Floyd de Syd Barrett aparece en ‘Seguiriya de los 107 Faunos‘, ‘Soleá‘ y se adueña prepotente de la escena en ‘La Gitana‘ que lleva cogido de la mano el costumbrismo andaluz de ‘Espíritu Olímpico‘ («Gitana, si me quisieras / Gitana, si me quisieras / Yo te compraría en Granada / La mejor cueva que hubiera»), corte de sonido pop al uso que cuenta con la siempre inestimable colaboración de La Bien Querida. En la misma línea suenan ‘Zona Autónoma Permanente‘ y, más todavía, el magnífico corte de amor no correspondido de tintes poéticos ‘Hierro Y Niquel‘ («Y lo que me da más pena / Es que nunca seamos cielo y estrellas / Como el guante y la mano / Como el sol y la tierra») al que le sigue por lógica y orden ‘Porque Me Lo Digas Tú‘, balada triste del enamorado despechado que se niega a pasar página, enriquecida por el más pobre de los recursos flamencos: unas palmas deliciosas.
Un disco largo y complejo, el de Los Planetas, difícil de entender sin tener en cuenta el contexto de las preocupaciones de un ser humano que, en el fondo, sigue creyendo en el amor, en el bien y el mal, en la utopía de lo justo y bueno y busca consuelo y justificación en la religión («El hombre llama Dios a todo lo que no conoce»). Un disco rotundo y circular, que cierra al igual que abrió, con el corte ‘Guitarra Roja‘, canción protesta en pos de la lucha obrera y la igualdad, adaptación del argentino Martín Castro («Que no se robe al obrero / El fruto de su trabajo / Y que no haya más esclavos / Políticos, ni guerreros»).
Falta en el largaduración un verdadero protagonista, tratándose casi de un disco coral en el que tan importante es la lírica como la melodía y que ve todos sus componentes compartir escena en el mismo primer plano, favoreciendo así el éxito de un disco culto y sublime.
El día que escuché Zona Temporalmente Autónoma fue el día que finalmente descubrí Los Planetas. El día que yo también sentí su vastedad en lo más jondo.
Recuerda que Los Planetas estarán presentando Zona Temporalmente Autónoma en el FIB 2017.
Por Robbina Simeoni.