SON Estrella de Galicia nos trajo a Madrid el homenaje que “Voces Femeninas” preparó a Cecilia con María Rodés y Basia Bulat como ejecutoras del mismo. El ciclo también llevará el espectáculo por Orense y Vigo.


Evangelina Sobredo Galanes, Cecilia, murió a los 27 (tristemente otro miembro del “club de los 27”) años en un accidente de tráfico, en 1976, con tres álbumes tras ella e innumerables colaboraciones y composiciones para otros artistas. Tomó el nombre artístico de la canción de Simon & Garfunkel. A pesar de ser hija de un diplomático y tener una infancia itinerante en sus canciones se ve reflejada de forma perfecta la sociedad española. Es conocida su prodigiosa habilidad poética y literaria para escribir versos que, con pocas palabras, evoquen conceptos y sentimientos mucho más grandes. Fue una de las representantes de la canción protesta femenina, no es de extrañar que el ciclo Voces Femeninas (en activo desde 2008 y cuya pretensión es dar a conocer mujeres artistas en todo el mundo y de todo el mundo) la eligiera como centro de su homenaje en este 2015.

Empieza a ser un ritual agradable acudir a los ciclos que organiza SON Estrella de Galicia, no solo por la calidad de los espectáculos si no, por qué no decirlo, apreciar la Estrella de Galicia con la que obsequian a todos los asistentes. Esa noche, el Teatro Lara rezumaría mucha emoción, por las increíbles dotes musicales de Basia y de María y por la presencia de la esencia de la cantautora española, Cecilia.

Basia Bulat Foto: Aída Cordero

La canadiense Basia Bulat era la encargada de romper el hielo, en solitario, con su guitarra, cantó ‘Fui’ para, luego, sumergirnos en sus propias composiciones, sin olvidar a la homenajeada, recordó una de las canciones que Cecilia compuso en inglés. El público éramos sus conejillos de india, como ella misma dijo, chapurreando en español, ya que en febrero verá la luz su disco nuevo y quería “testear” los temas. Casi una hora estuvimos disfrutando del increíble chorro de voz de Basia. Una maravilla.

María Rodés Foto: Aída Cordero

María Rodés salió al escenario acompañada por una guitarrista e introduciéndonos en su mundo de homenaje a la copla (recordemos ese espléndido disco, María canta copla, en el que pasa por su coctelera particular temas clásicos de la copla española para darles un “toque” Rodés) con ‘Flor del mal’ y ‘El día que nací yo’ para comenzar con el homenaje a Cecilia eligiendo la primera canción que más le llamó la atención, ‘Me quedaré soltera’. Por supuesto no faltó una voz entre el público, dirigida a María, con un animoso “¡anda ya!”, provocando risas. La siguiente canción, una de mis favoritas de Cecilia, ‘Nada de nada’, fue interpretada con un toque bossanova, acompañada a los coros por Basia y mezclándola con la celebérrima ‘Agua de beber’, demostrando su capacidad para versionar clásicos y hacerlos propios. Para seguir hilando, María aprovechó para deleitarnos con ‘Agua que no has de beber’ y ‘Ay pena, penita pena’, de su disco homenaje a la copla. La insurgente ‘Soldadito de plomo’ nos devolvió a Cecilia para encarar el tramo final. ‘Equilibrista’ para pasar a una de las canciones más icónicas y que no podían faltar, ‘Ramito de violetas’. Las dos últimas canciones, unidas por la idea de la muerte, tocaron la fibra de los pocos asistentes que aún habían permanecido indolentes ante la carga emotiva que destilaba el espectáculo: ‘Si no fuera porque…’ y, como no, ‘El testamento’ con una carga simbólica evidente. Los dilatados aplausos dejaron clara la rendición del público ante María Rodés y Basia Bulat pero, tristemente, no fueron suficientes para que pudiéramos disfrutar de algún que otro bis.

Un espectáculo que esperemos que se materialice físicamente en alguna grabación.

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