Viva Belgrado dieron el pasado jueves 6 de octubre una master class de Screamo y emoción a partes iguales, en un intenso espectáculo que partió La Residencia y Valencia entera por la mitad.
No es que suela ir a conciertos de este tipo, y estoy seguro de que mi cara al entrar por la puerta del centro social autogestionado o CSA La Residencia fue bastante auto-explicativa. No obstante, Viva Belgrado lo merecían, y oye, para todo hay una primera vez en esta vida.
Así pues, para dentro que me fui. Ambiente agradable entre gente simpática y campechana, cerveza barata, kebabs veganos y un modesto corralito en el que había un cachorro del que nos enamoramos todos los asistentes de forma casi instantánea. Cuando ya llevábamos un rato allí fuera, tras mucho jugar con el simpático cachorro y mucho fumar (de todo) para matar el tiempo, se nos avisó a pleno pulmón de que el tinglado estaba a punto de arrancar.
Junto a una puertecita al lado de la barra había una muchacha a la que le dabas 5€ y te ponía un cuño. Después, ya podías entrar a la zona donde iban a ocurrir las actuaciones. Pequeño, muy pequeño. Pero acogedor, qué duda cabe.
Primero era el turno de los dos teloneros, Fukushima y Madre, con especial mención a los segundos, que me gustaron incluso más de lo que creía que me iban a gustar. Ya les había echado una oreja antes del concierto, pero la verdad es que me sorprendieron muy gratamente en directo. Un sonido que guiñaba un ojo a los vascos Lisabö (aunque con un sabor mucho más Math, sobre todo en la sección rítmica) y unas guitarras que se combinaban al nivel de los mismos Deafheaven fue lo que los valencianos Madre tenían que ofrecer, y vaya que si lo ofrecieron.
Una vez terminadas las dos primeras actuaciones, era el turno de Viva Belgrado, y tuve la brillante idea de ponerme en primera fila. Mis oídos acabaron pidiendo clemencia, pero la experiencia de vivir un concierto de los cordobeses a dos palmos de ellos fue, sin duda, inolvidable.
He de decir que el sonido fue impecable, a pesar de lo pequeño y modesto de la sala, y eso a Viva Belgrado le hizo mucha justicia. Sonaron extraordinariamente contundentes, pero también limpios cuando así tenían que sonar. Es el caso de los primeros acordes de ‘Báltica‘, que consiguieron poner a un servidor los pelos de punta.
El setlist de la noche fue el que sigue:
- Pleiades
- Madreselva
- Höstsonaten
- Por la mañana, temprano
- Báltica
- De carne y flor
- Fresas salvajes
- ~
- La reina pálida
- Erida
- Annapurnas
- Osario
- Ravenala
La noche estuvo cargada tanto de Flores, Carne, como de Ulises, casi a partes iguales. De hecho, curiosamente, los cordobeses interpretaron más temas de su primer trabajo, pese a tratarse del Ulises Tour.
Poco más de 40 minutos se extendieron, pero fueron más que suficientes para demostrar a todos los que tuvimos la suerte de ir a verles que no son un grupo cualquiera. Son una de las propuestas más interesantes del panorama español underground, y tienen uno de los directos más impactantes de toda la Península. Y lo digo así, sin pelos en la lengua.
Si tuviera que decir algo negativo del concierto, quizá se echó en falta algo de interacción con el público por parte de la banda. Ángel, el bajista, se pasó literalmente todo el concierto de espaldas al público, y a mí, como bajista, me habría gustado ver qué hacía con su instrumento. Sin embargo, tratándose de un grupo que hace una música tan intensamente emocional y personal como la de Viva Belgrado, es comprensible que los integrantes del grupo formen una piña sobre el escenario y toquen prácticamente para sí mismos. Además, ¿quién soy yo para decirle a un grupo cómo tiene que interpretar su música?
Por último, un detalle a destacar es la interpretación vocal por parte de Cándido, que se dejó las cuerdas vocales en La Residencia (a veces incluso sin micro, como en el vídeo de abajo) y que, aunque no es una voz que a mí personalmente me fascine, es innegable el mérito que tiene su capacidad para desgarrarse la voz noche tras noche y no acabar en urgencias. ¡Chapeau!